Capítulo 3

Los días siguientes transcurrieron en una extraña calma. Althea intentó llevar una vida normal, pero su mente volvía constantemente a la noche en el claro y a las revelaciones de Gabriel y Lucian. Cada vez que se encontraba sola, sus pensamientos la llevaban de regreso a esos momentos, y la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder nunca la abandonaba.

En la escuela, Althea intentaba concentrarse en sus clases, pero sus pensamientos siempre divagaban. Se preguntaba si alguno de sus compañeros de clase tenía alguna idea de lo que realmente sucedía en la ciudad, si alguna vez habían notado algo extraño. Pero no se atrevía a preguntar. Temía que la tomaran por loca.

Un día, mientras caminaba por el pasillo entre clases, se encontró con una chica de su edad que parecía diferente a los demás. Tenía el cabello oscuro y los ojos penetrantes, y había algo en su aura que captó la atención de Althea. Decidió hablar con ella.

"Hola, soy Althea," dijo, sonriendo.

La chica la miró por un momento antes de devolverle la sonrisa. "Hola, Althea. Soy Lina. ¿Te acabas de mudar aquí?"

Althea asintió. "Sí, hace unas semanas. Todavía estoy tratando de adaptarme."

"Me imagino," respondió Lina, su voz suave. "Este lugar puede ser... un poco extraño al principio."

Althea sintió un escalofrío. "¿Extraño? ¿A qué te refieres?"

Lina la miró con curiosidad. "¿No has notado nada... fuera de lo común?"

Althea vaciló, preguntándose si debía confesar lo que había descubierto. Decidió arriesgarse. "De hecho, sí. He oído rumores sobre cosas sobrenaturales, y he visto... cosas que no puedo explicar."

Lina la miró con intensidad. "Althea, hay más en esta ciudad de lo que parece. Muchas personas aquí han tenido experiencias extrañas, pero la mayoría elige ignorarlas. No todos están dispuestos a aceptar la verdad."

"¿Y tú?" preguntó Althea. "¿Crees en esas historias?"

Lina asintió lentamente. "Sí, porque he visto cosas. Cosas que no puedo explicar. Pero si estás dispuesta a descubrir la verdad, te ayudaré."

Althea sintió un rayo de esperanza al encontrar a alguien que podría comprender lo que estaba experimentando. Decidió confiar en Lina, aunque fuera solo un poco.

"Gracias, Lina," dijo Althea con una sonrisa. "Realmente necesito a alguien con quien hablar sobre esto."

Lina asintió. "Podemos encontrarnos después de clases en el café de la esquina. Hay mucho de qué hablar."

Althea se sintió aliviada por primera vez en días. Tener a alguien que entendiera, que creyera en lo que estaba pasando, era más de lo que había esperado encontrar. Durante el resto del día, se encontró anticipando su reunión con Lina, su mente corriendo con preguntas y teorías.

Cuando la última campana sonó, Althea salió rápidamente del aula y se dirigió al café. El lugar era acogedor y estaba decorado con muebles de madera y luces cálidas. Lina ya estaba allí, sentada en una mesa junto a la ventana con dos tazas de café humeante.

"Me alegra que hayas venido," dijo Lina, sonriendo mientras Althea se sentaba. "Sé que todo esto puede ser abrumador."

Althea asintió y tomó un sorbo de su café. "No tienes idea. Apenas puedo dormir desde que me encontré con Gabriel y Lucian."

Lina levantó una ceja. "¿Gabriel y Lucian? ¿Puedes contármelo todo desde el principio?"

Althea respiró hondo y comenzó a relatar su encuentro con los dos jóvenes en el claro, cómo le revelaron sus verdaderas identidades y el impacto que esas revelaciones habían tenido en ella. Lina escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando.

"Entonces, Gabriel es un ángel y Lucian es un demonio," resumió Lina cuando Althea terminó. "Y ambos creen que eres crucial en su batalla."

"Exactamente," dijo Althea, sintiéndose un poco aliviada al decirlo en voz alta. "Pero no sé en quién confiar. Ambos dicen querer protegerme, pero siento que hay mucho más que no me están diciendo."

Lina se quedó pensativa por un momento. "Es posible que ambos estén diciendo la verdad a su manera. Los ángeles y demonios tienen sus propios códigos y agendas. Gabriel probablemente quiera protegerte para preservar el equilibrio del bien, mientras que Lucian puede tener sus propios motivos, posiblemente más egoístas o estratégicos."

Althea asintió, mordiéndose el labio. "¿Y qué debería hacer? ¿Cómo puedo averiguar quién está siendo honesto conmigo?"

Lina suspiró. "Eso es algo que tendrás que descubrir por ti misma. Pero puedo ayudarte a investigar. La ciudad tiene una historia rica y llena de secretos. Hay registros antiguos, lugares sagrados y personas que saben más de lo que dejan ver. Si quieres, podemos empezar por ahí."

"Me encantaría," respondió Althea, sintiéndose un poco más esperanzada. "Gracias, Lina. No sé qué haría sin ti."

"No te preocupes," dijo Lina, sonriendo. "Nos ayudaremos mutuamente. Esta ciudad esconde muchos misterios, y creo que juntas podemos descubrir la verdad."

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