Las heridas de la batalla con Nocturna aún eran frescas cuando el grupo decidió seguir adelante. Sabían que no podían quedarse quietos por mucho tiempo; la oscuridad estaba siempre al acecho. A medida que avanzaban, la tensión entre Althea, Gabriel y Lucian crecía, alimentada por emociones no resueltas y el constante peligro al que se enfrentaban.Esa noche, acamparon en un claro rodeado de árboles antiguos. El viento susurraba a través de las hojas, como si las mismas sombras estuvieran conspirando contra ellos. Althea se sentó junto al fuego, observando las llamas mientras sus pensamientos giraban en torno a Gabriel y Lucian. Sabía que algo tenía que cambiar, pero no estaba segura de cómo abordarlo.Gabriel se sentó a su lado, rompiendo el silencio. "¿En qué piensas, Althea?" preguntó, su voz suave pero cargada de preocupación.Althea suspiró y miró a Gabriel. "Estoy pensando en nosotros, en lo que estamos enfrentando y en cómo nuestras emociones nos están afectando. Siento que esta
A medida que continuaban su viaje, la relación entre Althea, Gabriel y Lucian se volvió cada vez más tensa. Las emociones no resueltas seguían siendo una sombra persistente que amenazaba con desmoronar la frágil armonía que habían logrado. Cada día era un acto de equilibrio entre la misión que los unía y los sentimientos que los separaban.Una tarde, mientras atravesaban un denso bosque, Althea sintió la necesidad de hablar con Gabriel a solas. "Gabriel," dijo, tocando suavemente su brazo. "¿Podemos hablar un momento?"Gabriel asintió, siguiendo a Althea a un claro apartado. "¿Qué sucede, Althea?" preguntó, notando la preocupación en sus ojos.Althea respiró hondo antes de hablar. "Gabriel, sé que hemos intentado manejar esto lo mejor que podemos, pero siento que estamos estancados. Necesito ser honesta contigo. Mis sentimientos por ti son fuertes, pero también siento algo por Lucian. No sé cómo equilibrar esto sin herir a alguien."Gabriel la miró con seriedad, su corazón apesadumbra
Lucian, aunque aún lidiando con sus propios sentimientos de celos y dolor, se acercó y tomó la otra mano de Althea. "Siempre seré tu aliado, Althea. No importa cuán complicado se vuelva todo esto."El trío, con corazones pesados pero comprometidos, se preparó para el próximo desafío. Aunque sabían que las emociones seguirían siendo una sombra persistente, también reconocieron que su unidad era esencial para enfrentar las fuerzas oscuras que amenazaban con consumir el mundo.A medida que se adentraban más en el territorio de Umbra, los desafíos se volvieron aún más formidables. Una tarde, mientras cruzaban un desfiladero, fueron atacados por un grupo de criaturas oscuras. La batalla fue feroz, y aunque lograron vencer, las heridas físicas y emocionales se sumaron a su carga.Después de la batalla, mientras acampaban en una cueva para protegerse del frío y la oscuridad, las tensiones volvieron a surgir. Gabriel, con una herida en el brazo, estaba más irritable de lo habitual. "Tenemos q
El poder de Erebus era asombroso, cada golpe suyo era un choque de titanes, pero Gabriel y Lucian se enfrentaban a él con una determinación feroz. Gabriel bloqueaba las sombras con su escudo de luz, mientras que Lucian contrarrestaba los ataques con sus propias habilidades oscuras, una ironía que no pasó desapercibida para ninguno de ellos."¡Althea, necesitamos tu ayuda!" gritó Gabriel, retrocediendo ante un golpe particularmente fuerte.Althea, con su corazón latiendo con fuerza, concentró su energía en un antiguo hechizo que había aprendido durante sus entrenamientos. "¡Lux et Umbra, unite!" gritó, lanzando una esfera de energía pura hacia Erebus.La esfera impactó a Erebus, haciéndolo retroceder con un rugido de furia. "¡No!" gritó, luchando contra la combinación de luz y oscuridad que lo rodeaba.Gabriel y Lucian aprovecharon la distracción. Con un grito de guerra, se lanzaron juntos, sus energías combinadas en un ataque final. La espada de Gabriel brillaba con una luz cegadora,
La tormenta había pasado, dejando el cielo despejado y el aire cargado de una extraña sensación de renovación. Althea se encontraba en la cima de la colina, mirando hacia el horizonte. El sol se alzaba lentamente, bañando el mundo con una luz dorada, símbolo de un nuevo comienzo. A su lado, Gabriel y Lucian observaban el mismo paisaje, cada uno con una expresión de calma y esperanza en sus rostros.Habían pasado meses desde la batalla final entre Gabriel y Lucian, una confrontación que había cambiado el curso de sus vidas para siempre. Althea había tomado una decisión que sorprendió a ambos: no elegir entre el cielo y el infierno, sino buscar una forma de estar juntos, desafiando las normas de sus mundos. A través de un pacto sagrado y prohibido, Gabriel y Lucian encontraron la manera de permanecer en el mundo humano con Althea, cada uno equilibrando la luz y la oscuridad del otro.La decisión no fue fácil y conllevó sacrificios. Gabriel renunció a su posición en los cielos, sabiendo
El viento soplaba con fuerza esa tarde cuando Althea llegó a su nuevo hogar. La pequeña ciudad se extendía ante ella, envuelta en un aura de misterio y tranquilidad. Habían pasado semanas desde que su madre tomó la decisión de mudarse, dejando atrás la bulliciosa vida en la ciudad por un cambio radical en un lugar remoto y desconocido. Althea miró por la ventana del automóvil, observando cómo los altos pinos y los imponentes picos de montaña se alzaban en el horizonte.Finalmente, el automóvil se detuvo frente a una casa de campo encantadora, con un jardín repleto de flores y un frente acogedor. Althea salió del automóvil, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Este sería su nuevo comienzo, un cambio que había esperado con ansias pero que también la llenaba de incertidumbre.Mientras ayudaba a su madre a descargar las maletas, Althea echó un vistazo a su alrededor, tomando nota de los detalles que harían de este lugar su hogar. El aire fresco y limpio era un cambio bienvenido
Althea caminaba por las calles de la ciudad, con la luz de la luna iluminando su camino. Las sombras se alargaban a su alrededor, creando figuras extrañas y misteriosas. A pesar de la calma aparente, sentía una inquietud en el aire, como si algo la estuviera observando desde las sombras.Las palabras del libro que había leído en la tienda antigua resonaban en su mente. Historias de ángeles y demonios, de batallas entre el bien y el mal, y de seres sobrenaturales que vagaban por la tierra. Aunque parecían fantasías, algo en su interior le decía que había más verdad en esas páginas de lo que estaba dispuesta a admitir.Perdida en sus pensamientos, Althea no se dio cuenta de que había llegado a un claro en el bosque, un lugar apartado y tranquilo, donde la ciudad parecía un recuerdo lejano. Se detuvo y miró a su alrededor, disfrutando del silencio y la serenidad del lugar. De repente, un crujido la sacó de su ensueño."¿Quién anda ahí?" preguntó, tratando de mantener la calma. La respues
Los días siguientes transcurrieron en una extraña calma. Althea intentó llevar una vida normal, pero su mente volvía constantemente a la noche en el claro y a las revelaciones de Gabriel y Lucian. Cada vez que se encontraba sola, sus pensamientos la llevaban de regreso a esos momentos, y la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder nunca la abandonaba.En la escuela, Althea intentaba concentrarse en sus clases, pero sus pensamientos siempre divagaban. Se preguntaba si alguno de sus compañeros de clase tenía alguna idea de lo que realmente sucedía en la ciudad, si alguna vez habían notado algo extraño. Pero no se atrevía a preguntar. Temía que la tomaran por loca.Un día, mientras caminaba por el pasillo entre clases, se encontró con una chica de su edad que parecía diferente a los demás. Tenía el cabello oscuro y los ojos penetrantes, y había algo en su aura que captó la atención de Althea. Decidió hablar con ella."Hola, soy Althea," dijo, sonriendo.La chica la miró