Jeremith no me dejes aquí.
—Para qué deseas regresar a mi casa si todo este tiempo te has rehusado a ser mi esposa.
—Tengo derecho de estar con mi hija.
—Julieth se quedará conmigo, y tu estarás aquí encerrada hasta que me divorcie de ti.
—Jeremith.
—Siempre te daré el divorcio que tanto ansiabas, pero mi hija se quedará en mi casa. Así que mejor ve olvidándote de ella.
—Mi hija no…
—Mañana mismo ordenaré que investiguen quien es ese imbécil que se atrevió a meterse contigo y lo voy a joder.
Él se marchó, Rous se quedó mortificada en el templo, sintiéndose perdida. Después rezó a la diosa; imploró por su hija y por Alan, porque ahora su esposo lo iba a buscar para hacerle daño.
Jeremith salió muy afligido del templo, nece
En la mansión Alan habló con Antonia y ella le contó de la ausencia de Rous.—Ella jamás habría dejado a la niña, algo grave debió suceder con el Alfa.—Sí, esta noche lo voy a averiguar.Rous pidió hablar con el sacerdote principal del templo.—Eso que ustedes hicieron conmigo no es justo, mi esposo me quiere dejar aquí encerrada y me apartará de mi hija que tiene semanas de nacida, yo no le he sido infiel.—Su alma está ligada a otro mate, usted no puede negarlo delante de la luna que ilumina lo que esconde el ser.—Mi esposo me echó, andaba con su amante y me exilió, hasta sufrí su muerte, ahora él desea que lo ame cuando ya no deseo hacerlo.—Nosotros ignorábamos que usted tenía otro mate, creímos que solo necesitaba sanar sus heridas, el ritual fue dise&ntil
Esa misma tarde Jeremith llevó a Rous de regreso a la mansión. Ella corrió a ver a su hija y la cargó en sus brazos.—Mi bebé preciosa te extrañé mucho —Miró a Antonia—. ¿Cómo se portó?—Muy bien señora, durmió casi toda la noche, solo se despertó una vez y se tomó su biberón.Jeremith llegó.—Ya me voy a la reunión mi amor. —Rous le sonrió como una esposa cariñosa.—Está bien. —Jeremith le dio un beso a la niña y se marchó. Antonia miró a Rous con extrañeza. En cuanto él salió de la habitación, el semblante risueño de Rous cambió.—¿Qué sucedió señora? creí que el Alfa la había dejado encerrada en el templo.—Intentó hac
Después de cenar se fueron a la galería y destaparon más vino, Arturo también estaba feliz porque su esposa iba a cumplir su gran sueño de reunirse de nuevo con su madre y su hermano. Pero Vera se acercó a Jeremith que estaba sentado en un sofá con Rous y le dijo:—No deberías traerlos a la manada, tu hermano fue exiliado para evitar que hubiera una guerra entre ustedes, tal vez él querrá lo que es tuyo.—Mi hermano jamás querrá quitarme nada abuela. Él pertenece a este lugar, también es un heredero.—Tu abuelo le entregó a Rey su fortuna desde niño, no tiene necesitad de nada.—Abuela, deberías celebrar con mi hermana y conmigo en vez de decir esas cosas, estoy seguro que no tendré nada por qué preocuparme.—Espero que no te arrepientas más adelante —La vieja mir
Reina aguardaba en la sala cuando Jeremith llegó. La mujer se quedó observándolo sin mover un músculo, de pronto se acercó a él y le tocó la mejilla a la vez que tenía una expresión de asombro. Así permaneció por algunos segundos, después fijó su mirada sobre los ojos de su hijo y le dijo:—¡Tú eres Jeremith Reymond! —Él la miró con cariño.—Sí madre, soy Reymond.—¡Pero tu abuelo me dijo que habías muerto en un accidente de avioneta!—En realidad estaba perdido. Duré seis meses fuera de casa y tuve problemas de la memoria, pero la recuperé y regresé. —Ella lloró.—¡Entonces no te perdí! —Lo abrazó—. Lamenté tanto porque creí que no te volvería a ver, ¡pero ahora me das esta aleg
Elisa estaba muy feliz con su madre y le presentó a su esposo y a sus hijos. Vera la recibió con cordialidad, aunque era inevitable el distanciamiento entre ambas mujeres, Reina tal vez podía comprender que el Alfa fue obligado a separar a los gemelos; pero ella y sus hijos habían sufrido mucho por la separación, y perdieron muchos años en los cuales Elisa y Jeremith crecieron como huérfanos de padre y madre.Bebieron un té y Vera se retiró a descansar por la tarde. Reina le dijo a Elisa:—Quiero conocer a la esposa de Jeremith.—¿Te refieres a la omega?—¿Es una omega?—Sí, mi hermano se ha vuelto loco por esa mujer y dejó a su prometida.—No es malo que se haya enamorado de una omega.—Yo diría que más bien está embrujado, si la vieras madre, es una corriente.—Creo que Jere
Jeremith llegó a la habitación, con una mirada Antonia comprendió que él quería estar a solas con su esposa y se marchó. Él se acercó a Rous y el dio un beso.—¿Te gustaron las flores?—Están muy hermosas.—Como tú. —Besó su mano, Rous lo miró con extrañeza.—¿Por qué me miras así?—Nunca te había visto tan… empalagoso. —Jeremith se carcajeó.—¿Cómo hice para conquistarte entonces?—Creo que no hiciste nada, solo éramos amigos.—¿Entonces cómo es que terminamos juntos?—un día dijiste que éramos novios, después me pediste matrimonio.—Ya veo, tu solo me seguiste el ritmo.—Confiaba en ti. —Lo dijo en un tono seco.—Quie
Cuando ellas bajaron a la fiesta Jeremith agarró a Rous de la mano.—Ven mi amor, te estaba esperando.La llevó a la tarima y le hizo una señal al maestro de la orquesta, esté ordenó cambiar la música alegre y dejó sonando un violín de fondo. Rous no tenía idea de lo que Jeremith estaba por hacer delante de todos los invitados.Él se dirigió a los presentes.—Quiero agradecer a todos ustedes por compartir con mi hermana Elisa y conmigo la alegría que nos ha producido el regreso de nuestra madre después de tantos años. Elisa y yo estamos muy orgullosos porque al fin nos hemos reencontrado. A su vez deseo en esta linda ocasión, hacer algo muy especial, y es que como ya todos lo saben, estoy felizmente casado con la mujer que se ha adueñado de mi corazón.Hubo aplausos, Rous tenía el rostro serio, ella no le c
En la mañana Jeremith Rey ya se había levantado cuando oyó que abrieron la puerta de la pequeña habitación donde se encontraba.La omega ingresó con la comida, y su hermano estaba alerta con un arma. Ella puso la bandeja en la mesa y en tono amable le dijo:—Por favor no deseche la comida, debe alimentarse. —ÉL la observó y se rió mientras meneó la cabeza.—¡Qué ironía, mis captores se preocupan por mi salud! ¿Cuánto les pagan por tenerme aquí encerrado. —La joven se sonrojó y se dirigió a la salida, Jeremith alzó la voz.—¿Cuánto les paga mi tío? Yo puedo darles el doble o el triple. Tengo mucho más dinero que él. —Él hermano le dijo a la joven.—Vámonos, ya sabes que no debes escucharlo.Cuando quedó solo Je