Reina aguardaba en la sala cuando Jeremith llegó. La mujer se quedó observándolo sin mover un músculo, de pronto se acercó a él y le tocó la mejilla a la vez que tenía una expresión de asombro. Así permaneció por algunos segundos, después fijó su mirada sobre los ojos de su hijo y le dijo:
—¡Tú eres Jeremith Reymond! —Él la miró con cariño.
—Sí madre, soy Reymond.
—¡Pero tu abuelo me dijo que habías muerto en un accidente de avioneta!
—En realidad estaba perdido. Duré seis meses fuera de casa y tuve problemas de la memoria, pero la recuperé y regresé. —Ella lloró.
—¡Entonces no te perdí! —Lo abrazó—. Lamenté tanto porque creí que no te volvería a ver, ¡pero ahora me das esta aleg
Elisa estaba muy feliz con su madre y le presentó a su esposo y a sus hijos. Vera la recibió con cordialidad, aunque era inevitable el distanciamiento entre ambas mujeres, Reina tal vez podía comprender que el Alfa fue obligado a separar a los gemelos; pero ella y sus hijos habían sufrido mucho por la separación, y perdieron muchos años en los cuales Elisa y Jeremith crecieron como huérfanos de padre y madre.Bebieron un té y Vera se retiró a descansar por la tarde. Reina le dijo a Elisa:—Quiero conocer a la esposa de Jeremith.—¿Te refieres a la omega?—¿Es una omega?—Sí, mi hermano se ha vuelto loco por esa mujer y dejó a su prometida.—No es malo que se haya enamorado de una omega.—Yo diría que más bien está embrujado, si la vieras madre, es una corriente.—Creo que Jere
Jeremith llegó a la habitación, con una mirada Antonia comprendió que él quería estar a solas con su esposa y se marchó. Él se acercó a Rous y el dio un beso.—¿Te gustaron las flores?—Están muy hermosas.—Como tú. —Besó su mano, Rous lo miró con extrañeza.—¿Por qué me miras así?—Nunca te había visto tan… empalagoso. —Jeremith se carcajeó.—¿Cómo hice para conquistarte entonces?—Creo que no hiciste nada, solo éramos amigos.—¿Entonces cómo es que terminamos juntos?—un día dijiste que éramos novios, después me pediste matrimonio.—Ya veo, tu solo me seguiste el ritmo.—Confiaba en ti. —Lo dijo en un tono seco.—Quie
Cuando ellas bajaron a la fiesta Jeremith agarró a Rous de la mano.—Ven mi amor, te estaba esperando.La llevó a la tarima y le hizo una señal al maestro de la orquesta, esté ordenó cambiar la música alegre y dejó sonando un violín de fondo. Rous no tenía idea de lo que Jeremith estaba por hacer delante de todos los invitados.Él se dirigió a los presentes.—Quiero agradecer a todos ustedes por compartir con mi hermana Elisa y conmigo la alegría que nos ha producido el regreso de nuestra madre después de tantos años. Elisa y yo estamos muy orgullosos porque al fin nos hemos reencontrado. A su vez deseo en esta linda ocasión, hacer algo muy especial, y es que como ya todos lo saben, estoy felizmente casado con la mujer que se ha adueñado de mi corazón.Hubo aplausos, Rous tenía el rostro serio, ella no le c
En la mañana Jeremith Rey ya se había levantado cuando oyó que abrieron la puerta de la pequeña habitación donde se encontraba.La omega ingresó con la comida, y su hermano estaba alerta con un arma. Ella puso la bandeja en la mesa y en tono amable le dijo:—Por favor no deseche la comida, debe alimentarse. —ÉL la observó y se rió mientras meneó la cabeza.—¡Qué ironía, mis captores se preocupan por mi salud! ¿Cuánto les pagan por tenerme aquí encerrado. —La joven se sonrojó y se dirigió a la salida, Jeremith alzó la voz.—¿Cuánto les paga mi tío? Yo puedo darles el doble o el triple. Tengo mucho más dinero que él. —Él hermano le dijo a la joven.—Vámonos, ya sabes que no debes escucharlo.Cuando quedó solo Je
Él le agarró la mejilla.—No te cases con él, no reafirmes ese matrimonio.—Debo hacerlo, Jeremith desea descubrir con quien estoy enlazada, si lo hace te matará, no sé cómo logré tranquilizarlo, pero me quería matar en el templo. Si descubre que tú eres mi mate no tendrá compasión ni de ti ni de mí.—Entonces aceptaste solo para protegerme.—No quiero que te suceda nada, aunque desearía estar contigo. Quisiera que te quedaras, aunque solo sea para verte de lejos.—No debo permanecer aquí mucho tiempo, ahora que Gabriel lo sabe todo es aún más peligroso.—Me sentiré sola cuando ya no estés aquí. —Rous recostó su rostro sobre el pecho de Alan.—No importa si no vuelvo a verte, nunca dejaré de amarte y de pensar en ti cada momento de mi vida.
En la tarde antes de la cena Jeremith subió a buscar a Rous, ella ya se había vestido, estaba frente a la cómoda poniéndose un prendedor en el cabello. Jeremith cargó a la niña y la arrulló.—Tienes que crecer rápido para que nos acompañes a comer en la mesa.Él se acercó a Rous y se quedó observando su rostro con detenimiento. Notó que ella tenía un brillo especial, como si estuviera dichosa. Puso el semblante serio, llevó a Julieth a su cuna y volvió a acercarse a Rous.Le levantó el mentón y la miró con sospecha.—¿Por qué me agarras así? —Jeremith no le contestó, sino que la jaló hacia sí y olfateó su cuello.—¿Por qué haces eso?—¿Saliste a alguna parte?—No. —Rous tembló por dentro
Joseph y su hermana fueron a llevarle la comida a Jeremith Rey. Cuando abrieron la puerta él no estaba encadenado cerca de la cama como debía. —¡¿Dónde está?! —El omega se puso alerta con su pistola, de pronto un gran lobo de color blanco y ojos plata se abalanzó contra el muchacho y mordió la mano donde tenía el arma, la joven gritó espavorida y el lobo corrió por todo el complejo de la bodega y tomó las escaleras de la salida. Tenía pensado escapar. Jeremith rey se llevó la sorpresa que en la casa no había por donde salir, todo estaba trancado por fuera y bien asegurado. El lobo recorrió buscado una ventana, pero todo había sido preparado precisamente para evitar que él pudiera escapar. Ello le causó desespero y comenzó a moverse de aquí allá buscado algún modo de salir. —No hay por dónde escapar. Dijo la joven con su voz dócil y amble—. Nosotros también somos prisioneros de su tío. —Ella tenía la ropa de Jeremith en la mano y la puso sobre la mesa.
Jeremith miró a Rous con una expresión de triunfo.—Te dije que lo descubriría.—¡Felicitaciones! has ganado.—Si he ganado, porque ahora podré quitarlo del medio, ya no habrá quien estorbe entre mi mujer y yo.—¿Cómo? ¿Matándolo? ¿Harás las cosas como se hacían siglos atrás y mancharás el nombre de tu familia matando a uno de sus miembros? Ya puedo imaginarme a todos diciéndole que por una omega mataste a tu primo.—Como si te importara lo que hablan los demás. —Elisa intervino.—¿Acaso no la vas a arrestar por adúltera?—¡Cállate hermana! —Miró a todos—. ¡Váyanse! quiero estar solo con mi esposa.—¿Qué piensas hacer conmigo ahora? creí que también me mandarías a ar