El ambiente se tornó una hoguera con leves ráfagas de un viento frío y amenazante, un encuentro injusto en cuanto a números, pues uno contra más de cincuenta hombres armados y con orden de disparar al primer cambio, no era precisamente algo de lo cual vanagloriarse.__ ¿Temor, Crown? - le cuestionó bajando dos escalones más. - Porque para ser quien se ha dicho tanto últimamente, me parecería una burla tenerte como contrincante. __ Yo no soy quien tiene dos armas en el cinturón y ocho hombres alrededor, seis tiradores en las columnas, dos en cada puerta y si sumamos a quienes están afuera sin quitarme los ojos de encima, creo que quien se debería sentir indignado realmente sería yo. - contestó con la misma actitud arrogante que usó Darío. - Vengo solo. Mi principal línea de defensa me la quitaron al entrar, ¿porque sigues temiendo? __ No te sientas especial. Solo se tiene precaución del imbécil que no le tuvo miedo a la muerte cuando acabó con mi tranquilidad. - bajó los últimos dos e
Lazarus siempre se desplazó entre los objetivos que su jefe le entregaba sin mayor problema que un atraso. Su letalidad era la más temida de entre los de su tipo. Caer no era una opción. Peleó entre bandos enteros, a los cuales dio de baja y derribó con la mano armada solo con una hoja de filo extremo. Cortes limpios, tiros certeros y puños que jamás pudieron ser devueltos. Cada víctima que él tomaba jamás llegó a ser un problema más que para deshacerse del cuerpo y aún con tiempo relativamente corto, este no tuvo un solo fallo. Los grupos militares lo conocían muy bien, en su etapa de un criminal desconocido, pues sus masacres eran todo lo que sabían de él. Siempre cubrió sus huellas, su rostro y no dejó que nadie lo viera en ningún momento. Siendo catalogado como un tipo con la habilidad más temida entre muchos. Matar a todo aquel que se volviera su objetivo. Entre tantas formas, usando cuchillos. En ese instante solo pensaba en batir su récord, una vez más. Asesinar a su contr
Silas jamás fue de admitir sus equivocadas ideas, nunca le preocupó en absoluto el resto, menos cuando sus propios intereses se veían afectados. Lo arrogantes lo llevaban en la sangre, pues para Braulio la situación no era muy diferente. Un dicho muy frecuente entre ellos siempre fue que cada ser humano debía cuidar de su mundo, sin importar el del resto. Y siempre lo hicieron. Su mundo eran sus hermanos y padres al principio, cuando Silas se casó, su esposa y su hijo se volvieron el propio, pero aún así no dejó de pensar en las primeras personas que conoció como parte fundamental de su vida. Ahora Braulio tenía esa mentalidad. Su mundo eta Adelina, pues comprendió el hecho de que para sus padres verse envueltos en lo que ahora se había convertido, debía pasar el infierno sobre sus cabezas. Ellos odiaban el crimen, pero lo querían a él. Un dilema que no pensó en dejarles resolver, porque si bien quería mantenerlos a salvo, los quiso hasta el punto de tomar la decisión por ellos. S
Adelina vio cada noticia referente a lo ocurrido en esa ciudad, notando como en la política se trató de esconder el nombre de quien causó daño sin dar la cara más que para fingir empatizar las las víctimas o afectados. A nadie le convenía que se supiera que pusieron a un criminal de la talla de Darío en un cargo como el que tuvo durante años. Pero si a ellos les pareció mala idea, para Silas Crown eso fue lo único en lo que no pensó. Con datos que nadie más tenía, levantó sospechas y hasta investigaron su nombre por creerlo y acusarle de estar ligado a organismos criminales. Sin darles el gusto de encontrar nada, él a diferencia de otros, no tenía nada que esconder. Lo investigaron durante semanas para tratar de desacreditarlo, sin creer que a lo único que pudo asemejarse fue a ser atacado por el mismo Darío, dando más fuerza a sus acusaciones. __ Su deber es salvaguardar la integridad de este congreso y de su nación, no bajar el nivel de...__ Mi deber es hacerle conocer a la gen
Nadie esperaría que para un sujeto que era catalogado como el ser más superficial o narcisista, hubiese algo que lo llenara al punto de reír con solo ver su imagen desde el primer instante. Todos lo veían como el sujeto a quien nadie podía tocar, ver de cerca, pues cuando sus socios lo permitían, siempre había un momento en donde él salía sin dar la menor explicación, dejándolos a ellos excusándolo con gran empeño de mantener su imagen, como si se tratara de su misión en la vida. Con las palabras reconfortantes de algunos, los que veían con extrañeza su salida, no tenían más dudas sobre su ocupada rutina, volviéndose un privilegio el tenerlo en un evento tan solo unos minutos. Aquel que o lograba, era visto como magnífico y lo plasmaron en periódicos o tomaron como referencia de qué hacer o decir para obtener los mismos resultados.Braulio por su parte se dio cuenta de la copia tan habitual en la cuál se volvieron los eventos a los que asistió. Meses en los que se hizo presente para
Una vida llena de remiendos a un alma con un número alto de roturas fue lo que se fue curando con el tiempo pasando sobre la familia que se acentuó con la llegada de un hijo, el cual con poco más de un año, sorprendió a sus padres con pasos tambaleantes. Aarón contaba con una madre que siempre festejó cada uno de sus logros, por muy pequeños que a otros les resultara. Le fue imposible no ser del tipo de mujer que capturaba esos recuerdos para dejarlos plasmados y que aún siguieran deleitando a otros con el pasar del tiempo. Un niño que le gustó andar de la mano con su padre, dando sus primeros pasos en la vida, creando experiencias, dejando huellas y adorando a la mujer que le gustaba verlos desde un sitio alejado cuando ellos decidían ir a montar. Inquieto, con los pies más veloces que pudieron ver y las dudas siempre siendo las protagonistas en su vida, Aarón le buscaba juego a su padre al solo poner los pies en el suelo. Braulio debía ser rápido para evitar que no llegase a cruz
Solo se necesitaría una dosis de ideas nuevas para que a Adelina se le ocurriera mantener a Braulio ocupado con cuidados para ella, verla con el vientre más notable con cada semana lo era todo para él, aunque no cuando se le hizo fácil subir a sillas para pintar una nueva habitación. Su esposo tenía que estar, sí o sí cuidando de ella, pues si la descuidaba por un segundo, podía ver desgracias que prefirió evitar. __ La pintura se terminó. - le avisó Aarón a su madre, ella continuó pintando las figuras de autos en la pared, sonriente por el ruido que escuchó tan solo un par de segundos más. __ ¿Se terminó o la tiraste? - preguntó buscando otro color para que no todos fueran del mismo. __ La tiré. - se miró el zapato salpicado del azul que le habían dado en una pequeña lata. - Ahora tengo un zapato de color. __ Justo me faltaba uno azul. - se rió dándose la vuelta para ver el calzado del niño que mantuvo hundidos sus hombros, a la vez que su sonrisa bien 66marcada estaba presente
Nota: esto solo es un extra, para no dar un salto vacío. Nos vemos en el siguiente capítulo. La vida resultó ser un mar de sorpresas para Adelina, pues las semanas de embarazo llegaron a su fin y en menos tiempo del esperado su segundo hijo estaba ahí, en sus brazos, pero a diferencia del inquieto Aarón, este les hizo ver su capacidad por dormir y solo despertar para comer. Al principio creyeron que tenía algún problema con sus cuerdas vocales, pero cuando varios especialistas acordaron que solo se trataba de un bebé que disfrutaba de su vida y tenía sus tiempos medidos de alguna manera, vieron la diferencia entre cada uno. Con los meses se volvió aún más notable, Aarón amaba jugar con él, viéndose cada vez más unidos y su tío Walter, veía a quien debía prestarle más atención cuando quería pasar tiempo con ellos. Incluso cuando el tiempo de formar su propia familia llegó y en lugar de quedarse en ese sitio, se mudó a Nashville, Tennessee. Aunque para otros fuese un sitio poco conv