Una vida llena de remiendos a un alma con un número alto de roturas fue lo que se fue curando con el tiempo pasando sobre la familia que se acentuó con la llegada de un hijo, el cual con poco más de un año, sorprendió a sus padres con pasos tambaleantes. Aarón contaba con una madre que siempre festejó cada uno de sus logros, por muy pequeños que a otros les resultara. Le fue imposible no ser del tipo de mujer que capturaba esos recuerdos para dejarlos plasmados y que aún siguieran deleitando a otros con el pasar del tiempo. Un niño que le gustó andar de la mano con su padre, dando sus primeros pasos en la vida, creando experiencias, dejando huellas y adorando a la mujer que le gustaba verlos desde un sitio alejado cuando ellos decidían ir a montar. Inquieto, con los pies más veloces que pudieron ver y las dudas siempre siendo las protagonistas en su vida, Aarón le buscaba juego a su padre al solo poner los pies en el suelo. Braulio debía ser rápido para evitar que no llegase a cruz
Solo se necesitaría una dosis de ideas nuevas para que a Adelina se le ocurriera mantener a Braulio ocupado con cuidados para ella, verla con el vientre más notable con cada semana lo era todo para él, aunque no cuando se le hizo fácil subir a sillas para pintar una nueva habitación. Su esposo tenía que estar, sí o sí cuidando de ella, pues si la descuidaba por un segundo, podía ver desgracias que prefirió evitar. __ La pintura se terminó. - le avisó Aarón a su madre, ella continuó pintando las figuras de autos en la pared, sonriente por el ruido que escuchó tan solo un par de segundos más. __ ¿Se terminó o la tiraste? - preguntó buscando otro color para que no todos fueran del mismo. __ La tiré. - se miró el zapato salpicado del azul que le habían dado en una pequeña lata. - Ahora tengo un zapato de color. __ Justo me faltaba uno azul. - se rió dándose la vuelta para ver el calzado del niño que mantuvo hundidos sus hombros, a la vez que su sonrisa bien 66marcada estaba presente
Nota: esto solo es un extra, para no dar un salto vacío. Nos vemos en el siguiente capítulo. La vida resultó ser un mar de sorpresas para Adelina, pues las semanas de embarazo llegaron a su fin y en menos tiempo del esperado su segundo hijo estaba ahí, en sus brazos, pero a diferencia del inquieto Aarón, este les hizo ver su capacidad por dormir y solo despertar para comer. Al principio creyeron que tenía algún problema con sus cuerdas vocales, pero cuando varios especialistas acordaron que solo se trataba de un bebé que disfrutaba de su vida y tenía sus tiempos medidos de alguna manera, vieron la diferencia entre cada uno. Con los meses se volvió aún más notable, Aarón amaba jugar con él, viéndose cada vez más unidos y su tío Walter, veía a quien debía prestarle más atención cuando quería pasar tiempo con ellos. Incluso cuando el tiempo de formar su propia familia llegó y en lugar de quedarse en ese sitio, se mudó a Nashville, Tennessee. Aunque para otros fuese un sitio poco conv
__ Ya sé donde se encuentra. - dijo Braulio bajando el teléfono. - En las carreras clandestinas. Como siempre. Espero que haya llevado a alguien con él, porque de seguro volverá hasta la madrugada. Era la cena previa a su aniversario, de donde su hijo menor salió enseguida sin decir más que estaría bien, luego de entregar su regalo que era un viaje para el día siguiente. Se zafaba muy bien de algunas cosas, con su astucia y aún cuando estaban al tanto de ello, solo se preocupaban más por su bienestar y estabilidad, que por aquello que podían arreglar de otras maneras. __ Si lo llevó. Es lo que sea, menos irresponsable. - dijo Aarón viendo a Leonardo manteniéndose erguido, mientras su madre le arreglaba la camisa. Adelina lo veía desde su lugar, con Adrián en sus brazos, jugando con su collar. - Enviaré a alguien para que te quedes tranquilo. __ No es que no se sepa defender solo, pero como han estado las cosas últimamente es mejor no confiarse. - dijo Braulio viendo en la misma dir
La noticia azotó el corazón de Braulio cuando llegó a sus oídos, de voz de unos de sus hombres se enteró de lo que había pasado con uno de sus nietos.Adelina tenía lágrimas en los ojos, él lava fluyendo por sus venas y ambos estaban a nada de mandar a todos al diablo al querer ir mucho más rápido de lo que él vehículo lo hacía. Todo se desmoronó para Aarón, a quien la impotencia lo hizo alejarse de su esposa cuando la vio destruida y la culpa lo embargó. Decirle que había perdido a su hijo más pequeño lo destruyó y en cuanto lo golpeó exigiendo que se lo devolviera, no pudo ni meter las manos. Para Aarón el sentimiento era el mismo. Sintió que sí lo merecía, asumió que esos golpes debían ser incluso más fuertes, más contundentes y de ser posible que reemplazaran el dolor en su tórax con algo físico. Luisa suplicó que llevaran a su bebé de regresó, agotando sus fuerzas y su voz, pidiendo a su esposo que fuera por él. Él le prometió que lo haría, que su hijo regresaría con ellos, pe
Los tonos rojizos en el cielo comenzaron a verse, nadie podía sentir que eso fuera tan bonito como antes, la ilusión, la emoción y esas sonrisas desaparecieron de una familia entera que ya había sido desbaratada. Aun cuando se esforzaran por mantenerse unidos, el robo de su felicidad se dio en cuanto el menor de la familia desapareció.Luisa quiso verse fuerte, estar para los dos hijos que aún tenía, pero sus lágrimas salían cuando menos lo esperaba, apenas hablaba y cuando más lo intentaba cocinaba para ellos, sin embargo ese lugar vacío en la mesa, siempre la terminó por lastimar. Aarón la abrazó cuando ella se lo permitió, solo que esos momentos de una miserable y grotesca melancolía la embriagó muchas veces. La comida no sabía igual, el silencio en la mesa era horrendo sin sus balbuceos y que sus hijos vieran a cada nada a la silla sin ocupante, le destrozó el alma.Una visita de su publicista la hizo salir a la sala, pero cuando vio al bebé que cargaba con ella, no pudo evitar
La catarata se escuchó más cerca, más fuerte y hasta el agua se pudo sentir salpicando las piedras que estaban en la orilla. Pues aun con la distancia, esta era lo suficientemente grande como para que causara ese efecto.Cuando la lata comenzó a crujir de nuevo, Adelina tenía su rostro pegado al corazón descontrolado de su hijo. __ ¿Estás bien? - le preguntó Marcelo, la herida en su cabeza del otro los dejó fríos a los dos. __ Lo estoy. Hay que salir. - sacó la navaja de su tobillo para comenzar a cortar el cinturón que le quiso quitar para ayudarla a salir. Pero estaba enredada de varios sitios y con el aturdimiento no pudo hacerlo tan rápido como hubiese deseado.Miró la ventana llena de vidrios agrietados que solo lo retrasaría.Terminó de romper el vidrio para sacarla del auto. Ella se miró las manos ensangrentadas, tosiendo estrepitosamente para calmar su respiración. Los pasos siguieron escuchándose y ella trató de salir, mientras buscó con la mirada a su esposo. Deseó y rogó
La cabeza no daba para mucho, las emociones estaban a flor de piel, la compañía no se sentía como tal, pues para que Aarón sintiera que en verdad aún quedaba algo, debía por lo menos ver a alguien que le importaba. Uno. Solo suplicó por la voz de uno de ellos. Dejar de pensar que su hermano menor estaba muerto, pero todo apuntó a que sí era así. Uno de los cuerpos tenía esparcida mucha sangre encima y cada vez que las pruebas se hicieron arrojaron un sí que no quiso aceptar. __ Señor...__ ¿Cuál pruebas falta? - no quiso a nadie cerca. El ambiente era demasiado abrumador como para respirar. __ Ninguna. Todas han...__ No, no puede ser él. Marcelo es más... No piede ser él. - se negó a aceptar eso y en verdad sabía que la posibilidad de que lo fuera eran grandes, pero era su hermano, lo vio correr atrás suyo, obsesionarse con cualquier cosa y hacerlo ver increíble. ¿Como podría aceptar que era el cuerpo que tenía ahí? Pegó la cabeza a la pared en cuanto se quedó solo, apretó los