Después de una noche llena de abrumadoras emociones, gritos pidiendo auxilio, alarmantes ruidos que se expandieron por cada rincón y una desesperación por recibir ayuda de quien era su jefe y a quien servían, sin que sucediera, al fin el amanecer se hizo presente mostrando el desastre.El humo se levantó, los colores en algunos edificios cambió con sus ruinas, sumado a quienes tuvieron que huir en cuanto las autoridades se hicieron presentes. Los números para Darío, de ser los que lo hicieron sentir como el ser más poderoso del mundo, lo pusieron con el rostro entre sus manos. Nada podría describir lo que sintió, nació y se reprodujo, una y otra vez en su cabeza. Miró el número de bodegas perdidas con asombro. Las llamadas sin respuesta significaban que tampoco existían ya, aumentando su rabia con quienes le dijeron abiertamente que en caso de una guerra de clanes estaban fuera. Colocando a Braulio Crown a la par. En una sola noche. Arrasó con todas las cosas que habían en la mes
__ ¿Quien creería que alguien se sacrificaría por amor? - se burló Darío cuando se sentó frente a Adelina. Ella esperó a que continuara. - La versatilidad del sentimentalismo absurdo. No haría algo así, hay maneras. - uno de los hombres a su disposición le dejó una bolsa con comida en la mesa. - Estando conmigo nadie te tocaría y de seguro, si alguien se atreviera a hacerlo, solo bastaría con que digas que eres una de mis mujeres para estar libre. __ Al fin eres valiente para aceptar que quieres un harem. - agarró la bolsa para ver su contenido, ante la mirada de su ex. - ¿Que me asegura que no me has colocado veneno o un somnífero ahí? __ Nada. - contestó como si nada. - Pero soy mas de jeringas. Eso me permite ver el miedo en la víctima.__ Además no está tu hombre de confianza para que lo haga por tí. - le recordó. - Confío más en esa respuesta que en cualquier otra. __ No toques el fuego si no quieres salir quemada, encanto. Porque todo tiene un límite y creo que tú estas más q
El ambiente se tornó una hoguera con leves ráfagas de un viento frío y amenazante, un encuentro injusto en cuanto a números, pues uno contra más de cincuenta hombres armados y con orden de disparar al primer cambio, no era precisamente algo de lo cual vanagloriarse.__ ¿Temor, Crown? - le cuestionó bajando dos escalones más. - Porque para ser quien se ha dicho tanto últimamente, me parecería una burla tenerte como contrincante. __ Yo no soy quien tiene dos armas en el cinturón y ocho hombres alrededor, seis tiradores en las columnas, dos en cada puerta y si sumamos a quienes están afuera sin quitarme los ojos de encima, creo que quien se debería sentir indignado realmente sería yo. - contestó con la misma actitud arrogante que usó Darío. - Vengo solo. Mi principal línea de defensa me la quitaron al entrar, ¿porque sigues temiendo? __ No te sientas especial. Solo se tiene precaución del imbécil que no le tuvo miedo a la muerte cuando acabó con mi tranquilidad. - bajó los últimos dos e
Lazarus siempre se desplazó entre los objetivos que su jefe le entregaba sin mayor problema que un atraso. Su letalidad era la más temida de entre los de su tipo. Caer no era una opción. Peleó entre bandos enteros, a los cuales dio de baja y derribó con la mano armada solo con una hoja de filo extremo. Cortes limpios, tiros certeros y puños que jamás pudieron ser devueltos. Cada víctima que él tomaba jamás llegó a ser un problema más que para deshacerse del cuerpo y aún con tiempo relativamente corto, este no tuvo un solo fallo. Los grupos militares lo conocían muy bien, en su etapa de un criminal desconocido, pues sus masacres eran todo lo que sabían de él. Siempre cubrió sus huellas, su rostro y no dejó que nadie lo viera en ningún momento. Siendo catalogado como un tipo con la habilidad más temida entre muchos. Matar a todo aquel que se volviera su objetivo. Entre tantas formas, usando cuchillos. En ese instante solo pensaba en batir su récord, una vez más. Asesinar a su contr
Silas jamás fue de admitir sus equivocadas ideas, nunca le preocupó en absoluto el resto, menos cuando sus propios intereses se veían afectados. Lo arrogantes lo llevaban en la sangre, pues para Braulio la situación no era muy diferente. Un dicho muy frecuente entre ellos siempre fue que cada ser humano debía cuidar de su mundo, sin importar el del resto. Y siempre lo hicieron. Su mundo eran sus hermanos y padres al principio, cuando Silas se casó, su esposa y su hijo se volvieron el propio, pero aún así no dejó de pensar en las primeras personas que conoció como parte fundamental de su vida. Ahora Braulio tenía esa mentalidad. Su mundo eta Adelina, pues comprendió el hecho de que para sus padres verse envueltos en lo que ahora se había convertido, debía pasar el infierno sobre sus cabezas. Ellos odiaban el crimen, pero lo querían a él. Un dilema que no pensó en dejarles resolver, porque si bien quería mantenerlos a salvo, los quiso hasta el punto de tomar la decisión por ellos. S
Adelina vio cada noticia referente a lo ocurrido en esa ciudad, notando como en la política se trató de esconder el nombre de quien causó daño sin dar la cara más que para fingir empatizar las las víctimas o afectados. A nadie le convenía que se supiera que pusieron a un criminal de la talla de Darío en un cargo como el que tuvo durante años. Pero si a ellos les pareció mala idea, para Silas Crown eso fue lo único en lo que no pensó. Con datos que nadie más tenía, levantó sospechas y hasta investigaron su nombre por creerlo y acusarle de estar ligado a organismos criminales. Sin darles el gusto de encontrar nada, él a diferencia de otros, no tenía nada que esconder. Lo investigaron durante semanas para tratar de desacreditarlo, sin creer que a lo único que pudo asemejarse fue a ser atacado por el mismo Darío, dando más fuerza a sus acusaciones. __ Su deber es salvaguardar la integridad de este congreso y de su nación, no bajar el nivel de...__ Mi deber es hacerle conocer a la gen
Nadie esperaría que para un sujeto que era catalogado como el ser más superficial o narcisista, hubiese algo que lo llenara al punto de reír con solo ver su imagen desde el primer instante. Todos lo veían como el sujeto a quien nadie podía tocar, ver de cerca, pues cuando sus socios lo permitían, siempre había un momento en donde él salía sin dar la menor explicación, dejándolos a ellos excusándolo con gran empeño de mantener su imagen, como si se tratara de su misión en la vida. Con las palabras reconfortantes de algunos, los que veían con extrañeza su salida, no tenían más dudas sobre su ocupada rutina, volviéndose un privilegio el tenerlo en un evento tan solo unos minutos. Aquel que o lograba, era visto como magnífico y lo plasmaron en periódicos o tomaron como referencia de qué hacer o decir para obtener los mismos resultados.Braulio por su parte se dio cuenta de la copia tan habitual en la cuál se volvieron los eventos a los que asistió. Meses en los que se hizo presente para
Una vida llena de remiendos a un alma con un número alto de roturas fue lo que se fue curando con el tiempo pasando sobre la familia que se acentuó con la llegada de un hijo, el cual con poco más de un año, sorprendió a sus padres con pasos tambaleantes. Aarón contaba con una madre que siempre festejó cada uno de sus logros, por muy pequeños que a otros les resultara. Le fue imposible no ser del tipo de mujer que capturaba esos recuerdos para dejarlos plasmados y que aún siguieran deleitando a otros con el pasar del tiempo. Un niño que le gustó andar de la mano con su padre, dando sus primeros pasos en la vida, creando experiencias, dejando huellas y adorando a la mujer que le gustaba verlos desde un sitio alejado cuando ellos decidían ir a montar. Inquieto, con los pies más veloces que pudieron ver y las dudas siempre siendo las protagonistas en su vida, Aarón le buscaba juego a su padre al solo poner los pies en el suelo. Braulio debía ser rápido para evitar que no llegase a cruz