—¡Ayúdeme por favor! Sabrina se ha desmayado —pidió Keiner al señor Manuel.
—¿Cómo, que sucedió? —pregunta el señor Manuel.
—La verdad no sé, estábamos hablando y de repente ella cayó al suelo.
—¿Le acercaste el alcohol, haber si reaccionaba?
—Sí, pero nada.
—Llamaré a una ambulancia.
—Okey, se lo agradezco señor Manuel.
—De nada, es algo que cualquiera debería hacer.
—Enrique, ¿cómo estás? —dice una joven.
—Perdón, ¿quién eres? —preguntó Keiner.
—¿No te recuerdas de mi?, soy Beatriz.
—Beatriz, de verdad, ¡no lo puedo creer! —respondió Keiner y luego la abraza.
—Desde que teníamos 14 años, no, nos veíamos —dijo ella, también correspondiendo al abrazo
—Sí, tuve la oportunidad de hablar con ella; pero la mala noticia es que Sabrina murió. —¿Qué, acaso me estás bromeando? —le pregunta sorprendido Keiner. —No es ninguna broma, es muy en serio; ella lamentablemente partió de este mundo, sufrió un paro cardíaco. Por cierto, el señor Manuel fue el que llamó la ambulancia para que se llevaran a Sabrina, bueno no estuvo conmigo en el hospital; pero si llamo a emergencias. Ayer fue lo sucedido con ella, sólo que hasta hoy me dijeron que murió por un paro cardíaco. —No lo puedo creer. La chica que fue mi amiga, ha muerto, esto es increíble. —responde Keiner y en su rostro se logra ver tristeza, y unas lágrimas amenazando con salir. —¡Por Dios! Sabrina murió. Esta es una mala noticia. —dije sorprendida. —Te agradezco por avisarme. —De nada, por cierto, debes ir al hospital, ya
—Gracias, mi amor, porque aceptaste ser mi esposa, no te imaginas lo feliz que me siento, saber que estaremos juntos por el resto de nuestras vidas, esto es y será lo mejor que me a pasado en la vida. —me dice Keiner.—Más bien, gracias a ti, por amarme y enseñarme que el amor también era para mi. —le dije y lo abrace.—Definitivamente esto es difícil; sin embargo estoy feliz por ustedes dos. —dijo mi tío.—Yo ni para que cariño, nuestra sobrina que es como hija para nosotros al fin va a casarse y tendrá a su lado un hombre que realmente la ama. —dice mi tía.—Así como yo te amo a ti, él debe amar a nuestra sobrina, o incluso más. —dijo mi tío y luego le dio un beso a mi tía.—Tienes raz&o
—Hola, señor Antonio, ¿que sucede? —preguntó Enrique. —Tú padre acaba de morir, le dio un paro cardíaco fulminante, y no aguanto, todo sucedió tan rápido, lo llevamos al hospital; pero no hubo nada que hacer. Lo siento muchísimo. —dice Antonio. —No, no me digas eso, me estás mintiendo, mi papá está bien. —dice Enrique caminando de un lado a otro, con las lágrimas amenazando en salir. —Yo jamás mentiría con algo así, Enrique tu padre lamentablemente se fue de este mundo y se que es muy duro de asimilar. —respondió Antonio. —Es que no puede ser mi papá no puede estar muerto. —dijo Enrique y se derrumbó en el piso, llorando desconsoladamente, mientras Logan le daba palabras de aliento. —Mi amigo, lo siento mucho por la perdida de tu papá. Estas situlaciones son muy duras, es un duelo difícil de asimilar. Pero; por más c
Les contaré sobre mí: Primero les diré lo complicado que ha llegado a ser mi vida. Hace poco que salí del instituto ya graduada y aunque fue un motivo para estar muy feliz, yo la pasé triste ya que no tenía a ningún amigo con quien compartir ese momento tan importante de mi vida. Yo estaba totalmente sola, sin nadie que me abrasara y dijera: "felicidades por tú logro". Mis padres tienen dos años de fallecidos. El resto de mi familia está en otros países y no podían viajar hasta acá. Así que tuve que decidí irme a vivir a otra ciudad y así poder trabajar haciendo dibujos para historias. Generalmente, no es un trabajo en sí; sólo lo hago para poder vivir y poder pagar el departamento que tuve que rentar, no tenía de otra. Después de pasar un año completo sin que me gustara algún chico de la institución y justo ahora que ya no tengo que seguir yendo, me topo con la sorpresa, de que un chico
—Hola, vecina. —me saluda un joven que nunca había visto; entra a mi departamento como si nada. No esperó a que le respondiera el saludo ni mucho menos que dijera si podía entrar o no. —Hola, disculpa, ¿Quién eres? ¿Porqué entraste así como si nada a mí departamento? —le respondí al joven, un tanto nerviosa y molesta. —Disculpa que haya entrado de esa forma; pero yo suelo ir a donde los vecinos y dejarles esto. —me dijo el joven y me entregó una pequeña cajita con unos chocolates. —No te hubieses molestado. Yo no suelo recibir nada a nadie. —le dije y le devolví la cajita. —Acéptalo por esta vez, y te prometo no darte nada más. —respondió el chico. —Esta bien, ahora vete. —le respondí y en cuanto se lo dije, desvió la mirada y luego se fue. Estuve nerviosa durante todo el rato que ese chico estuvo en mi departamento. Era un hecho
Me sorprendí al leer la carta, ya que sólo decía: «estimada Vero, soy tú admirador secreto. Simplemente te vi y me enamoré de ti. Aquí te dejo mi número de teléfono, mis redes sociales y también un dibujo de como fue qué te miré por primera vez.» Observe el dibujo y me di cuenta que como me había conocido fue cuando hablé con la señora Fátima, cuando estaba fuera del departamento. Así que era de lógica pensar que el joven nos había estado observando mientras doña Fátima y yo, conversábamos. Miré a todos los lados de la carta; para ver si la persona que lo escribió, había anotado su nombre. Y sí, efectivamente, estaba escrito el nombre de Keiner. O. «¿Quién será ese tal Keiner. O?» Me preguntaba a mí misma, mientras guardaba la carta en un cajón. De repente mi celular timbra. Era un número desconocido que no recordaba haber visto antes. No sabía si contestar o no la llamada. Me sentía nerviosa, "y no sabía, el porqué de ello." &nbs
El chico me dió un beso y me dejó realmente muy confundida; yo no entendía el ¿porqué me dio ese beso? —Quién crees que eres para llegar así como así y darme un beso? —le Pregunté. —Eres tan hermosa, me encantas mucho. —¿Te gustaría pasar una noche conmigo? —me dijo. —¡¿Qué te pasa idiota?! —le grité y luego le di una bofetada. —Pensé que te gustaría la propuesta. ¿No que a las mujeres les gusta eso? —me respondió. —No, ¿estas loco o que? No todas las chicas son iguales. Yo soy chica de respeto. Ahora, lárgate de mi departamento. —le dije enojada, sacándolo a empujones de mi departamento. —Pero.... yo... Me iba a decir algo justo cuando cerré la puerta frente a sus propias narices. ¿Que acaba de pasar aquí? -me preguntaba. No entiendo nada, nunca nadie me ha dado un beso y me ha di
—Solo te diré que debes tener cuidado con el señor Alfonso. —respondió Keiner, en voz baja. —"Por Dios", me asustas. —exclamé. —Créeme, te lo digo por tú bien. Aquí está mi número para que me llames o me escribas en el caso que lo necesites. Keiner me dio su número en un papelito. —Okey, esta bien. Aunque no comprendo muy bien lo que dices, igual tendré cuidado y te llamaré o escribiré, si lo requiero. —le dije. —Bueno, me voy, adiós. —se despidió. —Adiós y "gracias". —respondí. Después de eso, cerré la puerta del departamento, asegurándola muy bien. Tenía miedo, de aquello que me había dicho Keiner eso me preocupaba enormemente. ¿Y sí esa persona que me dijo Keiner, realmente me hace daño? ¿Qué puedo hacer? —pensaba en voz alta. Minutos después,