Los mágicos

Habían llegado al aeropuerto, les había tomado un par de días conseguir la documentación —falsa— adecuada para que todos pudieran viajar sin inconveniente con los humanos, ya estaban a pocos días de poder pisar la tierra de los mágicos y Katerine estaba nerviosa, todo sobre el viaje la estresaba, pero los Vigilantes no dejaban de asegurarle que todo estaría bien.

Bien, pues Katerine no lo estaba, se sentía enferma, todo la hacía sentir enferma. Sobre todo cuando los humanos miraban en dirección a Ean, aun cubierto por una capucha y lentes oscuros lograba llamar la atención, su cuerpo, su forma de moverse, ese brillo que no se podía esconder aunque lo cubrieran con una manta.

La afectaba, constantemente, tener que aguantar la respiración cuando los ojos de alguien se quedaban prendados en el fijamente.

—Estás demasiado pálida, niña —le susurró Reneess.

—Todo esto me pone muy nerviosa —admitió.

La mujer abrazó a Katerine con delicadeza

AngelDeLosLibros

"Recuerdo su mano sobre la mía, la sensación que me producía, como si fuera alguien o algo que me perteneciera”. “…nada hay en el mundo que nos separe, que no sea nuestra propia voluntad”. El extracto pertenece a el libro: Violet and Finch. "Te susurré que te quería. Te lo susurré mil veces". Pertenece al libro: El chico que dibujaba constelaciones.

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