CAPITULO 13

GIULIO

Salí abrumado de la cocina para ir por el botiquín de primeros auxilios.

El aroma de Leila inundó todo mi ser y me sentí incapaz de tratarla con frialdad cuando tuvo ese pequeño accidente.

Cuando llegué al ático y no la encontré en su cuarto, caminé en dirección a la cocina y me quedé en el umbral de la puerta para observarla.

Otra vez vestía de negro.

Otra vez me demostraba tácitamente, al igual que en la mañana, que casarse conmigo era una tragedia para ella por mis condiciones de no concederle nada de mi fortuna.

Sentí cierta rabia bullendo en mi torrente sanguíneo al recordar el momento en que firmó el prenupcial. No había demostrado ninguna emoción, pero estaba seguro que fue algo difícil porque en ese instante se tuvo que convencer que estaba verdaderamente atrapada en un ma

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