Capítulo 31
—Me voy de aquí, ocúpate tú de calmarla —solté estas palabras mientras me escabullía por el extremo opuesto del salón.

Pero mi intento de evitar el drama fue inútil, pues Isabel no estaba dispuesta a dejarme escapar.

—¡No te atrevas a irte, María! ¡¿Así que primero me robas el marido y luego huyes como una puta cobarde?! —la voz chillona de Isabel retumbó en el salón, haciendo que todos los presentes se quedaran paralizados.

Los invitados comenzaron a murmurar entre ellos, tratando de entender semejante espectáculo que se desarrollaba.

—¡Alcánzame si te atreves pues zorra! —le lancé una sonrisa burlona mientras le hacía un gesto con la mano.

—¡Maldita seas, María! —Isabel cegada por la rabia daba vueltas sin rumbo.

—Por favor, Isabel, tranquilízate un poco. Solo vine a ver a María por los papeles de la casa. ¿No eras tú la que insistía en que cortara todo vínculo con ella? No podemos divorciarnos sin resolver primero lo de los bienes —Antonio la contenía por la cintura mientras intenta
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