Elizabeth se mira al espejo al probarse el quinto vestido desde que salió de la ducha, el que lleva ahora azul con un corte recto que resalta bien su figura, de hecho hasta cree que parece resaltar el color de su piel. Pero la verdad es que no está del todo seguro, y hasta comienza a temer haberse equivocado al aceptar esa idea de una cena con Víctor, o técnicamente una cita.—Algo que solo durará una noche, sin ilusiones ni esperanzas de un futuro, solo… solo para tener un buen recuerdo —murmura la mujer sentándose en el borde de la cama, ya que si bien cada fibra de su cuerpo parece estar embriagada en el sopor del deseo, una parte de ella parece recriminar que se merece mucho más que eso.Y es posible que en realidad se merezca más, pero sabe que si deja pasar esa oportunidad de al menos dejarse llevar por esa noche, lo lamentará por siempre. Cada parte de su ser le recriminará haber sido tan cobarde o demasiado presuntuosa, por lo que poniéndose de pie una vez más levanta el rost
Al sentir los rayos de sol sobre su rostro, Elizabeth abre los ojos con pereza, sintiendo en el cuerpo una mezcla de satisfacción y cansancio que le llevan a pensar qué ha sucedido la noche anterior. Ya que no recuerda alguna otra vez en su vida en la que haya despertado con esa sensación de… llenura, al girar el rostro hacia la izquierda y ver a un durmiente Víctor ñas imágenes cruzan rápidamente su cabeza, llegando incluso a hacer que se sonroje.Al verlo tan en paz como parece estar ella, se inclina a creer que él ha disfrutado de esa noche juntos tanto como ella, incluso llega a sentir el impulso de despertarlo con un dulce beso. Pero al recordar que su arreglo fue una noche juntos, se resiste y juntando toda su fuerza de voluntad se levanta de la cama lo más silenciosamente posible. Ya que no está segura de qué manera entablar una conversación luego de eso, por lo que recolectando su ropa por toda la habitación se viste y sale de la habitación.Estando en la ducha, sintiendo el a
Bajo el agradable calor y luz del sol matutino, Elizabeth se ha dado a la tarea de regar las plantas del jardín, usualmente es la tarea del jardinero. Pero le ha parecido que sería una actividad que le podría brindar algo de claridad a su mente. Y de paso tener una excusa para no tener que escuchar a Helena que parece haber decidido instalarse por un buen rato, y si bien sabe que deberá hacerse a la idea de soportarla de manera permanente, por ahora procurará evitarla cuanto pueda.—Mucama, cocinera, secretaria, y ahora jardinera. ¿Acaso hay algo que no hagas? —pregunta Luis acercándose a ella con una sonrisa divertida en el rostro.—Solo trato de mantener mi trabajo como cualquier otra persona, no hay nada de especial en eso —asegura la mujer sintiéndose reconfortada por su presencia que siempre ha sido agradable.—¿Y escapar de la presencia de ciertas visitas indeseadas? —murmura el empresario soltando una risa divertida, ya que él también escapó de Helena en cuanto pudo.—Sería poc
Sintiendo que todo su cuerpo es sacudido por un violento temblor, Víctor intenta mantener firme la mano con la que está tratando de llenar un par de vasos con whisky. Ver a Elizabeth besándose con Luis fue como recibir un golpe en la boca del estomago, pero que luego él viniera para decirle que van a casarse, fue como si hubiese recibido una puñalada al corazón. Por un momento hasta creyó que solo se lo estaba diciendo para restregárselo en la cara, pero al ver su rostro de felicidad, fue capaz de comprender cuan enamorado está de ella. Algo que en realidad no lo hace menos doloroso, ni más fácil de sobrellevar, solo lo hace sentir como una especie de monstruo por no alegrarse de la felicidad ajena.—¿Y? ¿No vas a decir nada? ¿No te alegras de que tu viejo amigo por fin haya encontrado el amor? —pregunta Luis sentado en uno de los sillones del estudio, con una expresión de radiante felicidad en el rostro.—¿Qué? ¡Sí, claro que me alegro! Brindemos por esta nueva etapa de tu vida en l
—¿Y bien? ¿Qué es lo que piensas hacer con tu hijo? —pregunta Ana sentándose a la mesa del amplio comedor en el que su marido está almorzando carne de res con papas al horno.—No estaba al tanto de que tuviera que hacer algo con él —murmura el hombre de pelo gris sin mucho interés en el tema, conociendo lo suficiente a su esposa como para saber la dirección que tomará esa conversación.—¡Hay que hacer algo porque su ex que está en la quiebra se hace pasar por embarazada para conseguir casarse con él y quedarse con su fortuna, esa maldita tramposa! —declara la protectora madre teniendo presente que su hijo es demasiado inocente como para darse cuenta de las verdaderas intenciones de esa mujer.—¿Helena? Sí… me he enterado de los problemas financieros de su familia, aunque ella estuvo con Víctor cuando él aún no tenía siquiera un centavo, no parece una locura que lo estén ahora que los papeles se han invertido. Además, nuestro hijo ya no es un niño, él sabe lo que hace —cuestiona el pa
Habiéndose enterado que Helena ha abierto una tienda de vinos, Ana la observa desde el interior de su vehículo con una expresión de desprecio. Solo hay dos opciones por lo que pudo decidir poner esa tienda, tratar de asegurarse un ingreso de dinero cuando sus padres terminen de caer en la ruina, o como parte de su estrategia de convencer a Víctor de que es una buen partido, después de todo no hay nada como una mujer trabajadora y emprendedora.La señora Torres se baja del vehículo al ver a la empleada saliendo de la tienda y las persianas de acero de esta comenzando a bajar, parada en la acera toma una ligera bocanada de aire fresco que exhala con tranquilidad. Con la vista fija en la puertas a la que aún no han cerrado con llave comienza a está allí por el bien de su familia, y aunque ha pedido ayuda a su marido dará fin a ese asunto en ese mismo instante.—Disculpe, ya hemos cerrado —anuncia Helena al oír la campanilla de la puerta al abrirse, saturada de haber tenido que trabajar t
Víctor contempla a Helena recostada en la camilla de la Clínica, hace mas de dos horas que han llegado y ella aun sigue sin despertar. Allí sumida en la inconsciencia y con una bigotera por la que le pasan oxigeno, al verla en ese estado no puede evitar sentir cierta angustia ante idea de perderla, de que a pesar de haberla salvado de las llamas de ese incendio la muerte pueda hallar alguna manera para reclamarla. Ya que después de todo, ella es lo único que le queda para aspirar a una familia.—Señor Torres, ¿Aún sigue aquí? —pregunta un doctor al entrar en la habitación y verlo sentado al lado de la paciente.—¿A qué otro lugar podría ir? —cuestiona el empresario sin apartar la vista de Helena, como si dependiera de su vigilancia que ella aun siga entre los vivos.—A su casa a descansar, a darse un baño, ¿Al menos pasó por la Guardia para que lo examinaran? Usted también inhalo mucho humo —plantea el medico examinando el suero y el estado de la piel de la paciente.—Yo estoy bien,
—¡Así que la muy maldita logró salvarse, y nada menos que por mano del idiota de mi hijo, no puedo creerlo! —exclama Ana lanzando el celular sobre la mesa al ver la fotografía de Víctor sacando a esa mujer de la tienda en llamas.—¡Así que nuestro hijo se ha convertido en todo un héroe, debo decir que me ha inspirado hasta cierto orgullo ver esa imagen de él salvando a la mujer con la tienda en llamas de fondo, casi parece la promoción de una película! —clama Fernando con una gran sonrisa sentándose en la mesa para desayunar.—Lo que ha hecho ese muchacho fue una tontería, arriesgarse de esa manera para salvar a una don nadie, podría haber muerto, no tiene ni una pizca de sentido común—reclama la mujer enfadada por la poca preocupación que su marido refleja frente a esa situación.—Pues para él no parece ser una don nadie, sino más bien alguien muy especial. Me pregunto si hubiese hecho lo mismo si hubieras sido tú la que estuviese allí dentro a punto de rostizarte como un pollo —pla