Víctor camina nerviosamente de un lado a otro de su estudio, ve la hora pasar en el reloj demasiado de prisa, acercándose al horario en el que su socio acordó ir a cenar con Elizabeth. Algo que está muy lejos de querer que suceda, aunque lo cierto es que no tiene muchas opciones para evitarlo, o al menos no sin quedar en evidencia. Pasándose la mano por el rostro intenta pensar en algo, en alguna cosa que impida al menos por ese día evitar que se encuentren, que algo pueda surgir entre ellos.—Es algo egoísta, lo reconozco, pero simplemente no puedo dejar que él la enamore. Aún no estoy dispuesto a renunciar a ella, no al menos hasta que sepa si es verdad que no puede tener nada con ella por ser hermanos —murmura el empresario sintiendo que se está comportando de una manera muy inmadura.Una maliciosa sonrisa se dibuja en sus labios al ocurrírsele una idea, puede que no pueda evitar que Elizabeth vaya, pero puede hacer que Luis no tenga tiempo para cumplir con esa cita. Y está seguro
Elizabeth se sienta en la cama refregándose los ojos con la mano, despertándose al sentir que hay alguien en su habitación, o al menos al tener esa extraña sensación de estar siendo observada, lo cual resulta muy perturbador. A medida que su vista se va acostumbrando a la oscuridad logra reconocer su antigua habitación, ya que finalmente su jefe decidió que era mejor que se mantuviera durmiendo en la mansión y no en la casa de la servidumbre, de esa manera estaría a su disposición al necesitarla.—Despertaste, no estaba seguro de que fueras a hacerlo —murmura la voz masculina de un hombre de traje sentado en la punta cama observándola con una mirada cargada de melancolía.—¿P-papá? ¿C-cómo es posible? —murmura la mujer sintiendo un escalofrío recorriéndole el cuerpo, pensado que aún debe de estar soñando.—¿Que cómo es posible? Solo deseaba poder hablar una vez más contigo, y bueno… aquí estoy —responde el anciano encogiéndose de hombros como si la respuesta no fuese muy importante.—
—¿Cómo descansaste el resto de la noche? —pregunta Víctor sentándose a la barra del desayuno en la cocina tratando de no sonar tan interesado como lo está realmente.—Mejor, en verdad quiero disculparme por lo que pasó, me siento muy avergonzada —murmura Elizabeth sirviéndole café en la taza, evitando mirarlo a los ojos.—No tienes que preocuparte por eso, aunque debo decir que realmente me preocupaste. Estabas aterrada, ¿Qué fue tan… malo? —pregunta el empresario con curiosidad esperando no sonar demasiado invasivo.—Nunca había tenido una pesadilla como esa, aunque puede que en realidad solo se tratase de mi propio subconsciente obligándome a enfrentar la realidad —confiesa la mujer soltando un largo suspiro, pensando que su mente ha de estar muy decidida a cumplir ese objetivo al hacerlo parecer tan real.—Pues es mejor que le hagas caso porque ha demostrado ser alguien con quien no conviene meterse —bromea Víctor tratando de librar un poco de tensión al ambiente, ya que según par
Mirando la hora en el reloj de pie por quinta vez, Elizabeth se pone de pie caminando nerviosamente de un lado a otro del vestíbulo mientras espera a su cita. Mordiéndose el labio inferior se mira el vestido verde esmeralda de corte recto que ha elegido para la ocasión, preguntándose nuevamente si ha sido una buena elección. No quería usar nada muy revelador, pero tampoco algo demasiado simple, ya que el hecho de que sea una mucama no quiere decir que ya no pueda lucirse en una salida.—La puntualidad está muy lejos de ser la virtud de Luis —comenta Víctor tomando asiento en uno de los sillones, poniendo su notebook sobre sus piernas.—La verdad es que aun está a tiempo, yo creo que he pecado de ansiedad y he bajado demasiado pronto —murmura la mujer sin molestarse en mirar a su jefe, ya que no tiene mucho interés en entablar una conversación con él.—Pues eso es algo que un hombre valoraría mucho, a la mayoría le toca esperar lo que parece una eternidad hasta que están listas —asegur
Apoyada en la mesada de la cocina, Elizabeth toma un sorbo de café observando el desayuno que ha preparado para su jefe, quien se fue sin siquiera tocar una sola cosa, a decir verdad sin siquiera dirigirle la palabra. Lo cual ha preferido atribuir a una emergencia en el trabajo y no a la cena que ella ha tenido con su socio, ya que después de todo si no hubiese querido que esa cita tuviese lugar, lo podría haber evitado.—Este hombre cada vez me confunde más, a veces creo que no está haciendo mas que jugar conmigo —murmura la mujer dejando la taza sobre la mesada al escuchar el timbre.—Deberías agilizar un poco más tus piececitos, tardas mucho en abrir la puerta —protesta Helena pasando nuevamente sin esperar a que se lo indiquen.—El señor Víctor no se encuentra, puedo avisarle que le llame cuando regrese —señala Elizabeth haciendo un gran esfuerzo para ignorar el comentario malicioso.—¿Y a dónde ha ido? —pregunta la visitante apretando los labios con cierto disgusto, mirando a la
Doblando la ropa de su jefe en la habitación de este mientras él está en su estudio, Elizabeth repasa mentalmente las palabras que él le ha dicho respecto a la que se podría llamar la nueva señora de la casa. La insoportable y venenosa pareja de Víctor, de solo pensar que deberá soportar cada uno de los caprichos de esa mujer vuelve a despertar en ella el deseo de irse de allí como al principio.—Pero no puedo hacerlo, al menos debería ser capaz de conservar la dignidad de respetar mi palabra —murmura la mujer soltando un suspiro de pesar al verse venir todo lo que le tocará soportar.Mientras baja los escalones de la escalera piensa en lo que Helena le dijo, y debe confesar que en parte tiene razón. Ella ahora no es más que una mucama, una insignificante empleada que está al servicio de quienes van a esa mansión, que debe soportar todo porque es parte de su trabajo. No tiene voz, no tiene voto, y sin duda a nadie le interesa lo que siente o piensa, algo que le tocará aprender a la fu
Recogiendo la correspondencia del buzón, para separar lo importante de simples propagandas, Elizabeth posa la mirada en la portada de una revista de farándula. En la que se ve la fotografía de Víctor y Helena paseando de la mano, cuyo titulo reza: “Cuando dos personas son almas gemelas están destinadas a estar juntas”, siendo las palabras de Helena quien está feliz con la reconciliación.—¡Increíble, cuando pensaba que no podía llegar a ser mas irritable! —exclama la mucama soltando un resoplido mientras se dirige hacia la cocina en donde su jefe se encuentra desayunando, queriendo saber si él estará al tanto de esa nota.—¿Ha llegado algo importante? —pregunta Víctor extendiendo la mano para recibir el periódico.—Pues si el anuncio de su reconciliación le parece algo importante… —murmura Elizabeth atenta a la reacción de su jefe.—¿El anuncio de qué? —interroga el empresario arqueando una ceja al no tener idea de lo que le esta hablando.—De su reconciliación, lo he mirado por arrib
Sentado en el sillón de su despacho, Víctor toma su tercer vaso de whisky, poco a poco comienza a sentir el efecto del alcohol en su cuerpo, pero eso no lo detiene de volver a llenarse el vaso una vez más. Tomando el resultado de la prueba de ADN nuevamente entre sus manos menea la cabeza en señal de negación, a pesar de que ya no puede verla tan claramente las letras en negrita del resultado saltan a sus ojos como un cartel de luz de neón, haciéndole soltar un gruñido de molestia.Estaba tan seguro de que esa prueba daría positivo, la seguridad con que su madre le dijo que era hijo del señor Rivera le parecía la prueba más tangible para pensar que eso fuese verdad. Pensar que se retuvo tanto de su atracción hacia Elizabeth pensando que eran hermanos, y no solo eso sino que la alentó a salir con Luis, e incluso él retomó su relación con Helena, y todo para nada.—Alguien está riéndose de mí allá arriba, espero que el muy maldito esté disfrutando de la telenovela en la que ha convertid