Doblando la ropa de su jefe en la habitación de este mientras él está en su estudio, Elizabeth repasa mentalmente las palabras que él le ha dicho respecto a la que se podría llamar la nueva señora de la casa. La insoportable y venenosa pareja de Víctor, de solo pensar que deberá soportar cada uno de los caprichos de esa mujer vuelve a despertar en ella el deseo de irse de allí como al principio.—Pero no puedo hacerlo, al menos debería ser capaz de conservar la dignidad de respetar mi palabra —murmura la mujer soltando un suspiro de pesar al verse venir todo lo que le tocará soportar.Mientras baja los escalones de la escalera piensa en lo que Helena le dijo, y debe confesar que en parte tiene razón. Ella ahora no es más que una mucama, una insignificante empleada que está al servicio de quienes van a esa mansión, que debe soportar todo porque es parte de su trabajo. No tiene voz, no tiene voto, y sin duda a nadie le interesa lo que siente o piensa, algo que le tocará aprender a la fu
Recogiendo la correspondencia del buzón, para separar lo importante de simples propagandas, Elizabeth posa la mirada en la portada de una revista de farándula. En la que se ve la fotografía de Víctor y Helena paseando de la mano, cuyo titulo reza: “Cuando dos personas son almas gemelas están destinadas a estar juntas”, siendo las palabras de Helena quien está feliz con la reconciliación.—¡Increíble, cuando pensaba que no podía llegar a ser mas irritable! —exclama la mucama soltando un resoplido mientras se dirige hacia la cocina en donde su jefe se encuentra desayunando, queriendo saber si él estará al tanto de esa nota.—¿Ha llegado algo importante? —pregunta Víctor extendiendo la mano para recibir el periódico.—Pues si el anuncio de su reconciliación le parece algo importante… —murmura Elizabeth atenta a la reacción de su jefe.—¿El anuncio de qué? —interroga el empresario arqueando una ceja al no tener idea de lo que le esta hablando.—De su reconciliación, lo he mirado por arrib
Sentado en el sillón de su despacho, Víctor toma su tercer vaso de whisky, poco a poco comienza a sentir el efecto del alcohol en su cuerpo, pero eso no lo detiene de volver a llenarse el vaso una vez más. Tomando el resultado de la prueba de ADN nuevamente entre sus manos menea la cabeza en señal de negación, a pesar de que ya no puede verla tan claramente las letras en negrita del resultado saltan a sus ojos como un cartel de luz de neón, haciéndole soltar un gruñido de molestia.Estaba tan seguro de que esa prueba daría positivo, la seguridad con que su madre le dijo que era hijo del señor Rivera le parecía la prueba más tangible para pensar que eso fuese verdad. Pensar que se retuvo tanto de su atracción hacia Elizabeth pensando que eran hermanos, y no solo eso sino que la alentó a salir con Luis, e incluso él retomó su relación con Helena, y todo para nada.—Alguien está riéndose de mí allá arriba, espero que el muy maldito esté disfrutando de la telenovela en la que ha convertid
—Podría haber jurado que eras su hijo, yo… estaba segura —murmura Ana mirando los resultados de la prueba de ADN, sentada en el estudio de su hijo.—Pues según parece te equivocaste, lo cual en realidad me resulta un gran alivio, ya que mi padre era mi padre —responde Víctor que lamenta profundamente haber actuado sin tener la seguridad de que eso fuese un hecho.—Es que por los tiempos, y la manera en que el señor Rivera te trataba, creía que incluso él estaba al tanto de que era tu padre —señala la madre llevándose la mano al pecho por la sorpresa, aunque en parte también siente un alivio, porque significaría que no le estuvo mintiendo a su esposo ya su hijo durante toda la vida.—O simplemente era un buen hombre, o trataba de mitigar el que tuviese que soportar los caprichos de su hija —señala el empresario deseando tomar un vaso de whisky, pero estando recuperándose de su borrachera del día anterior prefiere desistir de esa idea.—La hija que ahora tu apañas, sinceramente no entie
—¿Cómo que se fue? ¿Qué hiciste? —interroga Víctor yendo hacia la habitación de su empleada para cerciorarse de que su madre está diciéndole la verdad.—¿Qué podría hacer yo? Solo le pedí un té y se puso como loca, dijo cosas muy hirientes, que no tenía razón alguna para obedecerme cuando yo fui su sirvienta, y que ya estaba cansada de todo esto —relata Ana subiendo la escalera detrás de su hijo, sabiendo que ya no encontrará a nadie allí.—¡No pudo haberse ido, teníamos un trato! —reclama el empresario meneando la cabeza en señal de negación al encontrar la habitación y el armario vacíos.—Uno que no creo que hayas pensado que ella cumpliría, sé realista, hijo. Todo esto era demasiado para su ego de consentida, solo era cuestión de tiempo para que tirara la toalla y se fuera —señala la madre apoyándose en el umbral de la puerta, observando con el ceño fruncido la reacción efusiva de su hijo.—No… ella me había dado su palabra, se estaba esforzando… no pudo simplemente haberse ido… —m
Saliendo del baño mientras se seca el cabello, Elizabeth toma una larga bocanada de aire, la paz que ha tenido en estas horas que lleva en la cabaña ha sido realmente reconfortante. Incluso a pesar de los recuerdos que la asaltan, buenos recuerdos, ya que en esos viajes solía ser cuando por fin podía sentir que su padre recordaba que tenia una hija a la que prestarle atención. Pero aún así vienen cargados de cierta melancolía, algo que en ese momento no le resulta algo muy grato.Con la toalla envuelta en el cabello mira por la ventana para no permitir que su paz se disipe, sus ojos pasean entre las montañas y el florido jardín del complejo de cabañas. Pagar el alquiler le ha costado casi todo lo que ha trabajado, pero al menos por dos semanas tendrá un techo sobre su cabeza, en la tarde se encargará de buscar algún trabajo en la ciudad, algo ha de salir.De en medio de unos rosales un sonriente muchacho de piel trigueña y cuerpo fornido le saluda amistosamente con la mano, por unos s
Aún recostado en la cama a pesar de que la claridad del sol se ha estado filtrando a través de la ventana de la habitación desde hace más de dos horas, Víctor sigue con la mirada clavada en el techo. De hecho, ni siquiera ha sido capaz de dormir unas pocas horas, su mente ha estado demasiado ocupada tratando de decidir si tragarse el orgullo e intentar de nuevo hablar con Elizabeth, o tomar la poca dignidad que le ha quedado y volver a su mansión.—Creo que fue un error haber venido hasta aquí, un tonto impulso al que no tendría que haber hecho caso… —murmura el empresario obligándose a levantarse e ir hasta la cocina para hacerse un té o lo que sea que encuentre allí.El golpe en la puerta de entrada hacen que se voltee hacia ella sin mucho animo de abrir, seguramente es ese tipo que administra el lugar, el cual por cierto tiene muy poco talento para tratar con la gente. Al menos en la noche anterior parecía apresurado en deshacerse de él, aunque si estuviese en su lugar probablement
Fingiendo estar ocupado preparando la tierra para plantar unos lirios amarillos, Matías observa a Elizabeth saliendo de la cabaña del recién llegado con lo que parece ser una profunda decepción. Ante lo cual él no puede evitar sentir una punzada de celos, pues a pesar de haberla conocido hace solo un par de días, siente que quiere pasar cada uno de los que le restan junto a ella. Está convencido de que es una mujer especial a la cual uno no debería correr el riesgo de perder bajo ninguna circunstancia.Y todo iba bien encaminado entre ellos, al menos hasta que ese tipo apareció, y si bien por como ve las cosas pareciera que no permanecerá allí por mucho tiempo, cree que debería asegurarse de apresurar su partida lo más pronto posible.—¿Ya se marcha? —pregunta al empresario al verlo salir de la cabaña y dirigirse hacia el auto rentado.—No, y no creo que tengas tanta prisa por desocupar la cabaña, al menos no por que se te estén acumulando los clientes —responde Víctor sin mucha cordi