Horas después.

El sol hace que lentamente despierte. No puedo recordar dónde me encuentro, ni mucho menos, porque hace tanto sol. Sin embargo, cuando despierto y siento que estoy en algo caliente, mis ojos se abren rápidamente.

Me encontraba en la orilla de alguna playa. Algo que me hacía recordar porque había perdido la conciencia anoche. De inmediato, miro a mi alrededor en busca de sobrevivientes y para mi fortuna, me encuentro a uno de los chicos a pocos metros de mí.

— ¿Estás bien? Despierta, por favor estamos en Tierra firme. — Digo, moviendo un poco su cuerpo.

Siendo sincera, no sé realmente en donde nos encontramos, pero, con solo saber que ya no estamos en el mar, el alivio me invade. Pensé muchas veces que íbamos a morir naufragando. Pero, al saber que estamos en tierra firme, las probabilidades de sobrevivir aumentan más del cincuenta por ciento.

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