Capítulo199
Sí, todos envejecemos, pero que alguien envejezca de esta manera de la noche a la mañana... realmente duele ver algo así.

Gabriel me preparó el té rojo, pero cada sorbo me sabía amargo.

—Llévate el resto del té, así podrás preparártelo en casa. Es bueno para la belleza y la salud —me dijo mientras empacaba cuidadoso las hojas sobrantes.

Me trataba como a una verdadera hija, y ahora en su amabilidad se notaba también un dejo de culpa.

No pude rechazarlo, eso solo lo habría hecho sentir peor.

—Gracias. Cuando se me acabe, le pediré más —le respondí con tono despreocupado, tratando de animarlo un poco.

—Claro, pídeme lo que quieras. Sara, tú eres mi hija, ¿lo sabes? —me dijo, abriéndome su corazón.

Le agradecí con firmeza:

—Para mí, usted también es mi padre.

Cuando estaba en la escuela, casi siempre era Gabriel quien iba a las reuniones de padres. A veces Alicia quería ir, pero Gabriel insistía en que, con su posición, los maestros y el director me tendrían en mejor estima.

Aunque perdí
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