Sostuve su mano, dándole fuerzas en completo silencio.Pedro dijo que la operación duraría al menos seis horas. Después de tres horas de espera, a Sergio de repente le empezó a sangrar la nariz. Era por el exceso de nervios, lo que me mostró cuánto le importaba su hermana Mariana.—Voy enseguida por agua —durante estas tres horas, ninguno había bebido nada. La noche anterior, cuando Mariana no pudo comer por la operación, Sergio tampoco comió por acompañarla.—Estoy bien, ve a descansar un rato y vuelve más tarde —Sergio seguía preocupándose demasiado por mí incluso en este momento.Acepté y fui a la tienda del hospital por agua.Al volver, vi a Luis cerca del quirófano, apoyado contra la pared mirando al suelo, perdido en sus pensamientos. Recordando lo que vi en la habitación hace dos días, sabía que Maite ya había fallecido y que él no debería estar aquí.Pero ahí estaba de nuevo.Miré alrededor, esta planta era solo de quirófanos. ¿Tendría otro familiar enfermo? ¿O habría ocurrido
—¿Quién es el familiar del paciente?Sergio apenas había dado un sorbo de agua cuando la puerta del quirófano se abrió con brusquedad y Natalia salió apresurada.Era la médica asistente hoy, ayudando a Pedro en la complicada operación.—¡Yo! —Sergio se levantó tan alarmado que de pronto se tambaleó.Lo sostuve mientras nos acercábamos a Natalia. —Doctora Estrada, ¿qué sucede?—La paciente ha sufrido una terrible hemorragia durante la operación. Deben estar preparados para cualquier cosa . Este es el consentimiento —las palabras de Natalia nos dejaron paralizados.—¿Es acaso muy grave? ¿Cómo está la situación? —Paula, aún con el uniforme quirúrgico, llegó justo en ese preciso momento.La verdad no tenía cirugías hoy, pero tuvo que cubrir a un médico de guardia que tuvo una emergencia familiar.—Le seguimos transfundiendo sangre mientras buscamos el punto de la hemorragia —Natalia extendió a toda prisa el formulario de complicaciones quirúrgicas.Sergio no se movió, terriblemente paraliz
Me di cuenta enseguida del rostro sombrío de Natalia y sus puños apretados, mostrando claramente sus celos.Inquieta, la llamé de manera instintiva. —Doctora Estrada.Natalia apartó de inmediato la mirada de Paula y Pedro, y me respondió con frialdad y formalmente antes de que preguntara: —La paciente será trasladada a observación en media hora.Enseguida se marchó, y era evidente su resentimiento y enojo.Le di un toque a Sergio y susurré: —Está celosa.Sergio, ya más relajado tras el éxito total de la operación, apretó vigorosa mi mano. —Sí, el profesor Ruiz hizo bien.¿Eh?Miré sorprendida a Pedro, que aún seguía abrazando a Paula, y luego a Sergio.Él no se sorprendió.Entonces entendí que Pedro no solo abrazaba a Paula por cariño frente a todos, sino también para enviar un mensaje a quien tuviera falsas esperanzas, y para tranquilizar un poco a Paula con acciones.No lo habría notado si Sergio no lo mencionaba; los hombres realmente se entienden entre ellos.—Señor Araya, durante
Mariana salió de observación tres días después. No mostró signo alguno de rechazo ni molestias, y su recuperación fue incluso mejor y más rápida de lo que Pedro había previsto.—Parece que se adaptó muy bien al corazón —comentó entusiasmada Paula.—Quizás porque su dueño original aún no quería dejar este mundo —dije sosteniendo un hermoso ramo de flores.Esto me hizo preguntarle de manera discreta a Paula: —¿Sabes la información del donante?Paula me miró de reojo. —No, esa información es confidencial.Ya lo sabía, pero preguntaba por otra razón: me parecía increíblemente noble que alguien hubiera salvado la vida de Mariana.La puerta de observación se abrió de repente y sacaron a Mariana. Aunque Sergio y yo la habíamos visitado estos tres días, verla salir era diferente. Esta puerta representaba su completo renacimiento, el inicio de una vida normal y saludable.—¡Sergio, Sara, Paula! —exclamó Mariana emocionada, su voz aguda como un delicado delfín.Sergio se acercó cariñoso a abraza
Aunque la operación de Mariana fue exitosa, durante la recuperación podían surgir cierto tipo de complicaciones y necesitaba atención constante.Sergio contrató una cuidadora para el día, pero él mismo la acompañaba por las noches.Por eso últimamente pasábamos menos tiempo juntos, ya que durante el día ambos trabajábamos.—Sí, tengo tiempo —respondió Sergio de manera inesperada.—¿Y Mariana...? —apenas empecé a preguntar cuando de inmediato me interrumpió.—Me encargaré de todo —su actitud protectora se manifestó de nuevo.—Hace mucho que no paso tiempo contigo —cuando dijo esto con su frente contra la mía, sentí un nudo en el corazón.Era cierto.Cuidando a Mariana todos los días, naturalmente no tenía ni una pizca de tiempo para mí.No podía quejarme de esto, pero la verdad eso no significaba que no me sintiera desatendida.El partido de Miguel era en otra ciudad, a miles de kilómetros. Por lo tanto, fuimos en avión con Sergio.Al bajar vimos un cartel de bienvenida. Mientras nos pr
La voz de Sergio era profunda y severa.Mi actitud juguetona se desvaneció al instante al ver su rostro más delgado, pensando en lo cansado que debía estar cuidando a su hermana recién operada y además teniendo que consolarme.No quise seguir molestándolo, así que lo jalé con dulzura y expliqué con docilidad: —Miguel y yo solo somos amigos, por eso hablo de él libremente contigo, porque no tengo nada que ocultar.Al decirlo noté que sonaba algo extraño, pero no lo corregí.No mencionar a alguien no significa tener algo que ocultar.Significa que ya no importa.—Lo sé, pero igual eso me molesta —Sergio fue muy honesto.Pensándolo bien, si él elogiara a otra persona frente a mí, también me molestaría demasiado. Tal vez hasta lo echaría del coche.—Lo siento mucho, me equivoqué —me disculpé con dulzura. Sergio se suavizó un poco. —Conmigo no basta con disculparse de palabra.Capté de inmediato su insinuación y me acerqué más. —Te lo compensaré con acciones cuando lleguemos a la habitació
Su rostro estaba tenso y sombrío, diferente a cualquier otra ocasión.—¿Ah? —el hombre me miró sorprendido—. ¿Me equivoco? Imposible, su prometida es tan hermosa, no podría confun...—Mi prometida está en casa con mis padres —interrumpió enseguida Carlos antes de alejarse con pasos largos.—¿Cómo? No... —el tipo seguía mirando asombrada, pero al ver a Carlos alejarse corrió apresurado tras él, murmurando—. ¿Cómo puede ser tan parecida? Es como si fuera la misma persona.Carlos se había ido. No esperaba que mintiera para evitar ponerme en una situación tan incómoda.Conociendo su imponente carácter, debería haber admitido la verdad para avergonzarme a mí y a Sergio.Pero la verdad no lo hizo.E incluso al pasar junto a mí fue indiferente, como si realmente no me conociera.Este Carlos parecía diferente, como si hubiera cambiado.Ya no mostraba su antigua irritabilidad y podía fingir que éramos extraños al cruzarnos.De hecho, desde su regreso, excepto aquella vez bajo mi edificio, no me
Me desvanecí por completo en el sueño sin saber cuándo dejó de sonar el teléfono. Solo recuerdo que cuando Sergio me llevó del baño a la cama, tenía el cuerpo completamente lánguido y me sentía flaquear.Estaba tan agotada en ese momento que ni podía abrir los ojos. Me acurruqué bajo las sábanas.—Descansa un rato, te prepararé una sopa —susurró Sergio con voz ronca.Apenas murmuré un "mmm" antes de caer dormida.Entre mis sueños, seguía oyendo el teléfono sonar.No quería moverme ni podía abrir los ojos. Tanteé a mi lado, pero estaba vacío.—Sergio, Sergio... —lo llamé.Se acercó apresurado e inclinándose preguntó: —¿Qué pasa?Sin abrir los ojos, murmuré: —Mi teléfono hace mucho ruido.—¿Ok? —la verdad pareció no entenderme.—Celular igual a ruido —repetí.Sergio no respondió de inmediato. Después de un momento dijo: —Sasa, estás soñando, tu teléfono está apagado.¿En serio?Entonces, ¿qué era ese timbre que oía?Me quedé callada y seguí tranquila durmiendo hasta que desperté.Sergio