Capítulo 311
Cuando Sergio y yo bajamos del auto, Mariana estaba leyendo en la mecedora del patio. La brisa movía con suavidad su falda, creando una escena casi irreal, como sacada de un inigualable sueño.

Estaba tan concentrada en su lectura que ni siquiera notó cuando estacionamos en la entrada, hasta que Mateo la llamó:

—Mariana, ¿adivina quién llegó?

—Mateo, con ese cacharro tuyo que suena como tractor, ni necesito mirar para saber que eres tú —respondió Mariana, haciéndome soltar una fuerte carcajada.

Mateo pareció algo avergonzado, rascándose un poco la cabeza:

—No solo estoy yo, hay alguien más.

Mariana volteó una página con tranquilidad y siguió leyendo, ignorando por completo a Mateo.

Cuando él quiso decir algo más, le hice una ligera expresión de negación y me acerqué a ella.

Me paré detrás de su silla y miré el libro que sostenía:

—¿No habías leído ya este libro?

La última vez que vine, este mismo libro estaba en su mesita de noche. Era una antigua novela romántica.

Mariana se sobresaltó
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP