Capítulo 284
Sergio me miraba y podía sentir su nerviosismo.

Estaba claro que se sentía culpable.

En efecto, ningún hombre es generoso cuando se trata de la mujer que ama.

Al ver el raro nerviosismo de Sergio, sonreí para mis adentros, aunque mantuve una expresión seria.

Me paré frente a él sin decir nada.

Sergio movió los labios como queriendo decir algo, pero parecía dudar si hacerlo.

Este hombre tan directo, cuando dudaba, parecía un niño que ha hecho algo malo y no sabe qué hacer.

Viéndolo así, no pude contenerme y solté una risa.

Mi risa lo confundió aún más —Sasa...

Tomé la leche que me había preparado y me puse de puntillas para darle un beso en la mejilla —Gracias.

Luego me dirigí hacia la salida, ordenándole —Trae mi bolso.

Hasta que llegamos abajo, Sergio me siguió como un cachorro.

Aunque ya se notaba más relajado. Al llegar al auto, cambié mi costumbre y en lugar de ir al asiento del conductor, me dirigí al del copiloto.

Le lancé las llaves —Tú conduces.

Con Sergio al volante, me senté
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