Capítulo 246
Mi párpado se agitó dos veces de manera violenta. Los mayores decían que el ojo izquierdo palpitando traía buena suerte y el derecho, mala fortuna. Tenía un mal presentimiento.

Pero, aunque supiera que había un tigre en la montaña, debía subir. Aunque tampoco iría directo hacia el peligro. Pensando en esto, le escribí con precaución a Miguel: "Miguel, voy a ver en este momento a Mario, cúbreme."

No respondió, seguramente estaba entrenando. Sí, entrenando, no durmiendo hasta tarde, porque Miguel tenía una competencia y además del entrenamiento con el balón, tenía una exigente preparación física. Dormir hasta tarde no era una opción para él.

No me inquietaba que no viera el mensaje, lo miraría después del entrenamiento, y además aún faltaba para mi cita con Mario.

Respiré profundo, pisé el acelerador y me dirigí a la residencia Los Álamos.

Al llegar, el extraordinario Range Rover de Mario ya estaba parqueado en la entrada, y él hacía ejercicios de estiramiento.

Aunque dudaba si realmente
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