Capítulo 245
Recordando su acusación anterior, aproveché el momento para vengarme: —Por favor suelta mi mano, o te denunciaré por acoso.

¡Ja, ja,ja!

Alberto soltó una gran carcajada: —Adelante, denúnciame.

No tenía miedo. En fin, con alguien tan descarado mejor no complicarse. Intenté liberar mi mano.

Pero no me soltó, y con una sonrisa arrogante dijo: —Señorita, cuánto tiempo sin verte, cada vez estás más... guapa.

—¡Vete! —volví a forcejear para soltarme.

Siguió reteniéndome, y se acercó cada vez más: —Hermana tienes cada vez peor genio.

Cuando alguien carece de vergüenza, es imparable. Eso describe perfectamente a gente como Alberto.

—Alberto, ¿qué haces? ¿Tienes tiempo para coquetear ahora? ¡Ven rápido! —lo llamaron desde lejos.

Antes corría con tanta prisa, seguro tenía algo importante.

Pero ahora Alberto no parecía estar apurado. Ni siquiera atendió a quien lo llamaba, seguía aún sujetando mi mano: —Señorita, me han dicho que ahora estás libre, ¿puedo pretenderte?

Esas palabras me dolieron pr
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