Capítulo 121
—Que te pague Sergio —dijo Marta volteándose coqueta hacia él—. ¿Se puede, Sergio?

Cuando pensé que Sergio la iba a callar, lo escuché decir:

—Si ella quiere, puede ser.

Marta me pellizcó el brazo y empezó a parpadear como si tuviera un tic, obviamente había notado algo diferente.

¿Acaso a Sergio le parecía que el chisme no era lo suficientemente interesante?

Mira que decir algo así.

Para no darle a Marta material para murmurar, sonreí y le respondí:

—No necesito el dinero, no voy.

—Sara...

Sergio me miró, en silencio.

Durante el desayuno, sonó mi teléfono. Era la señora casera del departamento de enfrente. Pensando que había llegado a un acuerdo, contesté:

—Señora...

—Sara, disculpa que te moleste tan temprano —dijo con amabilidad. .

—No se preocupe, señora, dígame —respondí mientras bebía mi leche de soja.

—Sobre el alquiler del que hablamos, me contacté con la otra persona, pero no acepta. Dice que ni con compensación... —sus palabras me sonaron algo familiares, como si las hubiera
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