Capítulo129
No fue sino hasta que me sirvió el té cuando dije: —Ese maldito Carlos, nunca imaginé que al mostrar su verdadera cara sería un ser tan despreciable.

Tomé un par de sorbos del té y murmuré: —Resulta que solo me tenía lástima.

Aunque Carlos y yo nos separamos, los momentos y recuerdos hermosos del pasado permanecían en mi corazón, pero sus palabras de hoy destrozaron por completo el manto hipócrita que envolvía esa belleza. Paula apretó con fuerza mi hombro, acariciándolo con suavidad mientras decía: —No es tarde para ver cómo es él realmente.

Me quedé en absoluto silencio hasta que Paula me dio un pequeño empujón y sugirió: —¿Qué tal si le damos una lección?

—¿Qué? —mi estado de ánimo había tocado fondo. Las palabras de Carlos habían reabierto las cicatrices de mi corazón, haciéndome revivir el episodio más sangriento de mi vida.

Tenía razón en una cosa: cuando mis padres yacían en la fría morgue después del accidente automovilístico, me quedé sola por completo en este mundo y no sabía
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