— ¿Me contarás de una buena vez de que trata todo esto?
Jeorg la miró y sus profundos ojos color café le atravesaron. Su aura refulgió con lentitud, su poder se manifestó como una pequeña llama. — ¿Qué quieres saber? —Preguntó con voz baja, seria, con palabras que parecieron perderse en el ruido de la lluvia.
El hombre la evitó en la medida de lo posible desde que llegó el día anterior, justo en el momento en que Alex sufría por haber absorbido su aura. No se molestó tampoco en darle una explicación sobre lo que le pasó al niño, no se molestó en decirle una sola palabra. Su silencio cada vez resultaba más hosco, su mirada más pensativa.
Ahora Yaroit por fin lo hacía acorralado en la sala de la fortaleza.
No se iría sin que le contase la verdad, no dejaría que el hombre la
El día amaneció frío, con nubes grises y un viento funesto que helaba los huesos.Permaneció casi una hora recostada en la cama después de despertar, envuelta en las cálidas cobijas, mirando como Jeynz dormía. Mientras se preguntaba por céntima vez qué le llevó a querer tanto a la niña, dio la vuelta y sus ojos llegaron al techo.Aún bajo el peso reconfortante de sus cobijas no pudo evitar pensar en lo sobrenatural que resultaba la pequeña niña dorada, con esa especie de halo único que la hacía atrayente y peligrosa a la vez, los muchos choques “eléctricos” provocados por el roce de sus manos, la experiencia maravillosa y aterradora de la enfermería.Por más veces que le preguntase a Chrys sobre quien en verdad era la niña, lo único que el hombre afirmaba era que necesitaba cuidarla como se cuidaba a ella,
La nave una vez arreglada parecía casi nueva.El musgo, la tierra y toda la suciedad que cubría su superficie se retiró, las abolladuras se arreglaron en la medida de lo posible y algunas fallas por el momento irreparables como el ala rota se dejaron para después. Las estimaciones positivas de Efxil resultaron bastante acertadas.Quedó tan bien después de las reparaciones, que teóricamente al conectarla a una corriente con la fuerza necesaria encendería el tiempo suficiente para permitir enviar un mensaje al ejército de Efxil, incluso también un vuelo corto. Aun así debían de ser rápidos. Un solo fallo en sus cálculos o una sobrecarga de energía causarían que la frágil estructura colapse, explotando de inmediato y arrojando su trabajo y esperanza por los suelos.Sin embargo aunque imaginasen la peor de las posibilidades, para ese punto nad
—Es muy resumida la historia del fin de Ynlerenza y el inicio de Daosled. —Yaroit acabó la narración de forma tan abrupta que me embobe durante algunos segundos.— ¿Qué paso después? Estaba muy interesante, enserio. —Dije con voz suplicante. Vaelzaquein, Eracuier, conquistas galácticas y batallas que definen cosas tan importantes como el futuro de la galaxia. La tal Ynlerenza tuvo un final tan épico que su caída marcó el comienzo de Daosled, el mundo de dónde venían los antepasados de Yaroit, donde Jeorg nació envuelto en toda esa gloria.—Pasaron muchas cosas desde que Daosled comenzó hasta que fue destruida. —Poco a poco, su voz volvía a ese tono dulce que tanto me gustaba—. Ya te las iré contando. Ahora hay que continuar con tu entrenamiento.Suspiré. Siempre me contaba poco, dejándome con ganas de sa
Aterrizó sobre las ruinas del edificio. Por una vez no le importó que los humanos lo viesen. Por una vez se preocupó de verdad por uno.Su “salón del trono”, que era una réplica en pequeño del verdadero Salón Dorado del Palacio Rojo de Laegul, estaba hecho de tal modo que funcionaba a la vez de centro de operaciones y bunker para el peor de los casos, si bien ni él mismo tenía claro cuál sería el peor de los casos. Esa era la razón por la cual las paredes del salón no dejaban salir ni ingresar ningún tipo de señal de comunicación que no fuesen las de las computadoras o las de su propio brazalete.Ahí dentro un celular no servía para casi nada. Ahí dentro, el celular que usaba para comunicarse con Chrystiane no recibió ninguna de sus desesperadas llamadas, mucho menos la docena de mensajes que escribió como &uacut
El día era soleado y el calor endemoniado.Mientras se alistaba miró por la ventana del edificio como los soldados ayudaban a las labores de reconstrucción y ordenamiento, quitando escombros y habilitando de a poco partes de la base. Muchos servían de voluntarios para atender a los heridos que aún se recuperaban, otros más continuaban en el trabajo encargado por Ivan y por ella misma.<<Debí de quedarme en Quito. Ahí estaba muy fresquita>>.Al despertar de su inconsciencia en el ala médica del Palacio de Gobierno se encontró con un Ivan satisfecho, deseoso de contarle que su operación destruyó completamente a Juan Barragán y su centro de operaciones, además de que le obtuvo información valiosa que se relacionaba con los resplandores. Aunque no capturó a Barragán y causo un caos terrible en la ciudad, para él era todo un &eacut
Por fin la vieja nave se elevaba restaurada, devuelta a su antigua gloria cuanto fue posible.Después de las muchas horas y los varios metros cuadrados de selva virgen destruidos que les tomó encontrar las dos naves, las muchas más horas y el gran trabajo en conjunto usando las partes de la segunda para reparar la primera; después de todo ese esfuerzo por fin contemplaron satisfechos el resultado.Era cuestión de tiempo para que el vehículo funcionase de nuevo una vez conectado, tras treinta años permaneciendo a la espera, oxidándose debajo del suelo amazónico.Los Cinco y los Guapos abordaron el VEP de Efxil, encargado de llevar la nave reparada sujeta con un cable de acero. Los siete estaban listos para cumplir la parte final de su plan. Zeqdas miraba por la ventanilla como la distancia se acortaba en dirección a la central eléctrica que, en las afueras de Quito, les serviría d
Serani Efxil Darearc,iten ed Estrot Darearc,privetsagen ed zel Famyle Darearc.Señoría Efxil Darearc, hijo de Estrot Darearc, Primer Nacido de la Familia Darearc.Calendario terrano, 27 de febrero de 1977. Treinta y cinco años antes.El guapo muchacho miró como el dorado sol caía con sus fuertes rayos sobre el Palacio Rojo, allí en Laegul, capital de la Nación. Miró su brazalete. Ya era hora.Su padre debía de estarlo buscando. Como el General de las Fuerzas Eracuier, Estrot tenía el deber de estar presente allí desde temprano y él, su hijo, como Primer Nacido del General de las Fuerzas Eracuier, tenía el deber de acompañarlo con elegancia y porte.Era después de todo un día muy importante: los Trece Originales se reunirían en el Salón
¿Estaba soñando?No lo sabía con certeza y eso me asustaba.Me encontraba en una ladera enorme de tierra seca, llena de arbustos secos y hierba vieja. El lugar lucía oscuro, una fina lluvia caía, todo parecía muerto. No, de hecho así era.Todo estaba muerto. En mi cabeza, voces extrañas susurraban frases ininteligibles.Caminé mirando a izquierda y derecha, buscando alguna señal de vida o de algo que me permitiese saber que pasó ahí. Vestía el traje Daoslediano, pero este estaba corroído, sucio, muerto, como si fuese más bien una mortaja. Aunque el lugar se me hizo conocido, su aspecto de infierno no me dejaba reconocerlo del todo. Mis pasos eran cortos y dudosos, mientras ascendía con la intención de llegar a la cima de la ladera. A medida que me acercaba se hizo más audible un lloriqueo, un sollozo t