Yo siempre había visto a Jane como una mujer muy empoderada, pero, mientras desayunábamos me contó algo que me sorprendió. Me dijo que ella había estado con tipos parecidos a Cristian en más de una ocasión y que había sido maltratada física y psicológicamente. Me comentó que sin darse cuenta buscaba a hombres nefastos y muy parecidos entre ellos. Indicó que había sido muy difícil dejar ese círculo vicioso. Cuando su última pareja la golpeó tanto que quedó internada en una clínica conoció a una enfermera feminista, con la cual, se hicieron muy amigas. Y ella le aconsejó denunciar a su pareja y abandonarlo.Al principio Jane no quería hacer la denuncia. Tenía miedo de cómo iba a reaccionar su novio y además ella creía que era culpable de la situación. El maltrato psicológico había dejado huellas terribles. Sentía que no era una buena mujer y por eso sus parejas la castigaban para corregirla. En el fondo, los veía como buenas personas tratando de encarrilarla.Cuando llegaron unos policía
Pensé que las sesiones con la psicóloga iban a ser más difíciles. Son complicadas por las temáticas que abordamos, sin embargo, no me cuesta contarle mis cosas. Al igual que Jane yo soy muy reservada y me da vergüenza admitir que acepté un maltrato psicológico enorme por parte de mi esposo. También, me avergüenza haber tenido un amante. Bajo los códigos que fui criada eso era inmoral. No era muy distinto a ser una meretriz. Y a todo esto se suma haber bailado en un tugurio donde se realizan negocios ilegalesA Amanda, mi psicóloga, le hablé de mi mala relación con Cristian y lo difícil que era estar con Eduardo. Le comenté que a ambos le tenía miedo. Entendió que yo temiese a mi cónyuge, pero, no lograba ver el peligro en mi examante. Esto era porque no le conté todo. Omití que mi cuñado se dedica a negocios turbios y que me ofreció matar a mi marido. Tampoco, le dije que yo trabajé como bailarina en uno de sus cabarés cuando me enteré de que mi esposo tenía una amante. Todo con el fin
Cuando bailo me siento como pez en el agua. Danzar es mi elemento. Me hace sentir viva y plena. Cuando era niña asistía a clases de ballet en mi colegio. Aunque la danza clásica es hermosa no es la que me gusta. Yo prefiero la danza moderna. Es versátil, dinámica y teatral. Me apasiona lo expresiva que es. Los movimientos pueden ser muy distintos en una pieza de baile que en otra. Y tiene una serie de detalles más que hacen que yo ame a esta expresión artística.Estoy feliz con las clases introductorias de danza. En cada clase trato de absorber todo como si fuera una esponja. Puede parecer frívolo, pero, adoro como me veo con la vestimenta de danza. Participar en cada clase me hace muy feliz. Además, estoy muy ilusionada porque al finalizar el curso haremos una presentación pública en un reconocido teatro de Santiago.En las clases he conocido a personas muy diversas. Hay estudiantes muy jóvenes; Y otros, mayores que yo. Lo que tenemos en común es que todos compartimos la misma pasión
Al dejar la carretera bajó la velocidad, pero, me amenazó. Me indicó que no debía hacer escándalos o pedir ayuda, de lo contrario, me iba a ir muy mal. Mientras decía esto me mostró una pistola. Me di cuenta que mis miedos se estaban volviendo realidad. Y el terror que sentí se convirtió en una crisis de pánico fuerte. Apenas podía respirar mientras pensaba que iba a terminar asesinada por mi marido.De mala forma, Cristian, me pidió que me calmara. Me pasó unos lentes oscuros para que nadie viera mis ojos con lágrimas. Quería evitar que otras personas se dieran cuenta que había llorado. También, me pidió el celular para que yo no llamara a nadie. Con esto último se alejaba cualquier posibilidad de que alguien me ayudase.Llegamos al estacionamiento del edificio donde Cristian tiene un departamento. Al subirnos al ascensor nos topamos con uno de los conserjes que muy amablemente nos preguntó cómo estábamos. Mi cónyuge se adelantó en responder por los dos. Dijo que estábamos estupendo y
Me encerré con llave en el baño. Seguí las instrucciones del test. Tras haber dejado que gotas de orina inundaran al dispositivo, comenzó la larga espera. Fueron los tres minutos más largos de toda mi existencia. Sentía sentimientos encontrados. Por un lado, quería que el tiempo pasara rápido para tener la respuesta. Y, por otro lado, esperaba que el resultado no llegara nunca.Pasaron los tres minutos y yo no quería mirar el resultado. Cristian golpeó la puerta del baño preguntando si ya me había tomado el test. Le dije que aún no. Solo para ganar un poco de tiempo. Finalmente, tomé el aparato y para mi desgracia había dos líneas en él. Iba a ser la mamá. Y ninguno de los dos posibles progenitores me gustaban como padre para mi hijo.Al ver el resultado, mi estómago, comenzó a dar vueltas hasta que terminé vomitando. Mi cónyuge no aguantó más y abrió la puerta del baño. Tomó el test y al ver el resultado gritó de alegría. Cuando terminé de vomitar me abrazó y me felicitó. Además, agr
Para que Eduardo no fuera a escuchar nuestra conversación, le mandé un mensaje escrito a Jane contándole que estaba embarazada y que no sabía quién era el padre. Ella me preguntó si iba a tener al niño. Yo le dije que no estaba segura. Tenerlo pondría fin a mi sueño de ser bailarina profesional. Y no saber quién era el progenitor era un asunto grave que podía poner a los dos hermanos Marín de la Cruz en mi contra.Le comenté que Cristian sabía que estaba embarazada porque me había obligado a tomarme un test de embarazo. Él pensaba que el crío era de él. De todos modos, como médico sabía que tenía que ir al ginecólogo y tomarme unos exámenes para tener la certeza de mi estado de gravidez. A Eduardo no le había contado aún.Para que mi cuñado no sospechara nada, dejamos de hablar por escrito- Ambas borramos la conversación para que no quedase huella de nuestros dichos. Jane llevó la maleta hasta la sala donde esperaba Eduardo. Nos despedimos con un abrazo con mi amiga y ella me dijo que
Eduardo manejaba a gran velocidad hacia la clínica. El mareo y la excesiva pérdida de sangre hicieron que perdiera el conocimiento. O quizás fue por el pánico que sentía por estar con esta gran hemorragia y un dolor terrible en el vientre. Cuando desperté estaba en una habitación de una clínica acompañada de una enfermera con cara de amargada.Me sentía como si estuviese dopada. La luz me molestaba. Ya no sentía dolor. Quise levantarme. La enfermera bruscamente me indicó que no podía moverme porque me habían hecho un procedimiento tras tener un aborto espontáneo.Sentí sentimientos encontrados. Por primera vez valoraba el haber estado embarazada, sin embargo, por otro lado sentía que me quitaba un peso enorme de encima. No iba a tener que lidiar con el sentimiento de no saber quién era el progenitor de mi hijo. No iba a tener que postergar mis estudios de danza. Y sobre todo no iba a tener una atadura de por vida con uno de los dos hermanos Marín de la Cruz.Mientras pensaba en eso ent
Eduardo era tan atento y amoroso conmigo que me hacía olvidar sus actividades ilícitas y a la gente que lo rodeaba. Por momentos me sentía tan feliz de tener cerca a alguien tan gentil que decía amarme. Llegué a cuestionarme si me estaba enamorando de él.Ese enamoramiento se quebrantaba de inmediato ante cualquier detalle que me recordarse su rol de jefe de una mafia. Empezaba a sentirme paranoica. Creía que él, su gente o sus enemigos podían matarme en cualquier momento. Y acto seguido entraba en pánico. No podía respirar, tenía taquicardia y temía por mi vida.Mientras estuve internada, Eduardo, estuvo al lado mío casi todo el tiempo. Solo se ausentaba cuando iba a su departamento a ducharse o salía a comer algo. Por lo general, en ese periodo de tiempo era Jane que se quedaba acompañándome. Los dos se portaron muy bien conmigo.A mi amiga no le hablé de los negocios turbios de Eduardo, pese a ello, igual no le simpatizaba para nada. Decía que su sexto sentido le advertía que no era