Eli estaba la estaban llevando a la sala de partos, ella no quería ir sin Dante, pero el ruso seguía sin aparecer. Antes de entrar, ella les dijo a los dos enfermeros que pararan un momento, Dimitri se acercó a ella y la agarró de la mano.—¿Dónde está Dante? — preguntó ella desesperada.—No lo sé, preciosa. Le estamos llamando, pero da apagado. — respondió sonriéndole.—Se habrá arrepentido. — este negó.—No, no sabes las ganas que tenía de venir, de hecho salió antes que yo. — dijo su hermano. —Tranquila, tal vez se ha retrasado, pero estará aquí. —Quiero que él esté aquí. — exclamó con tristeza. —No quiero que nazcan y él no esté.—Estara, tranquila. — le animó.Ella entró en la sala y empezaron a provocarle en parto, tenía que ir de vez en cuando a mirarla.Dante por otra parte seguía estando en la sala de operaciones, seguían operandole. Había llegado muy mal al hospital y casi sin pulso. El accidente que había tenido, no había sido leve, había sido muy duro y a una gran velocid
Un año despuésEli se encontraba con sus pequeños hijoa jugando, había pasado un año de todo lo sucedido en Rusia. No volvió a saber de Dante, pero su hermano viajaba todas las semanas. Tenía ganas de preguntar, pero se callaba y no soltaba nada. Tenía curiosidad por saber de la vida de Dante todo este tiempo. Aún le echaba de menos y más cuando el pequeño Alek, era la misma copia del ruso. Tenía sus mismos ojos, su misma cara, su boca e incluso el lunar del cuello. Los niños una gateaban, pero su se mantenian de pies y daban unos dos pasos. Eli cogió su teléfono y marcó el número de Dimitri, este tardó en contestar cuando vio el nombre reflejado en la pantalla.-Dime, Elisabeth. - dijo totalmente serio. -¿Deseas algo?-Solo quería saber cómo estaban. - respondió tímida.-Estamos bien, Gracias. ¿Cómo están mis sobrinos? - preguntó tajante. -Estan bien, cada vez más grandes. - sonrió. -¿Cómo está...-Eli, no me preguntes por él. - la interrumpió. -Tu decidiste no saber de mí hermano
Elisabeth, aún no creía que Dante estuviera frente a ella, pero le veía serio y distante. Tenía ganas de abrazarle y decirle lo mucho que se arrepentía, que lo quería mucho. -¿Puedo pasar? - su voz ronca le erizó la piel.-Si, claro. - le dejó espacio para que pasara. Dante pasó y miró el salón, pero no había rastro de los niños. Escuchó la puerta cerrarse y se giró.-¿Quieres tomar algo? - el negó.-No, quiero ver a mis hijos. - respondió tajante.-Claro, voy a ir a por ellos. - tragó saliva. -Estan jugando.Eli dejó a Dante en el salón y fue por los niños a la habitación de ellos. Cuando entró, nos pequeños estaban sobre una cama de juguete en el suelo. Los cogió y los puso cada lado de su costado y salió de la habitación. Dante al verles, dejó caer unas lágrimas. Se había perdido mucho de ellos, perdió la memoria y no recordó a sus hijos. Pero gracias a su hermano y ex cuñado, pudo saberlo. Cogió a los pequeños y les sonrió, dejando besos sobre sus mejillas.-Que grande estáis,
Dos días exactamente habían pasado, Eli cómo prometió, de mantuvo alejada. Primero, porque le dolía ver a Dante con otra mujer y segundo, porque ella estaba enferma. La daba pena que ella estuviera enferma y le parecía extraño que Dante con lo listo que era, no se haya dado cuenta. Tal vez lo sabía y se hacía el tonto hasta que ella le dijera, pero Eli ahora no pensaría en eso. Ella era madre de dos nenes y su vida hacia cambiado por completo, ya tenía un responsabilidad muy bonita. Su hermano, se aconsejaba. Le decía que buscará a un hombre que la quisiera, que no se machacara tanto con Dante. Todos le decían lo mismo, que Dante en el momento que recordará, iría hacia ella. La joven bajó las escaleras y se encontró con su cuñada con el ordenador encima de sus piernas. La americana se acercó a ella y se sentó a su lado. —Hola, bella durmiente. — dijo Abby con una sonrisa. —Habras dormido bien.—La verdad es que es que no, no paro de pensar en Dante y en como recuperar su perdón. —
Dante estaba en el salón esperando a Elizabeth, tenía que ir a recoger a los niños. Ella se mantuvo alejada de él para no sufrir, verle con otra le rompía el alma. Ve como él ha rehecho su vida y ella aún le sufría, le lloraba como una estúpida. Ella después de todo, habló con un hombre, le pareció atractivo, pero no iba a correr el riesgo de volver a sufrir y muchos menos cuando en su corazón había otro hombre. Alex apareció en el salón, Dante giró su rostro y vio a su amigo. El ruso arrugó su ceño, no imaginó que Alex apareciera. Este se levantó del sofá y se acercó a él.—¿Que haces aquí? — preguntó con un apretón de manos. —¿Pasó algo?—No, tranquilo, todo está bien. — respondió con una sonrisa. —Vengo a recoger a los niños, es un favor que mi hermana me ha pedido. —¿Por qué no ha venido ella? — preguntó curioso.—Quiere estar alejada de ti, no quiere sufrir y verte con otra. — este asintió. —Ayer me contaron que ella había ligado, que un inglés la coqueteó. — el ruso hizo una
Eli salía de la casa, con un vestido corto color blanco ajustado a su cuerpo, unos zapatos negros de aguja, una chaqueta de cuero del mismo color. Su pelo largo suelto y su bolso. Caminó hasta las rejas y pronto apareció un coche negro Audi frente a ella. Jonas bajó con una sonrisa y le dio dos besos.—Estas preciosa. — halagó—Gracias, tú también estás muy guapo. — él sonrió y cogió de la mano.—Adelante, bella dama. — le abrió la puerta del coche y ella entró.Jonas puso el coche en marcha y salió de allí rumbo al restaurante. Él se mantenía mirando al carretera, mientras ella, miraba por la ventanilla. No sabía que contarle o como empezar la conversación, se sentía nueva en las citas. Cuando llegaron, él como todo un caballero la ayudó a salir del coche. Ella agarrada a su brazo, caminaron juntos hasta el interior del restaurante. —Buenas noches, señores. ¿Tienen reserva? — preguntó el camarero con amabilidad.—Si, a nombre de Jonas Walker. — dijo él inglés.El camarero miró el
Eli se había quedado tranquila tras contratar a Jonas como su abogado, quería hacer un convenio con Dante, cómo cualquier pareja hace cuando se separan. Ella se sentía mucho mejor no verle, aunque le echaba de menos, le extrañaba y deseaba tenerlo como una vez lo tuvo. La culpa fue de los dos, los dos se equivocaron, los dos cometieron el error. Nunca se mantuvieron juntos en esos momentos que más tenían que estarlo y ella sabía que tenia parte de culpa, pero él también la tenía. Ahora ella se encontraba en el jardín junto a sus hijos merendando, junto a su hermano y cuñada, como una familia. Eli era muy familiar, no era de discotecas, alcohol ni nada de eso. Era más de estar en casa y ver pelis hasta la madrugada. Su teléfono comenzó a sonar y ella lo cogió sabiendo quién era. Jonas tenía que informarla de cómo fue la conversación con él y que él pidió verla.—Hola, ¿Cómo estás? —Pues bien, fui a ver a Dante y bueno todo bien. Él aceptó firmar, pero con una condición. — ella arr
Eli estaba sin creer lo que había escuchado, se había puesto pálida. No imaginaba que Dante la hubiera citado para decirle aquello, lo miraba indecisa, sin palabras.—¿Me has querido ver para esto? — preguntó la joven, soltando las palabras. —Eli, no quiero estar separado de ti. Hemos estado un año alejados. — exclamó. —Sé que he hice daño, que no te apoyé. Pero debes entenderme, yo no tenía miedo a perderte. —Ambos cometimos errores, los dos. — corrigió. —Pero tú debes estar con Carolina, ella es feliz a tu lado. —Ya no estoy con ella, ella se alejó cuando con hablé. — Eli abrió sus ojos como platos. —Ella lo entendió e incluso lo sabía. —Pero tú debes estar con ella, Carolina te necesita. — él no entendía. —Búscala y hazla feliz.—¿Me estas pidiendo que vuelva con ella? — Eli asintió. —¿Ya no me amas? —No me van los chantajes. — levantó su ceja en advertencia. —Yo me alejé para que fueras feliz con ella.—No entiendo. —¿Por qué? —Porque ella está enferma, Dante. — él arrugó su