Eli estaba sin creer lo que había escuchado, se había puesto pálida. No imaginaba que Dante la hubiera citado para decirle aquello, lo miraba indecisa, sin palabras.—¿Me has querido ver para esto? — preguntó la joven, soltando las palabras. —Eli, no quiero estar separado de ti. Hemos estado un año alejados. — exclamó. —Sé que he hice daño, que no te apoyé. Pero debes entenderme, yo no tenía miedo a perderte. —Ambos cometimos errores, los dos. — corrigió. —Pero tú debes estar con Carolina, ella es feliz a tu lado. —Ya no estoy con ella, ella se alejó cuando con hablé. — Eli abrió sus ojos como platos. —Ella lo entendió e incluso lo sabía. —Pero tú debes estar con ella, Carolina te necesita. — él no entendía. —Búscala y hazla feliz.—¿Me estas pidiendo que vuelva con ella? — Eli asintió. —¿Ya no me amas? —No me van los chantajes. — levantó su ceja en advertencia. —Yo me alejé para que fueras feliz con ella.—No entiendo. —¿Por qué? —Porque ella está enferma, Dante. — él arrugó su
Dante se metió en la ducha, dejó a Carolina durmiendo en el sofá. Lo bueno que en casa de ella, tenía ropa de la veces que había dormido allí. El agua golpeaba su cuerpo fuerte, relajando sus músculos. Hoy era la cena y de solo pensar que iba a ver a Eli con otro, le quemaba el alma. No quería ni imaginar que se acostaba con él... Ella era de él y de nadie más, Eli era de él y ningún otro, se la iba a quitar.Salió del baño con una toalla enredada a su cintura, con su torso mojado y las gotas de agua, cayendo por su cuerpo. Fue hacia el clóset y cogió un pantalón pinza color beige, un polo blanco. Cuando estuvo vestido, la puerta de la habitación fue abierta. Él miró y se encontró con Carolina, este la sonrió y se acercó a ella.—¿Cómo te encuentras? — preguntó acariciando su mejilla.—Estoy mejor. — respondió. —¿Dónde vas tan guapo?—Vamos. — corrigió y ella arrugó su ceño. —Iremos a cenar todos a un restaurante.—Vale, entonces iré a la ducha. — él asintió.—Yo te espero. — le dio
Dante desayunaba en el jardín, el sol había salido, pero el frío seguía intacto. En su cabeza solo existía Elisabeth, no podía sacarla de la cabeza. Era como si le hubiera hechizado, aunque ya lo estaba.Desayunaba con la mirada perdida, pensando en como recuperarla. Él jamás se había rendido y no lo iba hacer ahora.Dejó el mundo de la mafia una temporada, por culpa de su memoria. Pero una a descubrir que le pasó a su coche, no iba a quedar con los brazos cruzados.Escuchó unos pasos y miró de reojo, encontrándose con la figura de su hermano, que se sentaba a su lado.—Buenos días, hermano. — saludó Dimitri, sacándole de su mundo. —¿Cómo estás?—Bien, ¿Y tú? —Bien también. — respondió. —Te veo serio y perdido. —Estoy pensando en Eli. — reconoció. —En como recuperarla y que ese tal Jonas me la quite. — Dimitri sonrió.—Que yo sepa no son nada. — Dante le miró con una ceja alzada. —Según su hermano, solo son amigos y que Jonas se fijó en Carolina.—Vaya, se fija en muchas tías. — ex
Dante la observaba atonico, no se esperaba escuchar aquello y mucho menos, verla así vestida para él. Caminó hasta ella sin quitar la mirada de su cuerpo, cerró la puerta con cerrojo, se puso detras de ella y besó su cuello. Eli cerró los ojos al sentir los labios del ruso sobre ella, excitándola. La giró y puso frente a él, mirándola a los ojos y sin previo aviso, la besó. Llevándola hasta el sofá, ella puso sus manos en el pecho duro de él y le apartó.—Ahora mando yo, Dante Ivanov.— dijo ella, con voz seductora y le empujó al sofá dejándole sentado. —Ahora soy yo, la que te dará el placer.—Me dejo guiar por ti. — respondió con una sonrisa.Eli no respondió, directamente se puso encima de él, con sus piernas a cada lado del ruso y lo besó. Dante puso sus manos sobre los muslos de ella y subió por su espalda y desabrochó el sujetador. Se deshizo de el y sus pechos desnudos, estaban frente a él. Se apartó de su boca y mordió sus pezones, Eli soltó un gemido al sentirlo. le agarró del
Los siguientes días, Dante y Eli se habían acercado un poco más, aunque aún no habían retomado de nuevo su relación. Eli aún tenía esa espinita al pensar en Carolina, ella estaba enferma y estar junto a Dante era lo que ella más deseaba. Carolina había demostrado ser una mujer dulce y encantadora. La daba mucha pena apartarla de Dante, ella más que nadie la entendía. Ella estaba en el despacho de su hermano colocando unas cosas en el mueble, distraída y con su cabeza sumergida. Que no notó que alguien había pasado al despacho, ella no había escuchado los pasos, el sonido de la puerta. —Una sorda, me escucharía más que tú. — la voz de Jonas, hizo que Eli pegará un brinco del susto. —A ti te matan en un abrir y cerrar de ojos. —Jonas, te voy arrancar la cabeza. — respondió ella levantándose del suelo y yendo hacia él. —¿No sabes llamar? — le dio un pequeño golpe con el libro en el brazo.—Lo siento, pero los sustos molan más. — bromeó. —Y más viendo tu cara.—Muy gracioso. — exclamó
Dante salía de la casa junto a Dimitri y su cuñado, los tres caminaban totalmente serios y con ese porte frío. Llevaban un traje negro, camisa blanca y zapatos italianos. Dante quería averiguar quién fue el qué saboteo su coche, quién cortó los frenos de su coche. No lo iba a dejar de lado, por culpa de ese ser. Él perdió todo, a su hijos y en amor de su mujer. Aunque él había perdido su memoria, había perdido tiempo con esos angelitos que hizo con Elisabeth. Aunque ellos, también tenían parte de culpa por tanto rencor y egoísmo. Los tres subieron al coche y salió rumbo hacia el lugar de los hechos. Quería saber si había alguna huella, o algún recuerdo que él haya podido borrar de aquella noche. Se había metido con el mafioso equivocado, él podía ser alegre, cariñoso o incluso amoroso. Pero eso no quitaba el hecho de que era mafioso y uno muy peligroso. Todo le temían y quién lo hacia, lo hacía por la espalda.Lo que más le dolía, es de haber estado alejado de sus hijos y no reco
Después de los días que dijo el médico, Dante volvió a la mansión junto a Eli. Ella que no se separó de él en ningún momento, le cuidaba constantemente. Tampoco podía pasar las noches con él, ya que tenía a sus hijos en casa. Dante se sentía completo porque tenía de nuevo a la mujer que ama, con la que quería formar esa familia que tanto deseaba. Eli le llevó a la habitación y le metió en el baño, encendió la llave de la ducha mientras él se quitaba la ropa. Tenía que asearse después de estar en un hospital sin ir a la ducha, así que ahora se relajaria bajo el agua. Eli giró su rostro y le vio totalmente desnudo, tragó saliva y él la sonrió con esa sonrisa seductora.Caminó hasta ella, la agarró de la mano y la acercó a su cuerpo..—Dúchate conmigo. — la susurró en sus labios. —Vamos a calmar está pasión. —Me está proponiendo algo indebido, señor Ivanov. — jugueteó. —Algo que quiero hacer con usted, señorita Watson. — la siguió el juego. —Este moribundo, necesita de su atención.
Eli se dirigía a cita médica que tenía, tenía que ir y sacar esas dudas que tenía carcomiendo su cabeza. Deseaba ir y saber si estaba o no embarazada, de ser así, quería contarselo a Dante y que si daba positivo, decirle que iba ser papá de nuevo.No podía negar que estaba nerviosa, que tener otro bebé cuando los suyos aún ni hablaban. Pero si estaba embarazada, iba a ser la mujer más feliz del mundo.Cuando llegó, salió del coche junto a su escolta que no se separaba de ella. Se acercó al mostrador donde un mujer joven estaba. —Buenos días, tengo una cita con ginecólogia. — habló Eli con una sonrisa.—Si, dígame su nombre, por favor. — pidió la mujer con amabilidad. —Elisabeth Watson. — la chica lo tecleó en el ordenador.—Si, espere en la sala de espera, la doctora la llamará. — Eli asintió y fue hacia donde le dijo la chica.Las manos de Eli no podían parar de sudar, flotaba sus manos secando el sudor. Su escolta lo notaba y la miraba.—Señorita, relájese, parece un flan. — dijo