Dante salía de la casa junto a Dimitri y su cuñado, los tres caminaban totalmente serios y con ese porte frío. Llevaban un traje negro, camisa blanca y zapatos italianos. Dante quería averiguar quién fue el qué saboteo su coche, quién cortó los frenos de su coche. No lo iba a dejar de lado, por culpa de ese ser. Él perdió todo, a su hijos y en amor de su mujer. Aunque él había perdido su memoria, había perdido tiempo con esos angelitos que hizo con Elisabeth. Aunque ellos, también tenían parte de culpa por tanto rencor y egoísmo. Los tres subieron al coche y salió rumbo hacia el lugar de los hechos. Quería saber si había alguna huella, o algún recuerdo que él haya podido borrar de aquella noche. Se había metido con el mafioso equivocado, él podía ser alegre, cariñoso o incluso amoroso. Pero eso no quitaba el hecho de que era mafioso y uno muy peligroso. Todo le temían y quién lo hacia, lo hacía por la espalda.Lo que más le dolía, es de haber estado alejado de sus hijos y no reco
Después de los días que dijo el médico, Dante volvió a la mansión junto a Eli. Ella que no se separó de él en ningún momento, le cuidaba constantemente. Tampoco podía pasar las noches con él, ya que tenía a sus hijos en casa. Dante se sentía completo porque tenía de nuevo a la mujer que ama, con la que quería formar esa familia que tanto deseaba. Eli le llevó a la habitación y le metió en el baño, encendió la llave de la ducha mientras él se quitaba la ropa. Tenía que asearse después de estar en un hospital sin ir a la ducha, así que ahora se relajaria bajo el agua. Eli giró su rostro y le vio totalmente desnudo, tragó saliva y él la sonrió con esa sonrisa seductora.Caminó hasta ella, la agarró de la mano y la acercó a su cuerpo..—Dúchate conmigo. — la susurró en sus labios. —Vamos a calmar está pasión. —Me está proponiendo algo indebido, señor Ivanov. — jugueteó. —Algo que quiero hacer con usted, señorita Watson. — la siguió el juego. —Este moribundo, necesita de su atención.
Eli se dirigía a cita médica que tenía, tenía que ir y sacar esas dudas que tenía carcomiendo su cabeza. Deseaba ir y saber si estaba o no embarazada, de ser así, quería contarselo a Dante y que si daba positivo, decirle que iba ser papá de nuevo.No podía negar que estaba nerviosa, que tener otro bebé cuando los suyos aún ni hablaban. Pero si estaba embarazada, iba a ser la mujer más feliz del mundo.Cuando llegó, salió del coche junto a su escolta que no se separaba de ella. Se acercó al mostrador donde un mujer joven estaba. —Buenos días, tengo una cita con ginecólogia. — habló Eli con una sonrisa.—Si, dígame su nombre, por favor. — pidió la mujer con amabilidad. —Elisabeth Watson. — la chica lo tecleó en el ordenador.—Si, espere en la sala de espera, la doctora la llamará. — Eli asintió y fue hacia donde le dijo la chica.Las manos de Eli no podían parar de sudar, flotaba sus manos secando el sudor. Su escolta lo notaba y la miraba.—Señorita, relájese, parece un flan. — dijo
La felicidad de un nuevo bebé, estaba por llegar en la familia Ivanov y Watson. Elisabeth y Dante, estaban felices, saber que estaban esperando la llegada de su tercer hijo, fue asombroso para ellos. Elisabeth amaba a Dante y la familia que estaba formando. Tocaba su vientre sin borrar la sonrisa de su rostro, aún no creía que ahí dentro, había un bebé creciendo en su interior. Se fue a la habitación junto a Dante, el ruso la giró y la besó desesperado. Se devoraban mientras iban hacia la cama, cayeron en ella y se fueron desnudando. Se alegraron que Dimitri y Daniel se fueran, porque deseaban follar sin descanso. Pero fueron interrumpidos por el lloró de los mellizos, ambos rieron y dejaron lo que estaban haciendo por lo niños. —Esta noche, no te me escapas. — dijo el mafioso advirtiéndola con una sonrisa. —Esta noche, seré toda tuya, señor Ivanov. — lo besó y fueron hacia los niños.Eli, estaba formando esa familia que tanto quería cuando estuvo enferma, esa familia que buscaba
El escolta que cuidaba de Eli, llegó a la mansión con su cabeza llena de sangre, la sangre caía por su rostro y todos sus compañeros corrieron hacia él.Pero él no paró, siguió caminando hasta casa para informar a su jefe de lo ocurrido, aún sabiendo que podría matarlo por descuidar a su mujer. Cuando entró, Alex que había regresado de Nueva York y Dante, estaban en el salón. Cuando los mafiosos miraron, abrieron sus ojos como platos. Dante caminó hasta él con una mirada fría y oscura -¿Qué ha pasado, Gus? - preguntó Alex al verle de aquella manera. -¿Por qué estás así? ¿Qué coño ha pasado?-Lo siento, señores. Nos pillaron desprevenidos y se la llevaron. - habló con temor, con la cabeza bajada. -¿Dónde está Eli? - habló Dante. -¡Dime! ¿¡Dónde está!? - la cogió del cuello para estrellarlo con la pared. -Suéltalo, Dante. - exclamó Alex apartándole del escolta.-¡No me pidas que me calme, Alex! - le gritó. -¡Eli está embarazada y este inútil, no la protegió! - gritaba todo pulmón. -E
Dante esperaba en la sala de espera mientras a ella la atendían. Tenía miedo que aquel golpe que recibió, provocará algo horrible. No quería pasar por la misma situación de hace unos años, también temia por la vida de su pequeño bebé. Miedo que hubiera tenido un aborto espontáneo, que lo perdieran. Mientras él se encontraba sentado en la sala de espera, esperando a que le dijeran algo. Elisabeth estaba tumbada en aquella camilla, mientras un doctor le hacía una eco de pecho. Ella no podía negar que tenía miedo, estaba sintiendo el mismo miedo del principio. Soltaba lágrimas son cesar, miedo, mucho miedo enteraban por cada poro de su piel. —¿Esta todo bien? — preguntó la joven con esa voz rota. El médico la miró y la sonrió.—Esta todo bien, Elisabeth. — ella cerró sus ojos aliviada. —No hay de que preocuparse, no hay ningún desgarro. El latido del corazón, va como tiene que ir. —El bebé, ¿Se puede saber si está bien? — el médico asintió.—Si, pero eso lo tiene que hacer una ginecó
Dante dormía como un niño, junto a sus mellizos. Ellos tres sobre aquella cama, mientras Eli estaba en la ducha. Eli tenía una familia, esa familia que tanto añoraba tener. Esa ilusión que tenía y que pensaba que jamás iba a tener. Era feliz y no podía pedir más, porqué ya lo tenía todo. Sin hacer mucho ruido, Eli salió del baño y fue hacia el clóset. Sonrió como una boba cuando vio aquella imagen. Se fue vistiendo y salió de la habitación para dejarles dormir. Al llegar al salón, paró en seco cuando vio a su suegro frente a ella con una copa en la mano y mirando el fuego de la chimenea. Cuando el hombre la sintió, se giró y la sonrió.—Hola, Elisabeth. Soy...—Se quién es. — le interrumpió. —Dante sigue durmiendo, será mejor que venga más tarde. —No quiero hablar con mi hijo, si no contigo. — ella arrugó su ceño, no se fiaba de ese hombre.—¿Y de que quiere hablar conmigo? — preguntó intrigada.—Sobre algo que necesito que hagas por mí. — ella sonrió levemente. —Necesito que conve
Dante esperaba la llegada de los italianos, se habia puesto en contacto con ellos para que se llevarán a su padre. Miraba su reloj, con una copa de vino sobre sus manos. La puerta, se abrió y entraron tres hombres, parecían hermanos. Porque se parecían mucho, eran morenos, altos y con rostro serio. Dante caminó hasta ellos y les dio la mano. —Bienvenidos, supe que mi padre os debe dinero una cantidad alta. — habló el ruso, y los italianos les miró. —No os he llamado pagarles, eso es una deuda que mi padre tiene que pagar. —Yo solo quiero saber dónde está él. — habló uno de ellos. —Le tengo en el sótano, es vuestro. Lo que hagan con él, no es asunto mío. — asintieron los italianos.Dante les llevó hasta donde estaba su padre, los italianos al verle atado en una silla, sonrieron. El hombre al verles abrió sus ojos con terror, sabía que esos mafiosos italianos, iban a matarlo. Les debía mucho dinero y ellos no lo iban a dejar pasar. —Veo que estás muy cómodo. — hablo el italiano más