— ¿Shis?
El vestíbulo estaba fresco y oscuro. La palabra desapareció en el silencio como una piedra por un profundo pozo.
Santino volvió a llamar.
— ¿Shis?
Nada. Incluso el tictac del reloj empotrado en la pared se había detenido. Esa noche no había estado nadie para darle cuerda.
No obstante, existían huellas en el piso.
Santino pasó por el pasillo, rumbo a la oficina de Shis. El ambiente estaba viciado por un olor a cigarro, rancio y apagado hacía mucho. Vio la silla de su primo junto a la ventana. Estaba chueca, como si se hubiera levantado repentinamente. Había un cenicero en uno de los vértices del escritorio y dentro de él un rollo perfecto de cenizas de cigarro.
Shis estuvo vigilando aquí. ¿En espera de qué?...Mía, por supuesto, esperó a que yo llegase.. ¿Qué rayos era tan i
El teléfono estaba mudo completamente. Ahora era el turno de él, por supuesto.Y así lo supuso Alexa, mientras se pasaba una mano por la mejilla derecha, ahora enrojecida.También debía librar sus batallas, aunque éstas no implicasen sacrificar algo más allá que su simple vida de joven. Si, el incendio también se había instalado en la apacible sala de los Bell.El incendio provocado por él.Y ella, por primera vez en mucho tiempo, sintió que debía hacer algo. No lo hizo en el momento en que con aquella silenciosa estocada, obligaron a Santino a alejarse de su vida. Lo consiguió al menos expresar una vez hubo cerrado la puerta.Pero la insolencia tenía un precio. Obvia ley de acción y reacción, aunque desde la perspectiva insistente de ella, no consideró insolente defender su opinión. Era su vida, sería todo lo
Su atención se centró levemente en el televisor. La aguda voz de uno de los conductores del noticiero de la mañana había resonado a pesar del mediano volumen del sonido, la nota era clara y alarmante y la fotografía perteneciente a una de las identificaciones personales de un joven.El encabezado apareció en cuanto material publicitario existiese a lo largo y ancho de Kuri. Letras de molde, distintos acomodos de frases…todas con el mismo objetivo.—El cuerpo de ShisLux, coordinador administrativo de la trascendental empresa conocida comoLuxAd Worx, fue encontrado con múltiples laceraciones en el cuerpo. Se antepone que fue un suicidio premeditado. El forense declaró el fallecimiento del occiso debido a pérdida del cuarenta por ciento de sangre y obstrucción de canales respiratorios...—dijo la voz proveniente del noticie
—Si, sé lo que ocurrió con el tipejo ése, lo vi en televisión. –la voz de Gio se oía tosca, aun más de lo que era debido a la pésima recepción de la línea—¿Era un primo tuyo o algo así?Bajo el silencioso ambiente de su habitación, debidamente cerrada por dentro, Luke respondió ahogando un gruñido de indiferencia.—Me importa una mierda, por lo menos el asunto me despejará el área y podré largarme por las mañanas, sin que se den cuenta en casa—arguyó con desenfado. El ceño se proyectó en un rictus de encono—. Por cierto, no me he olvidado de tu estúpida metida de pata, por tu culpa casi nos pescan, imbécil.—Ey…yo no fui el que se quedó como piedra delante del pelele rubio –Gio hablaba con el eco del la goma de mascar entre sus mandíbul
Shis Lux fue sepultado a las cuatro de la tarde. Para entonces, la lluvia había cesado. Nubes desgarradas aun pasaban por el cielo, y la mayor parte de los concurrentes llegaron con paraguas negros proporcionados por la funeraria. A petición de Madd, el director que celebró la corta ceremonia no sectaria, leyó un pasaje sintoísta que comienza con la frase: "Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo".Santino, de pie a un lado de la tumba, miró a su padre por encima de ella. Por un momento, Fugaku le devolvió la mirada, pero acto seguido bajó la vista. No le quedaban ganas de reñir ese día. A el le causaba la impresión de un hombre que en realidad no sabía en dónde estaba. Lo intentó, pero todavía no hallaba lástima por él en su corazón.La familia de Ayame también estaba allí, incluyéndola a
—Fui claro la primera vez…no conozco a nadie con ése nombre. Nunca había oído de alguien llamado así y mucho menos haber visto a un tipo con esas características –Kizart arguyó sin un tono de voz en particular.—Pues fue ése bastardo quien nos trajo a éste bar…hace ya algún tiempo.— Santino sacó una cajetilla de cigarros del bolsillo de su camisa e introdujo uno entre los labios—Probablemente sea un cliente ocasional –Kizart se encogió de hombros—Y yo no tengo tanta memoria como para recordar a cada pobre diablo que viene aquí.Se habían sentado a la barra.Es la primera vez que estoy en esta pocilga…desde aquel día—Hmp… ¿Qué es lo que Pixis se trae entre manos?Kizart tomó cerveza, se limpi&oac
Yuuguito Nii estacionó su automóvil justo en el centro del puente que separaba la zona industrial de Kuri del centro. El único paso para los barcos que venían de naciones de ultramar. Era poco más de las once y media y la vialidad estaba desierta. El lugar estaba iluminado por una serie de farolas que permitían ver de un extremo a otro. Miró su reloj y suspiró nerviosa. No era para menos, se estaba jugando mucho en ese encuentro.Al principio era una simple investigación de fraude. Un dolido hombre de negocios que necesitaba pruebas para demandar a una compañía que supuestamente lo había metido en negocios "Que atentaban contra su política empresarial"La cosa no parecía ir más allá de lo que estaba acostumbrada a tratar. Desde que abriera su oficina de investigación privada "Dos colas P.I." había tratado casos más o menos similares: Algu
–Cállate, Hiddedo. –Dijo el de la bufanda haciendo una seña– Vamos a suponer que hay algo de verdad en todas esas ideas ¿Qué estas buscando?–Lo que toda gente quiere en este mundo. –Dijo ella– La paz mundial, un vestido bonito y una participación en lo que están haciendo.– ¿Y que te hace pensar que eres lo suficientemente buena para estar con nosotros? –Preguntó Hiddeo, recuperando poco a poco su expresión ladina.–Bueno... descubrí buena parte de su plan, los hice venir hasta aquí... y podría llevar todo eso a la policía.–Eres una gatita muy mala. –Hiddeo lanzó una mirada de soslayo a Kaz– Pero hay un pequeño problema, no estas a nuestra altura.–Esta gatita sabe sacar las uñas. –Notó que ambos estaban moviéndose, separándose&ndash
El humo escapaba lentamente de la taza de café, mientras Hanako le miraba fijamente. Un gesto más propio de un celador que de una madre.¿También en eso se había convertido? Alexa ya no se lo preguntaba. Afirmarlo restaba más tiempo y resuello mental.Realmente el tiempo había pasado inexorable en el transcurso de éstos dos días y aun más cuando la semana quedó en el recuerdo. Así como la vida arrebatada de Shis.Tan fugaz como apagar la llama de una vela.Ahora todo sería distinto. Ella misma se lo había propuesto.—Supongo que aun lo sigues viendo –Hanako no se andaba con rodeos. Lo dijo, aun con su habitual tono de voz, el que había adquirido en los últimos tres días. Un tono severo.—¿o me equivoco?Ella no rehuyó la mirada. No cambió de tema. Era lógico que Hanako se refirier