El interior de uno de los modestos expendios de comida estaba levemente concurrido. El clima lluvioso siempre atraía clientela. Él pasaba distraídamente por allí y trayendo algunos ryo en la cartera, decidió aprovechar la oportunidad. Había comida en la nevera para el resto de la semana, por lo menos eso se procuraban entre ambos, pero la ocasión de hoy era un tanto diferente. El lo venía pensando desde la mañana y ni él ni Alexa lo verbalizaron, pero ambos lo sabían. Quizá fue ese el motivo que acarrease su poca concentración en su metódico plan en la mañana.
No importaba, ya tendría el tiempo de mañana para continuar escudriñando la carpeta de kyu. También tenía cosas importantes por hacer, y aunque no era nada adepto a cuestiones tan personales, se sentía un poco obligado a hacerlo. Odiaba y renegaba en cierta manera interna exp
Los muelles de la cama se sacudían con fluctuante renuencia. No en el interior del departamento de Santino, sino a distancia apartada de éstos. En una de las solitarias casas del noroeste de Kuri, en la que se podía apreciar sólo una luz encendida, perteneciente a una de las habitaciones.La lluvia había cesado, dejando una humedad renuente, perceptible en el vidrio de aquella alcoba.—Luke…huuumm…—la respiración de Krisel era un jadeo entrecortado, ante el brío de las sacudidas del joven. Perdiéndose en el mullir del colchón.Bajo el soporífero ambiente, Luke se mantenía sobre Krisel, apoyándose con los codos y las rodillas. Su respiración subía, bajaba y retomaba el vaivén inicial. No había palabras en su garganta, ni sentimientos en su corazón. Su mente se debatía en una ola enorme de complicados enigmas sin c
Alexa despertó esa mañana con una nítida visión de su techo, acompañada de una extraña sensación de angustia, no sabía bien a que atribuirla, simplemente sabía que estaba allí… algo que estaba pasando por alto.Giró sobre si misma y miró el incipiente amanecer, aun cubierto de penumbras.No recordaba que aquello le hubiera ocurrido jamás. Si, otras veces se había sentido inquieta, fastidiada, pero nada se asemejaba a lo que sentía en el momento. Miró el reloj en la mesita de noche, 6:55am, era la primera vez en bastante tiempo que se despertaba por si sola.Con un suspiro de resignación corrió las sábanas que la cubrían y se aprestó a levantarse, pero cuando se puso de pie aquella sensación que la envolvía se hizo aún más fuerte.Sin saber que hacer se acercó a la venta
Los pasillos estaban llenos y el bullicio se compartía en todos los rincones de la preparatoria de Kuri, aun en el apartado de los sanitarios para mujeres; en la planta alta.En uno de los cubículos individuales, con la puerta cerrada, Alexa hacía un esfuerzo por mantenerse de pie apoyada contra la puerta, sintiendo que las rodillas le temblaban, el corazón le daba un vuelco, las lágrimas de un esfuerzo sorpresivo corrían por sus mejillas y una presión inflexible se ejercía en la boca de su estómago.Conteniendo una arcada más, la cuarta en la mañana y la de mayor urgencia. Ni siquiera esperó a tomar la hoja de permiso firmada por la profesora Yuuhi cuando ya estaba delante del inodoro del sanitario ante otro espasmo de náusea.El desayuno...No, un par de simples rebanadas de pan tostado, mantequilla y jalea no
La confusión, desgano y sorpresa habían consumido buena parte de la mente de Luke. Lo que quedaba ahora era una desagradable escoria de enfado. Ese era el siguiente nivel en su columna geológica de conocimientos. Pero enfado no era la palabra adecuada. Estaba encolerizado.Era como si le hubieran herido con algo. Una parte de sí mismo había reconocido que sería peligroso regresar a pedirle la información completa a Krisel. No, peligroso no…informal. No era asunto de ella, sino de…Alexa…La imagen que había provocado su enojo seguía acudiendo a su mente. No podía apartarla. Era tan vulgar como las palabras elegidas por Krisel, pero no podía evitarla.Todo este tiempo, Luke…ella y tu propio hermano…Les veía. A ella entre los brazos de Santino. Aella, la j
Yanai se encontraba callada, sentada frente al único escritorio en el interior del negocio familiar, revisando algunos pedidos. Con pesadumbre soltó el lapicero con el que estaba jugueteando y se tomó el rostro con las manos.Ya pasaba de las cuatro. Ciertamente había aceptado a dejar a Alexa a solas porque no quería hablar de más de momento. Muchas cosas revoloteaban en su mente pero no quería vocalizarlas aún, no antes de organizar sus ideas. Y si ella estaba así, no quería ni pensar todo lo que estaría atravesando Alexa.Ella sabí
El impacto posterior le dio de lleno en las costillas a Luke mandándolo directamente hacia uno de los extremos del callejón, con la facilidad de quien arroja un costal de basura.Había exhalado algo más allá del grito sorpresivo. Todavía con los pantalones a la altura de las rodillas intentó incorporarse, quedándose hincado, con la espalda curva y el pulso trémulo en sus manos.Sus ojos echaban chispas de furia hacia aquel que había arremetido contra su persona y que ahora estaba de pie delante de Alexa, inmóvil e inquebrantable como lo había estado siempre en las trifulcas familiares.—Santino…—con un movimiento de una mano Luke se reacomodó la ropa. Irguiéndose se aprestó a lanzarse hacia éste con la ferocidad de una mortal centella—¡Todo es tu culpa!...¡VAS A PAGAR POR ESTO!El puño se detuvo a mil&
Una de la mañana. Demasiado temprano, ni siquiera había dejado de infligir su latente luz aquella luna menguante en ese rato en el que se despertó. Con el leve sobresalto del sereno silencio que irradiaba su habitación. Un silencio tenuemente apagado. Sólo el eco de su respiración y los sonidos de aquella habitación de al lado. Él permanecía allí, simplemente tumbado sobre el mullido colchón de su recámara. Las cortinas no estaban corridas y el tenue halo de luz de luna se filtraba entre el vidrio sucio de la ventana. Su mirada estaba clavada en el oscuro cielo y su mente, en algún lugar de su conciencia. El sonido era apenas audible, pero le torturaba de sobremanera, que sentía unas ganas furiosas de levantarse y romperle la cabeza al bastardo de su hermano. ¿Porqué tantas ansias? Después de todo, estaba ya en el pasado. El tiempo se encarga de borrar esas cosas, ¿no? El rumor de los muelles de aquella cama se incrementaba. De aquel l
Nunca había conocido a una chica que sonriese con tanta naturalidad. Era una expresión sincera, un gesto que nunca había visto ser correspondido por su hosco hermano menor. Diana siempre se esforzaba por complacer a Luca, pero parecía que nada era suficiente para él. Y sus ojos... Ése particular tono verde jade. Brillante y realzado en sus suaves facciones. No era un rostro específicamente perfecto, pero enmarcaba particularmente aquel color de sus pupilas, sobre el blanco invernal de su piel; la piel de aquél cuerpo juvenil de mesuradas proporciones y busto pequeño pero firme. Un defecto para recordar. La lógica no rebatía argumento ya… y su cuerpo tampoco. La excitación había aplomado en su mente, no por escucharlos haciendo "lo que hacían" y menos por la lujuria proclamada en los densos gemidos y el mullir del colchón. Era vil y descarada excitación provocada por ella. Y la m