LAS LEOOOO
—Señora Mercedes, espere hasta mañana—. Jason sacó fuerzas para decir esas palabras. —Es tarde y quizás el señor va a cambiar de opinión. —Escuche al señor Jason, señora Mercedes. No puedes dejarme, no cuando yo te quiero como a una madre, la madre que nunca tuve—. Kiara no la suelta, sigue aferrada al abrazo de Mercedes, quien está soportando no llorar. —Ven, querida, creo que todos necesitamos un té. Ha sido una noche complicada—. Deja de abrazarla y Kiara se aparta de ella. —Lo voy a solucionar, lo prometo—. Watson mira a Jason, quien hace resonar su garganta y dice: —Iré a supervisar la seguridad. Un permiso. —¡Espere, señor Jason!—. Le pide Kiara y él se detiene. —Gracias por protegerme, señor Jason—. Lo abraza y el hombre se sonroja. Kiara tiene una forma de dar afecto que envuelve a la persona y hace que sientan ese agradecimiento o cariño muy sincero. —Cumplo con mi trabajo, señora Villarreal. El jefe me ha ordenado protegerla con mi propia vida. Un permiso—. Se ret
—Archie, ¿qué está pasando? —Arthur está sorprendido. —¡Maldición! —exclama, empuñando sus manos. —¡Archie! —su hermano se acerca, necesita una explicación. —Ahora no, debo irme —sale de la oficina. —¡No puedes irte, tienes trabajo pendiente! ¡Archie! —lo menciona con determinación, pero al hombre no le importó; se cegó por la ira. El móvil de Archie empezó a sonar y se percata de que es su madre; no se atrevió a contestar, solo apagó el móvil y siguió su camino, mientras que su secretaria cae sentada en el sillón. No puede creer que su jefe, el hombre de sus sueños, esté casado. —¡Joder! ¿Pero qué carajos le está pasando a Archie? —Arthur está enfadado y fija su mirada en la televisión. —¡Esto no me puede estar pasando! —se sube a su auto—. ¡No, no, maldición! —golpea el volante y luego maneja como alma que se lo lleva el diablo; al mirar a los lados para poder salir del estacionamiento sin inconvenientes, observa que la entrada de la empresa se llenó de paparazzi.
Archie no se puede controlar, su cólera lo domina con unos celos enfermizos, pero las ganas que tiene de besarla son jodidamente incontrolables. Mira sus labios y luego aquel color de ojos que son como si le lanzaran un hechizo; lo tiene atrapado. Vuelve a bajar su mirada a los labios de Kiara y la pobre chica está que se muere de la tentación al tenerlo a escasos centímetros. El pecho de Kiara sube y baja porque su respiración está agitada. —¿Por qué tu cuerpo me dice otra cosa? No te quieres ir de mi lado —dice Archie. —Señor… no hagas las cosas más difíciles… usted es difícil de entender —le responde Kiara mientras lo mira los labios, los cuales se ponen entreabiertos porque necesitan recibir atención. —Reconozco que… —dice Archie, para él es sumamente difícil abrir su corazón a una mujer. —¿Reconoce… qué? —Kiara está ansiosa; ella es tan buena que si en este momento reconoce que se equivocó, lo perdonará. Archie cierra los ojos por un segundo; es indignante que se le haga
Kiara salió del ascensor y se dirigió al auto que los llevaría hacia la mansión de su familia. Su madre y padre hablaban sobre la unión de las dos familias, de lo beneficioso que era que su hija estuviera casada con el hombre más cotizado de los Villarreal y que todo hubiera salido a la perfección. Kiara se sentía como una mercancía que se estaba intercambiando, y eso hizo que el camino a casa se hiciera más largo. Ni siquiera le preguntaron a ella cómo estaba, nada, solamente hablaban de Cloe con orgullo. Al llegar a la mansión, Kiara bajó rápidamente del auto, no quería escucharlos más, necesitaba buscar a Lia y saber que ella estuviera bien. —¡Kiara!— Su padre la llamó con autoridad. Ella tuvo que detenerse. —Ven aquí, jovencita— le ordenó, y ella con impotencia se acercó a él, ya estaban en la sala principal. —¿Qué deseas, padre? —preguntó Kiara. —¡Mírame a los ojos! —fue su orden, y Samantha estaba al lado de su esposo. Kiara se sintió humillada. Aun así, alzó su mirada y lo
—Madre... —Archie la mira con asombro. —Señora Villarreal, bienvenida a nuestra casa—. Cloe le sonríe mostrando emoción por su presencia. —¿Quiere beber algo? ¿Qué le apetece? —¡Lo único que me apetece es no escuchar tu voz! ¡Archie, vamos a hablar y esta vez no tendrás salida! —Johana lo mira con desdén. —Vamos al despacho—. El hombre está al borde de la presión. Madre e hijo se van al despacho, mientras que Cloe está sorprendida por la forma en que su suegra le habló. En el despacho. —Madre, ¿qué haces aquí? —Johana lo mira con desdén y luego le da una fuerte bofetada que lo deja atónito. —¡Madre...! —Acaricia su mejilla ardiente. —¡Tú me respetas! ¡Y no permito que se pisotee a nuestra familia! —Las cosas no son así, tengo una explicación. —¡Callate! Porque tengo muchas ganas de quitarme el taco y darte en la cabeza por tonto—. Le habla con dureza. —¡Te has casado! ¡Eres mi hijo y te has casado! —Le aplaude. —¡Te has casado con una sin mi consentimiento! Cuando es
—¿En qué más le puedo ayudar, señor abogado?— Cloe le sonríe ampliamente y él la mira con extrañeza. —¿Todo bien, abogado Nguyen?— —Que pase una feliz tarde, señora Watson—. Le sonríe con hipocresía. —Igualmente—. Cloe le sonríe y se da la vuelta, rodea los ojos para luego seguir su camino. —Algo extraño está pasando— musita. —Mi abuelo tiene razón—. Se queda mirando a Cloe hasta que la pierde de vista. Kiara llega de la universidad. Es el día de la dichosa fiesta y es algo que no le agrada porque siempre le toca hacer mucho trabajo y lo peor de todo es que Reyes va a asistir. Ella le dejó muy en claro sus sentimientos, pero él insiste y hasta a sus mejores amigos se les hace raro el interés del joven. La vida de Kiara ya no es la misma. El no ver más a Lia y haber pasado tiempo con Archie es algo que cambió su vida, haciéndola más fría y haciendo que esa sonrisa que la caracteriza haya desaparecido. Lo radiante que eran sus ojos se ha opacado por la tristeza que ocasionaron
Kiara se detiene, pero él le da algo, hasta que su frente empezó a sudar por el temor de ser descubierta. Tratando de tener una apariencia serena, se gira para mirar a su padre. —¿Sí, padre?... —Pasa saliva y luego alza su mirada. —Ven aquí —ordena Watson con autoridad, y ella se acerca, quedando frente a él. Cuando de repente siente cómo coloca su mano derecha sobre su pequeño hombro. —Hija… —Le sonríe, y ella puede ver la clara hipocresía de su padre—. Quiero que aproveches este tiempo para hablar y aprovecho que estamos a solas para pedirte disculpas por haberte golpeado. —No te esfuerces, padre, en pedir una disculpa que no sale de tu corazón. —Kiara, ¿por qué siempre estás a la defensiva? Eres mi hija y solo quiero corregirte. Quizás me odias por lo que pasó con Lia, pero ella está en buenas manos con especialistas. —Lia es intocable, padre, y como dices tú, aprovechando el momento, jamás te lo voy a perdonar. Eso que ustedes hicieron no tiene perdón de Dios. —Kiar
—Sólo por apoyarte como amigo, buen amigo que soy— sonríe ampliamente. —No es necesario que vayas, Ryan. —No seas mal amigo, hace tiempo que no compartimos— insiste, y Archie le dice entre dientes: —Está bien. —¡Perfecto! ¿Cuánto tiempo queda? —Una hora, Ryan— responde con arrogancia. —Estamos cortos de tiempo, pero me voy a apurar para llegar a tiempo a esa dichosa cena. Sí que será todo un espectáculo. —Claro…— dice, colocándose de pie —Lo será. Archie llega a su penthouse y Cloe está dando órdenes, mientras que la señora Mercedes ya está al colmo. —Señora Mercedes, ya puede irse a descansar— la voz de Archie sorprende a Cloe, quien en su gritería ni siquiera escuchó la voz de su esposo. —¡Mi amor!— corre a los brazos de Archie y lo abraza, pero él la aparta. —Te recuerdo que Mercedes es mi ama de llaves. —Pero… solo la corrijo, cariño. Además, deberíamos buscar otra empleada; ella ya está para que se jubile—. Mercedes, al escucharla decir eso, por p