Adele Smith
—Señorita Smith, lamento informarle que la estudiante Alexa Smith, su representada, está temporalmente suspendida, por lo que absténgase de traerla a clases hasta que no cancele la deuda de la mensualidad total que tiene con la escuela.— informa el señor Albert Nortón director de la escuela primaria de Valle Encantado, dejándome con un mal sabor de boca.
—Vamos Nortón, estoy reuniendo el dinero para pagarte, déjala entrar a clases, no tengo con quien dejarla mientras busco trabajo.— Le explico al director que rueda los ojos y se niega a recibirla.
—Ambos sabemos que no tienes como pagar, te despidieron hace un mes del restaurante y no consigue nada, el se encargo de cerrarte la puertas.— Continua el viejo, sin dar su brazo a torcer
—Sabes que puedo ayudarte aquí, a limpiar a lo que sea, pero no la saques, ella merece una oportunidad.— Le ruego.
—Tú también la merecías, pero así es la vida.— Suelta como si sintiese pena por mí, no le creo, porque si no me ayudaría, unas lágrimas se me escapan de los ojos recordando a mi padre, que murió en una accidente en la fabrica de los Cameron, nunca nos dieron nada, tuve que dejar todos mis sueños para sacar adelante a mi hermanita, mi madre nos abandono cuando ella nació, no he sabido nunca más de ella.
—Si todavía lo merezco.—Expreso, sorbiendo mis mocos, doy media vuelta sin despedirme para buscar a mi hermanita.
—Tal vez deberías pedirle una disculpa al señor Morrison, podría ser tu única oportunidad.— Sugiere el director y me dan ganas de vomitar, en sus zapatos, no me humillare ante ese malnacido abusador.
—Eso jamás, eso sería lo último que haría en mi vida.— Chillo asqueada.
—Debes pensarlo.— Escucho a mis espaldas y me alejo.
—No deberías venir mas, tú no tienes ningún futuro igual que tu hermana.— Le dice una niña empujando a Alexa mientras otras dos se ríe, y la maestra no hace nada ante el abuso, las niñas son crueles y son el reflejo de lo que dicen sus madres a mis espaldas.
—Alexa, vamos a dar un paseo.— Le digo
—Pero voy a clases.— Me dice ella con los ojos brillantes por las lágrimas.
—Hoy no, hoy vamos a pasarlo genial juntas.— Le digo con una sonrisa fingida, la llevo a l parque a pasear, y me siento en una banca a pensar en que puedo hacer para cambiar mi vida, si sigo por este camino, terminare rogándole al mal nacido que intento abusar de mi, esa no es una opción viable para mí.
Dos horas después vuelvo a mi casa, ella es el reflejo de cómo me encuentro, sus paredes con la pintura desconchada vieron mejores días, la puerta rechina y tengo un par de ventanas con los vidrios rotos que no he podido sustituir.
—Adele, tengo hambre.— Me dice ella sobándose la panza.
—Ya te preparo un pan tostado con mantequilla, — Respondo preparándoselo acompañado con un vaso de leche.
—Esta delicioso ¿Tu no vas a comer?— Me pregunta, el estomago me ruge.
Pero respondo, —no yo no tengo hambre, come tú y dejes nada okey.— Le digo y me siento frente al ordenador, comienzo a buscar trabajo ofertas de trabajo en línea, aplico para varias empresas de Valle encantado hasta que me topo con el anuncio de que una importante transnacional, esta ofertando el empleo de asistente de presidencia el sueldo que ofrecen es un sueño para mi, con ese dinero podría sacar adelante a mi hermanita e incluso pagar los estudios en administración de empresas que siempre he soñado.
No creo que tenga posibilidad de una entrevista, pero de todas formas envió en currículo, mientras tanto, me dedico a limpiar casas para llevarle el pan a mi hermana.
—No deberías usar ropa tan ajustada.— Se queja la señora Claudia, mientras supervisa como limpio su cocina, me vigila para que no me lleve nada.
—No tengo más.— Le explico, y sigo frotando la losa hasta que queda brillante.
—Le falta un poco por acá.— Me señala un lugar que acabo de limpiar, solo quiero marcharme, estoy cansada de todo esto.
—Listo.— Le digo después de limpiar.—
—No quede satisfecha con tu servicio, te voy a pagar solo la mitad.— Me dice descarada, siento que me suben y me bajan, ya tengo algo por la limpieza de otra casa.
—Sabe una cosa, señora Claudia, puede meterse el dinero por donde le quepa— Digo tomando el balde de agua sucia e intentando ensuciar todo lo que limpie.
—¡Estas demente, muchacha!—Chilla, intentando detenerme, pero es tarde soy más rápida que ella y hago un desastre.
—Ahora estoy satisfecha, vieja tacaña.— Le grito y salgo de la cocina dando un portazo.
—¡Malditos miserable!— Grito como una loca, estoy sucia, sudada y de mal humor, cuando llego a casa Alexa está viendo televisión.
—Creí que no llegarías nunca estoy aburrida— Me dice ella, veo la casa y está limpia.
—¿Limpiaste la casa?— Pregunto asombrada.
—Tengo que aprender, no puedes trabajar tu sola, si las dos trabajamos podemos comprar todas las cosas que necesitamos.— Me dice convencida y yo simplemente niego.
—Tu trabajo es estudiar.— Le respondo con voz quebrada.
—No soy una niña pequeña, no puedo ir a la escuela, porque no hay dinero.— Me dice ella resignada.
—Alexa, esto es temporal, yo hare lo que tenga que hacer para que tu tengas una vida diferente y te conviertas en la mejor doctora del mundo— Le prometo abrazándola.
—Lo que tenga que hacer, no implica volver donde Morrison, pongo en subasta la casa en Valle encantado no tenemos futuro, luego de eso reviso un correo electrónico en el que me informan que me esperan el lunes a primera hora para una entrevista en la transnacional NB, en el puesto de asistente de presidencia, miro hacia arriba y digo si no es una señal de cielo no se que será.
— Hoy es viernes, y recibo la oferta de compra de Ángel, el hijo de unos vecinos que viene a ver la casa.
—Lo que pides por la casa es mucho, te puedo dar la mitad.— Ofrece, después de quince minutos husmeando por todos lados.
—¡Eso no me alcanzara para nada!, mira esta casa es grande tiene cinco habitaciones y tres baños.— Le explico.
—Pero está en muy malas condiciones, hay que invertir mucho para volverla habitable.— Razona.
—Ángel, sabes que vale lo que pido— Chillo indignada.
—Y tu sabes que nadie te dará lo que vale, porque Morrison les dijo a todos que no lo hicieran, que si querías vender el precio lo pondría el.— Me dice el tipo, con descaro y lleva un bolso con el dinero, son tan sucios que no aceptare al menos no de esta forma, ya que lo más seguro es que me envíen a asaltar después.
—Supongo que esta vez perdí, pero tengo una condición, te firmare en el banco una vez me deposites todo el dinero, en mi cuenta personal.
—¿Desconfías de mi?— Me dice haciéndose el indignado.
—¿Tengo razón para confiar en ti? ¿O en alguno de este asqueroso pueblo?— Le pregunto
—¿Y qué vas a hacer, donde vas a vivir ahora?— Continua cuestionando.
—Eso no es asunto tuyo Ángel.— Respondo con una sonrisa colocándome un abrigo.
—Alexa.— Llamo a mi hermanita que viene hasta mi cabizbaja.
—¿Dime mamá?— Me dice ella, sabe que es mi hermana, pero desde hace tiempo me dice mamá, ya que ella no tiene a nadie más, le permití llamarme así.
—Colócate el abrigo, vamos con el señor al banco—Le ordeno inclinándome para ponerme a su altura.
—No quiero que vendas la casa, no es solo tuya.— Me dice haciendo un puchero, ella no quiere irse le gusta su casa, así no sea la más linda del mundo ahora mismo
—Cariño a veces debemos soltar, para poder recibir lo que nos merecemos, tu vas a ser la mejor doctora del mundo— Le digo yo.
—¿Pero porque tienes que vender?— Pregunta, no puedo responderle delante del tipo, ya que es una carta viva a Morrison, nadie sabe que nos vamos, no tengo amigos, ya que los pocos que tenia me dieron la espalda cuando mi padre murió, cuando más los necesitaba…
Ya tengo los dos boletos de autobús comprado y en el bolso de mano llevo todo lo que necesito para comenzar de nuevo.
—Porque hay un lugar más pequeño para las dos esperando.— Respondo sin decir más.
—Llegamos al banco nacional, el único banco de acá, en el carro de Ángel las personas me ven por encima del hombro, mi ropa ha visto mejores tiempo, los jeans rotos en mi no son producto de ninguna moda.
—Señorita Smith, cuánto tiempo sin verla.— Me saluda el gerente, mi padre tenía unos pocos ahorros en este banco, los use hace mucho para los gastos de manutención de mi hermanita y también deje de estudiar para trabajar, pero no fue suficiente.
—Señor Díaz, lo mismo digo.— Le respondo dándole la mano.
—Me entere de tu comprometida situación, y estoy dispuesto a ayudarte, veras la señora Lucia e va a retirar y el puesto de aseadora estará disponible, y lo mejor es que tenemos un excelente pago para nuestros empleados.— Me dice él, ofreciéndome la oportunidad que todos me han negado, si esa propuesta me la hubiese hecho hace tres días acepto gustosa, pero creo que me ira mejor fuera de aquí.
—Muchas gracias señor Díaz, no quiero que tenga problemas por mi culpa.—. Le respondo seria.
—En mi institución, nadie mete las narices, no te ofrecí nada antes, porque no tenía un lugar que se ajustara a ti.— Me dice él, sé que ha habido puestos, de secretaria, de cajera, de atención al cliente, pero él me ofrece el más humilde todos en este pueblo me viven subestimando, se olvidan que antes que mi padre muriera era una de las estudiantes más brillantes de esa secundaria.
—Eso es muy dulce de su parte.— Respondo entre dientes con los ojos brillantes de la rabia.
—Puedes venir el lunes.— Me dice él, en ese momento se me acerca Ángel con mala cara
—Ya el dinero está en tu cuenta, verifica y entrégame los papeles de mi casa.—Me dice él, molesto por la nueva “gran oportunidad que me presenta la vida”
—Bien.— Respondo, reviso todo está en orden y firmo.
—Gracias.— Me responde él con una sonrisa, sabe que me estafo, que es otro más que se aprovecho de la huérfana Smith, pero es el ultimo, que lo hará ¡lo juro!.
—Recuerde llegar puntual el lunes, antes que lleguen los clientes, bienvenida a la gran familia del banco nacional.— Me dice el señor Díaz con una sonrisa amable, ya que según él hizo su obra social.
—Muchas gracias, por la gran oportunidad, nunca lo olvidare.—Le respondo.
—Puedes traer a tu hermanita, para que te ayude.— Me dice y yo siento que los ojos se me van a salir de las cuencas, nunca jamás Alexa será humillada de nuevo de eso me encargo yo.
—Ella no va a limpiar.— Digo entre dientes antes de darme la vuelta tratando de contenerme.
—Yo no tengo problema.— Me dice inocente mi hermanita y yo sacudo la cabeza, de ninguna manera.
—Bebe, tú vas a ser doctora.— Le respondo.
Ella rueda los ojos como si eso solo fuese una invención de mi cabeza, que eso no fuese posible.
—Bebe, no importa lo que tenga que hacer, pero tu tendrás una vida diferente.—Le digo viéndola a los ojos determinada.
Adele SmithUnos murmuros, me advierten que están hablando de mí, pero hago oídos sordos nos detenemos cinco horas después solo para comer, estamos a cuatro horas de nuestro destino cuando me doy cuenta que Morrison me mando a seguir, el maldito viejo, tiene una obsesión.—Apenas llego llegamos a Nueva York, camino hasta un centro comercial—Buen día señorita en que puedo ayudarla. —Me dice la chica con sonrisa forzada.—No quiero molestar, el tipo que esta allá detrás me viene siguiendo ¿me puedes ayudar a salir por otro lado?— Le pregunto fingiendo ver la ropa con Alexa a mi lado.—Madre del cielo, si tenemos otra salida, vamos a fingir que vamos a los probadores.— Dice ella tomando una camisa, ambas estamos nerviosas.—Gracias por ayudarme soy Adele y ella es Alexa.— Me presento, caminando con rapidez detrás de ella, mi corazón late de forma apresurada, pero me doy cuenta que ese tipo no piensa dejarme en paz.—Soy Clare, estoy a tu orden para lo que necesites, soy la dueña de la t
Adele Smith—No yo vine a buscar algo y lo voy a conseguir, sin importar los sacrificios que tenga que hacer— Me digo a mi misma decidida después de segundos de duda, ¡el que tenga miedo de morir que no nazca!—El edificio, se ve bien, de hecho todo se ve mejor que de dónde venimos, pasamos por los pasillos y ella me lleva hasta la administración del edificio, me llevan a ver el modesto y lindo lugar el cual pago por con dos meses de adelanto.—Este lugar no me gusta.— Dice Alexa y me abraza, sabía que esto pasaría—Solo será un tiempo, te prometo que nuestra próxima casa te encantara.— Le digo y ella lloriquea.—Es un apartamento tipo estudio, tiene una sola habitación, pero es muy cómodo, limpio, y además tiene una vista preciosa ¿No te parece?— Le dice la administradora a mi hermanita que mira a través de la ventana, haciendo un puchero,—No esta tan mal.— Gimotea Alexa, Marie y la administradora nos dejan solas y luego de quince minutos tocan a la puerta nuevamente, abro con cau
Adele SmithSeñor escúchame, te necesito, deje todo atrás, por un vida digna para mi hermanita, Dios, no me ayudes por mí, ayúdame por ella, para que no pase por las humillaciones que yo pase.Comienzan a pasar una aspirante tras otra tardando solo uno diez minutos en la entrevistas, una tras otra sale con una sonrisa triunfal, como si el trabajo fuese de ella—No pierdan el tiempo, yo tengo un doctorado en negocios internacionales y hablo cuatro idiomas, ahórrense la vergüenza de un rechazo y váyanse. — Dice la Carola, puedo ver que se llama así por el carnet de visitante que lleva guindado al cuello como las demás.—Y con ese currículo ¿buscas trabajo de asistente?, lo más seguro es que no aprendieras mucho en el paso por la universidad ¿Por qué no estás dirigiendo tu propia empresa?— Cuestiona otra, dejándole ver que todas acá somos iguales, aspirantes.Cuando llega mi turno respiro profundo, después de mi hay otras aspirantes,—Eres una vieja inútil. — le dice una señora a otra qu
Adele Smithmi jefe, le dice adelante, tengo ganas de llorar de verdad, al descubrir que no fui nada importante en su vida, es decir yo sé que amaba a otra, pero se supone que éramos los mejores amigos, que no me borraría de su mente tan fácilmente.—Ya esta seleccionada la chica que será la nueva imagen de la empresa—Dice el chico que entro—Demonios es ella. —Dice adicionalmente viéndome.Yo mientras tanto, adopto la misma mirada sorprendida de mi jefe y obviamente ex mejor amigo señalándome a mí misma.— ¿No eres tu Adele Smith?— Pregunta el joven, asiento sin decir una palabra.—Hola, soy Daniel, el encargado de marketing de la empresa y te acabamos de seleccionar como la imagen exclusiva de nuestra empresa ¿Qué haces en presidencia?— Cuestiona Daniel, viéndome como un trozo de carne.— Soy la nueva asistente del señor Nicolás. — Explico poniendo distancia entre Nicolás y yo, ya no somos amigos, pero Daniel nos ve malinterpretando todo, lo sé por la forma en que me ve junto a nuest
Adele SmithNicolás, avanza a paso rápido sin esperarme, los malditos tacones altos me haces resbalar un poco al correr literalmente tras de él.Se sube en el auto y desde adentro me abre la puerta del copiloto y pregunta — ¿Qué esperas para subir?—Definitivamente del Ni, dulce y amigable que conocí en mi niñez no queda absolutamente nada, me subo sin titubear, y mis pies protestan del dolor por la tortura de los zapatos solo puedo pensar en mis pies ahora mismo, mañana tendré ampollas.Maneja sin pronunciar una sola palabra, y aprovecho el tiempo para mirarlo, físicamente no ha cambiado tanto…Esta un poco mas grade y ancho de espaldas, pero sigue teniendo el rostro lindo y la piel suave…Lo único que luce diferente es que tiene el ceño fruncido de forma perenne como si estuviese molesto.Apenas llego al restaurante con el sé que debe costar un ojo de la cara, enseguida nos recibe una persona le da la bienvenida —Buenas tardes señor ¿la mesa de siempre?——Si por favor. — Responde y y
—Lo mismo pienso, si piensas en alguien cuadrado sale su foto. — Dice mi pequeña hermana molesta.— ¿Quién te enseño esa frase?, cuando usted crezca puede comer lo que usted le dé la gana, pero mientras sea mi responsabilidad, te voy a cuidar aunque no lo entiendas. —Le respondo seria.— ¿Qué sucede?— Pregunta Marie, que es la única conocida que no sé porque le dije que ella era mi hermanita, debe haber sido el agotamiento de ese día cuando la conocí.—Adele, no me quiso comprar helado hoy— Le dice Alexa.—.Si quieres ser un mujer bella y sana como tu hermana, debes seguir sus consejos, viste va a ser famosa como modelo. — Le dice ella y yo niego.—Ella ni siquiera le gusta ser delgada. — Dice Alexa que me conoce bien.—Solo no voy a desperdiciar la oportunidad por ahora, porque yo quiero otras cosas. — Le explico a las dos, que no están muy de acuerdo con mi forma de pensar.—Debo buscar una niñera para Alexa, los horarios de la asistente del CEO son una locura total. — Digo en oz al
Adele Smith—El costo de el almuerzo de ayer ya está en su cuenta señor. — Informo dejándolo con la boca abierta y salgo sin darle tiempo de gritarme, las cosas no siempre se van a hacer a su manera.Salgo de la oficina algo perdida camino hacia afuera y está saliendo un chico, de un servicio de entregas a traer un paquete.—Hola necesito un favor. — Le digo con las manos juntas.—Claro preciosa el que tú quieras. — Me dice sonriendo ampliamente— ¿Dónde queda el restaurante Papaya?——A quince minutos de aquí en moto, si quieres te llevo en mi moto. — Me responde atrevido.—Si no es mucha molestia. — Le respondo, me subo a la moto y el chico maneja a toda velocidad a buscar la comida del señor que no le dio la gana de comprarla en algún restaurante cercano ¡está loco!Me encanta la velocidad, mi cabello está en todas direcciones, sonrió sé que no pasara nada ya que tengo el cabello extremadamente liso.—Es aquí ¿te espero? Soy Orlando por cierto. — Me dice él extendiéndome su mana, me
Adele Smith —Preciosa no sabes lo perseverante que soy cuando alguien me importa, seré el perro más fiel de todos. — Me dice él, mientras, literalmente me trago la comida para continuar trabajando. —Te traje tu chaqueta, muchas gracias por habérmela prestado. — Le digo con la boca llena. — ¿Tienes hambre?— Me pregunta al verme devorar la comida, esta deliciosa. —Como no tienes idea casi no desayune. — Le respondo —No es fácil, ser la asistente de presidencia, ¿Sabes que hoy hay una apuesta para determinar el tiempo que vas a durar?— Me pregunta el escribiendo un lote de los documentos que se ofreció a ayudarme a escribir, se sentó a hacerlo frente a mí. —Unos dicen que no lograras llegar a la semana, Nicolás no es fácil y tú no estás preparada. — Me dice él. —Me iré cuando yo lo decida. — Digo determinada. —Te confieso que yo fui el que te dio más tiempo, y dije que duraras un mes. — Me dice dejándome con la boca abierta. — ¿De cuánto estamos hablando exactamente?— Pregunto co