La mañana llegó, el sol resplandecía, el canto de las aves era hermoso, de repente Elizabeth recordó que era el día de volver a ver cara a cara a David y todo lo que por años había tratado de dejar atrás.

Se levantó y entro al baño para tomar una tibia ducha, salió y como siempre un elegante guarda ropa la esperaba, escogió un traje Chanel y unas sandalias altas, peino su cabello se maquilló y bajo. Estaba lista para salir, no podía negar que está hecha un manojo de nervios, pero debía controlarse después de todo era Elizabeth Campbell, la chica que caminaba con gigantes y la dueña de la mayor parte del bufete Harper.

Ahora era ella quien tenía el poder en esta ocasión era ella que tenía la última palabra y no tenía por qué temer.

—Señora Elizabeth buen día, ¿A dónde quiere que la lleve? —Pregunto Peter.

—Vamos a esperar a Williams y luego vamos al Bufete Harper.

—Buen día, estoy listo, disculpen la demora es que pensé que desayunarías Elizabeth y me senté a desayunar con los niños