CRISTINE FERRERANo fui consciente de mí misma hasta que ya era muy noche. Salí de la habitación con dolor de cabeza. ¿Cómo pude beber de esa forma? Si algo había aprendido era que Luca no solo era una mala influencia para los niños, sino también para mí.Aunque no era muy tarde me sorprendió ver que tanto Luca como los niños estaban dormidos en la sala, esta vez habían juntado los sillones. Los cuatro pequeños dormían sobre su tío y, pese a sus posturas dignas de un gran contorsionista, parecían cómodos.Cuando puse atención en la mesa del comedor noté que había algo de comida con una nota señalando que era mía. Me quedé por un momento pensativa mientras recordaba lo ocurr
CRISTINE FERRERA—Dime, Berenice, ¿en qué te puedo ayudar? —pregunté con cordialidad y una sonrisa fingida, una vez que entramos a mi oficina. —Creo que la verdadera pregunta es: ¿En qué puedo ayudarte yo a ti, Cristine? —La confianza en ella misma era sorprendente, pero de igual forma su sonrisa era muy rígida. Entonces mostró la carpeta que tenía debajo del brazo, era la misma que había compartido con Eliot—. Tengo entendido que tienes un problema con tus modelos, se amotinaron, y por suerte soy la directora de una agencia de modelos altamente reconocida por Europa. Tomé la carpeta y cuando la abrí me di cuenta de que eran los expedientes de cada modelo que representaba. Sus medidas y perfiles. —Entiendo que es más barato tener a tus propias modelos, pero no hay nada como la seguridad de una agencia. De algo debes de estar segura y es que nunca te dejaría sin chicas. No había hecho de dominio público mi falta de modelos, ¿cómo se había enterado? Levanté mi mirada hacia ella y e
CRISTINE FERRERA—¡Cometió errores! ¡Y no sabes cómo duele verlo esforzarse por una mujer que lo desprecia! —gritó en mi cara llena de ira—. ¡Ni siquiera has dejado que sus hijos sepan que él es su padre! ¡No tienes corazón! ¡Eres una bruja sin sentimientos! ¡No lo aceptas en tu vida, pero tampoco lo dejas ir! ¡No lo quieres contigo, pero tampoco quieres que esté con nadie más!—¡Silencio! —vociferé cada vez más herida. De nueva cuenta, tenía razón, pero no significaba que tuviera ganas de escucharla, menos cuando hacía todo esto no por proteger a Eliot, sino para quitarme del camino y por fin quedarse con él.Entonces recibí una fuerte bofetada. Mi mej
CRISTINE FERRERATodo se sentía como revivir esos viejos tiempos donde buscaba incansable a Eliot, suplicando por su amor, pero esta vez estaba aquí, en su edificio, frente a su oficina, con Luca como mi fiel escudero, desinteresado y bobalicón, buscando arreglar las cosas.—No te preocupes, no tengo idea de como carajos voy a ayudarte con esto, pero lo haré… —dijo Luca mientras ambos veíamos la puerta de la oficina de Eliot—. Algo se me ocurrirá.—Odia que lo interrumpan… —dije en un susurro.—Odia que lo visiten —agregó frunciendo el ceño.—Odia las sorpresas… —Cubrí mi rostro con ambas
CRISTINE FERRERA—Te lo advertí… —agregó Eliot mientras con cuidado colocaba el hielo en mi mejilla.—¡Te niega como el padre de tus hijos! ¡Te ha rebajado a ser el niñero y… ¿aún así la defiendes?! ¡Eliot, por favor, abre los ojos! —exclamó Berenice desesperada e incluso yo sentí lástima por lo que decía, tanta que comencé a sentirme miserable, como perro regañado, y sorbí mi nariz.—Solo vete… —pidió Eliot mientras dedicaba toda su atención a mi mejilla.—¡No lo puedo creer! —exclamó Berenice frustrada antes de dar media vuelta y pasar por un lado de Luca, empujándolo para apa
LUCA MAGNANIAunque para muchos sería una experiencia incómoda recorrer las oficinas ante las miradas sorprendidas y los susurros, por mi manera de entrar al despacho de mi primo, yo me sentía bien, es más, podía decir que estaba orgulloso. ¿Qué es eso de tocar y esperar cuando puedes patear la maldita puerta como un jodido héroe?No sabía a donde ir y no es que pudiera simplemente tomar camino. Cristine y yo habíamos llegado juntos y si las cosas no funcionaban con Eliot, lo más seguro es que tendría que llevarla de regreso a su trabajo o a su departamento y verla llorar una vez más. Mientras pensaba en lo complicado que eran las relaciones amorosas tan intensas y pasionales, recibí una bofetada de esas tronadoras que me hizo girar el rostro. Tardé un par de segundos para comprender lo que había pasado, ¿qué me había pegado?Giré queriendo ver a mi agresor, pero no había nada. ¿Se trataba de un maldito fantasma? Tal vez alguna chica que había dejado con el corazón roto y recientemen
CRISTINE FERRERAMe sentía cansada, pero liberada, más ligera que de costumbre. Abrí los ojos y no identifiqué donde estaba. El techo no se parecía a ninguno que yo recordara. Me removí retorciéndome muy cómoda y entonces me di cuenta de que alguien me sostenía, era Eliot quien me tenía en sus brazos, sobre el sofá de su oficina. Había dormido sobre su pecho por no sé cuánto tiempo y la cara la tenía completamente sonrojada, pero él parecía tan tranquilo. Ante mi silencio, acomodó mis cabellos y acarició mis mejillas, cuando tocó esa parte inflamada y adolorida no pude evitar torcer mi gesto.—¿Aún te duele mucho? El doctor dijo que no era de preocuparse, que con hielo y analgésicos estarías bien. ¿
CRISTINE FERRERAApenas estuve sola en mi habitación cuando busqué mi computadora portátil. Con mucho cuidado la encendí y quise contactar a Brenda. Quería que me escaneara cada expediente de la carpeta que me dejó Berenice para poder escoger a las modelos yo misma. Presionaba las teclas con suavidad y lentitud, para no hacer ruido. Necesitaba comprobar si la oferta de esa rubia seguía en pie pese a todo lo que había pasado. Si era profesional, sabría separar los negocios de lo demás, ¿no?De pronto la pantalla se inclinó con lentitud hacia delante hasta que se cerró, dejándome con las manos alzadas y completamente desconcertada. Una enorme y varonil mano estaba posada sobre mi computadora y el corazón me dio un vuelco. Reconocí el anillo de bodas de Eliot. Estaba ah&iacut