CRISTINE FERRERA
En lo que que Eliot se daba un baño, salí de la habitación. Me había dicho que descansara, pero quería creer que podía hacer mi vida como siempre. Arrastré los pies hasta la cocina y serví una taza de café mientras lidiaba con mi dolor de cabeza. Al darle un buen sorbo, noté movimiento en la sala. Volteé y me quedé congelada.
Un hombre de mi edad se asomó de entre los sillones. Parecía somnoliento y tenía la cara pintada de colores. Nos vimos fijamente, yo estaba paralizada y él desconectado.
Levanté lentamente la taza, lista para arrojarla en defensa propia y entonces se dio cuenta de mis intenciones.
—¡No, espera! —exclam
CRISTINE FERRERANo podía fingir que después de ver a Eliot completamente desnudo, no estaba nerviosa recordando una y otra vez lo que se había quedado grabado en mi memoria. No podía verlo a la cara, imposible hacer contacto visual sin que comenzara a hiperventilar. ¡Ya sé! Fue mi esposo, hemos tenido intimidad, procreamos tres niños, pero eso no significa que este estúpido y sensual hombre no me ponga nerviosa. Lo único que me calmaba un poco era verlo al lado de su primo. Era curioso que fueran tan parecidos y al mismo tiempo tan diferentes. Mientras Eliot despedía esa sensación de posesividad y te hacía desear sentirte sometida a sus deseos, Luca te invitaba a una aventura salvaje, además… mis hijos lo amaban. —Pareces sorprendida… —dijo Luca con esa sonrisa pícara y mirada cargada de orgullo. —Leonardo no suele ser tan permisivo —contesté viendo como mi hijo comía recargado contra su tío, cómodamente. —Después de una noche loca de leche con chocolate y galletas, cualquier hom
CRISTINE FERRERALos ojos de Luca brillaron y su gesto se oscureció por breves segundos. Sus labios apretados me decían que había algo que no quería compartir y antes de que pudiera presionarlo, los niños retomaron su jugueteo con él, siendo la oportunidad perfecta para que Luca ignorara mi pregunta y los pusiera como pretexto. —¿Qué hay de Enrico Bellucci? ¿Qué harás con ese idiota? —preguntó Eliot mientras veíamos a Luca caer en el pasillo y a los niños subírsele encima. Al parecer estaban jugando luchitas, pero Luca no estaba entendiendo bien la dinámica. —¿Qué puedo hacer? Al parecer todos los hombres relacionados al mundo del modelaje suelen abusar de la confianza de las mujeres. La diferencia es que hay unos más poderosos que otros y para mi mala suerte, Enrico era de los poderosos. Algo me dice que no conseguiré ninguna modelo para la pasarela. Tendré que hablar con Zafrina y decirle que perdí el control de la marca —contesté con ojos llorosos, intentando contener mis sentim
CRISTINE FERRERA—No quiero ver más… —pedí, pero Luca salió del auto llevándome de la muñeca como si fuera una niña pequeña—. ¡¿No me escuchaste?! ¡No quiero ver más! Exclamé furiosa y de un jalón me solté de su agarre, dejándolo desconcertado. —Hasta que yo no vea un beso en la boca, no pienso aceptar ni negar nada. ¿Tú sí? ¿Con tan poco te conformas? —Apreté los labios y mis ojos se clavaron en los suyos. Estaba renuente a salir de este lugar con el corazón aún más roto—. ¿No quieres estar completamente segura para no arrepentirte después? Volteé una vez más hacia el restaurante, habían conseguido una mesa muy cerca de la ventana y desde ahí noté como Eliot posaba su mano en una carpeta de cuero negro, antes de arrastrarla hacia él la chica posó su mano sobre la suya y le sonrió. Sus ojos se mostraban tristes, pero anhelantes. Con su otra mano intentó alcanzar la mejilla de Eliot, el cual parecía desconcertado. Decidí que eso era todo, había acabado. No tenía necesidad de abrir
ELIOT MAGNANI—Deja que me explique… —Luca levantó las manos queriendo detenerme, pero yo pasé por un lado, dispuesto a buscar a Cristine. —¡Eliot! ¡Espera! —suplicó trotando detrás de mí—. Ella estaba muy estresada y triste, y quise ayudar a que se relajara un poco… —De nuevo hizo una pausa en sus palabras y se lamentó—. Bien, eso también se escucha muy mal, pero te juro que…Cuando entré a la habitación noté que Cristine no estaba en la cama, entonces vi la camisa de Luca en el piso y no pude evitar asquearme, apestaba a vómito y pude escuchar ruido en el baño del cuarto. —¿La emborrachaste? —pregunté furioso y Luca se mostró aliviado. —¡Sí! ¡Solo hice eso! ¡Lo juro! —exclamó con una mano en el pecho y una gran sonrisa—. Jamás me metería con tus cosas, Eliot. Aunque la verdad no me hacía sentir tranquilo, si fue como quitarme un peso de encima. No podía imaginarme a Cristine en brazos de otro hombre, mucho menos con Luca. Abrí la puerta y la encontré manteniendo el equilibrio f
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera
CRISTINE FERRERANuestro matrimonio no solo era un fracaso, sino que había sido un asunto arreglado entre mis padres y los suyos. Sabía de Eliot mucho antes de saber que me casaría con él y admito de manera vergonzosa que lo admiraba, no solo porque era un hombre que parecía más un actor de películas de acción, con su gran altura, sus espaldas anchas, y ese rostro que era la combinación perfecta entre rasgos finos y angulosos, y masculinidad, sino que estaba fascinada por unirme en matrimonio con un hombre tan inteligente, que era capaz de dirigir una empresa como la que tenía en sus manos. No me sentía a su altura y tenía miedo de no ser suficiente. Tenía razón, no lo fui, por lo menos no para él, porque si de algo estoy segura es que yo no dejé de demostrarle que tenía iniciativa y corazón.Mi primer intento de alejarme de él, el primero golpe en mi corazón, fue cuando descubrí que había otra mujer en el suyo. Aún guardaba fotos y recuerdos que veía cuando se sentía melancólico. Iv
CRISTINE FERRERAMe pasé toda la mañana limpiando el piso de la cocina, la cena ya estaba seca y pegada a la losa. Con tristeza tomé el acta de divorcio sucia que se hizo pedazos en cuanto la alcé, la comida la había arruinado.Recordar el fracaso de anoche solo me hizo sentir furiosa y frustrada. ¡Era imposible hablar con ese hombre! —¡Te odio Eliot Magnani! ¡Te odio! ¡Te desprecio! ¡Te aborrezco! —grité llena de furia, con ganas de voltear la mesa, patear las sillas y salir de esa maldita casa con mis bebés para jamás volver—. Eres un hijo de puta. Maldito el día que mis padres decidieron casarme contigo. »Pero hay un puto karma, imbécil, lo sé… y cuando te llegue espero estar cerca para burlarme en tu cara. Terminarás solo y arruinado porque con el carácter de mierda que te cargas, ni tu madre te soportaba —con cada palabra arrojé con furia a la basura esa masa podrida y asquerosa en la que se había convertido la cena de aniversario. De pronto, cuando sentí que la presión de tod