Capítulo 57: Una mamá para Mario

ELIOT MAGNANI

No supe por cuantos minutos me quedé viendo fijamente a Cristine, pero era imposible apartar la vista de ella. No solo por cómo había dominado a esos tres latosos con mucha facilidad, sino que… se veía… tan… deseable.

Me quedé en completo silencio mientras mis ojos se paseaban entre sus largas y torneadas piernas, su estrecha cintura y su atractivo escote. Me sentí tentado a hincarme ante ella y besarla desde sus delicados tobillos de bailarina hasta sus pechos. Además, su aroma opacaba el de las gardenias que llenaban el departamento, tal vez lo detectaba más fácil por sus feromonas que me invitaban a cortejarla, tentando mis instintos más básicos.

Cuando noté que ya había pasado demasiado tiempo en silencio, tuve que agitar un poco la cabeza para desprenderme de ella y su imagen. Regresé por el pasillo y noté que los niños eran bastante independientes. Leonardo y Bruno ya estaban vistiéndose y Gerardo se remojaba en la tina. En cuanto me vieron, los tres sonrieron amp
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