TOM BENNETSus palabras retiraron el peso que aplastaba mi corazón y por primera vez en mucho tiempo sentí que podía respirar con libertad. Estreché con más fuerza a Jimena, como si tuviera miedo de que de pronto ella fuera a desaparecer y que todo esto fuera un sueño.—Espero que también aceptes un contrato prematrimonial y de paternidad… Te juro, Bennet, que, si me vuelves a romper el corazón, no te irás exento esta vez. ¿Me escuchaste? —refunfuño mientras sorbía por la nariz y no pude más que sonreír—. ¡Te vas a casar con una abogada experta en defender mujeres de hombres abusivos! ¡Piénsalo dos veces antes de herirme porque te voy a acabar!—Dejé de escuchar tus amenazas después de que dijiste: Te vas a casar con una abogada —susurré con una gran sonrisa y cerré los ojos—. Firmaré lo que tú quieras, hasta te daré mi alma, pero primero el acta de matrimonio, esa donde dice que serás solo mía y yo seré solo tuyo. Incluso prometo añadir a mis votos matrimoniales que seré tu fiel escl
CRISTINE FERRERAGrité con todas mis fuerzas cuando vi un par de ojos por el retrovisor, pero una mano cubrió mi boca, así que comencé a tocar el claxon con ambas manos, armando un escándalo en el estacionamiento.—¡Tranquila! ¡Soy yo! —exclamó una voz femenina desde atrás. Entonces abrí los ojos y la vi una segunda vez por el retrovisor—. ¡Deja ese claxon!Libero mi boca lentamente mientras mis manos estaban aferradas al volante y mi corazón se desbocaba. —¿Donna? —pregunté en un murmullo mientras la astuta reportera me sonreía desde el asiento trasero.—Holi… —contestó moviendo sus dedos con la mano levantada, a modo de saludo, como si estuviera tocando un piano—. ¿Me extrañaste? En vez de salir del auto y entrar al asiento del copiloto como una persona normal, se metió entre los asientos delanteros, pasando casi por encima de mí para tomar su lugar a mi lado. Por un momento me esperaba verla de cabeza, pero se acomodó y se colocó el cinturón de seguridad.—Ese tipo logró liberart
CRISTINE FERRERA—¡Oblígame, perro! —respondió Donna molesta.—Donna… no son maneras de hablar —intervine mientras podía imaginarme a Eliot indignado y con la cara roja. —¿A sí? —el tono de reto en ella me hizo titubear—. Pues… creo que estoy embarazada.—¡¿Qué?! —gritó de nuevo Eliot, ahora tenía miedo de que se fuera a infartar.—Donna… creo que es muy pronto para decir eso —dije sorprendida y con un nudo en el estómago.—Tal vez es muy pronto, pero pasé por lo menos 12 horas en su cama y creo que eso tuvo que dejar alguna clase de consecuencia, porque… obviamente, y escúchame bien, Eliot, ¡no nos protegimos! —alardeó Donna sabiendo que sus palabras solo empeorarían la situación, y sí, tanto Eliot como yo nos quedamos sorprendidos de su cinismo. —Cristine, dile a la hermana perdida de Luca que no esté jugando —refunfuñó Eliot, de seguro frotando sus sienes para aliviar el dolor de cabeza que comenzaba a atormentarlo. —Ni siquiera era mi intención hablar de mi vida personal con Pi
CRISTINE FERRERA—Carla… —pronuncié su nombre como si eso la hiciera más real—. ¿Qué carajos haces aquí? Retrocedí tomando del brazo a Donna, esperando que en cualquier momento se pudiera presentar la oportunidad de escapar.—¿Qué hago aquí? Es mi derecho… esta es mi casa —respondió autoritaria y pretenciosa. —¿Qué? —pregunté confundida retrocediendo aún más.—De cierta manera, tiene razón —susurró Donna encogiéndose de hombros ante mi mirada indignada y sorprendida—. Es nieta de Zafrina. ¿Te suena el nombre de Karen? Es la mamá de Carla, la hija de Zafrina, la amante del señor Spoti. Ustedes los ricos tienen problemas familiares bien curiosos. Abrí los ojos tanto que sentí que se me saldrían de las cuencas, cuando volteé hacia Carla ella sonrió de medio lado y levantó la frente. —Esa «trepa muros» tiene razón… —contestó Carla viendo con repudio a Donna—. O en este caso «brincacharcos».—En primera… de dónde vengo «brincacharcos» es un tipo de pantalón, en segunda tengo papeles, s
CRISTINE FERRERA—Mi madre murió enferma, Jerry fue quien nos dio dinero para meterla a un hospital, pero había sido demasiado tarde y ella murió sabiendo que su madre era una egoísta de mierda que prefería verla muerta a brindarle ayuda. —Carla tomó por el mentón a Zafrina, obligándola a levantar su rostro lloroso hacia ella—. Te dimos vergüenza y nos diste la espalda. ¿En verdad creíste que venía con intenciones de reconectar? ¿Pensabas que de pronto se me olvidaría todo lo que nos hiciste y que lo único que me interesaba era tener el amor de una abuela egoísta y mezquina como tú? »Todo lo que pudo ser de mi madre y mío se lo ofreciste a una mujer que ni siquiera era de tu familia. Una madre soltera que bailaba en un club nocturno y sacudía el trasero como una puta frente a hombres asquerosos. Entonces Carla envolvió el cuello de Zafrina entre sus manos y comenzó a apretar mientras sus ojos se llenaban de furia. Zafrina se removía queriendo escapar de sus garras y su rostro se con
SLOANE D’MARCO—Esto es una bomba y puedo asegurarle que el consejo ya se enteró de que esta información está circulando, se darán cuenta de que no pueden arrancarla de las manos de todos los editores de la ciudad, así que no perderán tiempo en silenciarla —contestó el editor con ansiedad y posó ambas manos en mis hombros—. ¿Donna no le informó de lo peligroso que es este negocio? Meterse con los de arriba es firmar una condena de muerte. Muchos reporteros terminan tres metros bajo tierra por culpa de la verdad. »Yo le recomiendo que se vaya a casa ahora y que tenga mucho cuidado. No sabe qué tan rápido tomarán acciones contra usted, pero tenga por seguro que lo harán. Salí presurosa del edificio mientras llamaba a Derek. El plan era que haría esto sola, aún recuerdo advertirle que no quería que me acompañara. ¿Por qué? Bueno, pensé que Berenice necesitaría más de su ayuda que yo. ¿Cuál era el problema al entregar estos documentos a los periódicos más reconocidos? Pensé que el caos
ELIOT MAGNANIDerek había puesto el altavoz cuando escuchó a Sloane pronunciar el nombre de Jonathan, lo que escuchamos después fue como una puñalada en el abdomen, pero cuando Jonathan mencionó a Cristine, fue como si ese puñal lo retorciera de manera dolorosa.El silencio continuó por largos minutos después de que el estruendo a través de la línea nos avisara que Jonathan había destrozado el celular de Sloane. Entonces nos vimos entre Derek y yo, sabiendo que, si yo iba con él a rescatar a Sloane, podría perder a Cristine y viceversa. —Yo puedo ir solo a ese psiquiátrico… —susurró Derek con las mandíbulas apretadas y me vio fijamente a los ojos.—Yo puedo ir solo a la casa de Zafrina… —contesté con la misma determinación.¿Recurrir a la policía era una opción? No, no habían hecho nada por nosotros, por el contrario, solo tenía que recordar a Esposito para saber que a veces eran más un obstáculo que un apoyo. Apreté los labios y volteé hacia la sala donde los niños jugaban y reían,
DONNA CRUZ—¡No! ¡Suéltame! —grité mientras pataleaba recostada en la cama con las manos atadas a mi espalda. Jerry intentaba sujetarme, pero empezaba a frustrarse—. ¡No! ¡No me toques!Como resultado recibí una bofetada que me hizo torcer el rostro. Fue tan fuerte que mi labio se abrió y por un momento todo se puso oscuro y después solo vi estrellitas, incluso me percaté de un zumbido en mis oídos, hasta que sentí el peso de Jerry sobre mí. Había subido lentamente, pasando entre mis piernas, acomodándose a modo que mi cuerpo fuera aplastado por el suyo. Me sentía asqueada por cómo se movía sutilmente, frotándose contra mí. Cerré los ojos con fuerza en cuanto su aliento acarició mi cuello. —Cuéntame una historia, Donna —susurró en mi oído antes de morderlo—. Quiero saber como murió la amada esposa de Piero Bernardi junto a su hijo y su hermana. Sé muy bien que te la sabes. Apreté los labios y me mantuve con el rostro lejos del suyo hasta que su mano se apoderó de mi mentón, obligán