SLOANE D’MARCO—Esto es una bomba y puedo asegurarle que el consejo ya se enteró de que esta información está circulando, se darán cuenta de que no pueden arrancarla de las manos de todos los editores de la ciudad, así que no perderán tiempo en silenciarla —contestó el editor con ansiedad y posó ambas manos en mis hombros—. ¿Donna no le informó de lo peligroso que es este negocio? Meterse con los de arriba es firmar una condena de muerte. Muchos reporteros terminan tres metros bajo tierra por culpa de la verdad. »Yo le recomiendo que se vaya a casa ahora y que tenga mucho cuidado. No sabe qué tan rápido tomarán acciones contra usted, pero tenga por seguro que lo harán. Salí presurosa del edificio mientras llamaba a Derek. El plan era que haría esto sola, aún recuerdo advertirle que no quería que me acompañara. ¿Por qué? Bueno, pensé que Berenice necesitaría más de su ayuda que yo. ¿Cuál era el problema al entregar estos documentos a los periódicos más reconocidos? Pensé que el caos
ELIOT MAGNANIDerek había puesto el altavoz cuando escuchó a Sloane pronunciar el nombre de Jonathan, lo que escuchamos después fue como una puñalada en el abdomen, pero cuando Jonathan mencionó a Cristine, fue como si ese puñal lo retorciera de manera dolorosa.El silencio continuó por largos minutos después de que el estruendo a través de la línea nos avisara que Jonathan había destrozado el celular de Sloane. Entonces nos vimos entre Derek y yo, sabiendo que, si yo iba con él a rescatar a Sloane, podría perder a Cristine y viceversa. —Yo puedo ir solo a ese psiquiátrico… —susurró Derek con las mandíbulas apretadas y me vio fijamente a los ojos.—Yo puedo ir solo a la casa de Zafrina… —contesté con la misma determinación.¿Recurrir a la policía era una opción? No, no habían hecho nada por nosotros, por el contrario, solo tenía que recordar a Esposito para saber que a veces eran más un obstáculo que un apoyo. Apreté los labios y volteé hacia la sala donde los niños jugaban y reían,
DONNA CRUZ—¡No! ¡Suéltame! —grité mientras pataleaba recostada en la cama con las manos atadas a mi espalda. Jerry intentaba sujetarme, pero empezaba a frustrarse—. ¡No! ¡No me toques!Como resultado recibí una bofetada que me hizo torcer el rostro. Fue tan fuerte que mi labio se abrió y por un momento todo se puso oscuro y después solo vi estrellitas, incluso me percaté de un zumbido en mis oídos, hasta que sentí el peso de Jerry sobre mí. Había subido lentamente, pasando entre mis piernas, acomodándose a modo que mi cuerpo fuera aplastado por el suyo. Me sentía asqueada por cómo se movía sutilmente, frotándose contra mí. Cerré los ojos con fuerza en cuanto su aliento acarició mi cuello. —Cuéntame una historia, Donna —susurró en mi oído antes de morderlo—. Quiero saber como murió la amada esposa de Piero Bernardi junto a su hijo y su hermana. Sé muy bien que te la sabes. Apreté los labios y me mantuve con el rostro lejos del suyo hasta que su mano se apoderó de mi mentón, obligán
DONNA CRUZCarla volteó hacia mí, entornó sus ojos con desconfianza antes de apretar los labios y asentir. Jerry besó su frente, orgulloso del poder que todavía tenía sobre ella. Era su perra fiel. En cuanto ella se fue, Jerry volteó hacia mí, desganado y resoplando. —Creo que necesitas tiempo para pensar —soltó por fin antes de levantarme de la cama y cargarme sobre su hombro—. En verdad lamentaría tener que deshacerme de ti de esa manera. Así que, por favor, piensa bien lo que responderás.Me sacó por el pasillo y me metió a la habitación contigua. No pude ver mucho hasta que por fin me acomodó sobre una silla. Cristine estaba ahí dándome la espalda, atada a una silla, también Zafrina, aunque al poner más atención supe que estaba muerta. Antes de atar mis tobillos a las patas de la silla, Jerry se prendió un cigarro. Hincado ante mí, sonrió y levantó su mirada hacia mí. —Piero no es el único que puede poner el mundo a tus pies —agregó quitándose el cigarro de la boca, y después d
DEREK MAGNANI—¿Qué carajos? —preguntó Luca asomándose entre los barrotes y tragando saliva—. Esto es más de lo que me esperaba.Había aceptado que Luca me acompañara al hospital psiquiátrico, pero en el fondo sabía que era algo que yo tenía que hacer solo. Todo el sitio parecía abandonado, sin guardias ni doctores, para empeorar las cosas, parecía que cada enfermo había sido liberado, vagaban por los jardines como almas en pena, soltando risotadas esquizofrénicas, peleando entre ellos, llorando en un rincón, metiéndose a la boca insectos y rocas. Era una escena tétrica para quien nunca hubiera pasado tiempo dentro de ese lugar. —Luca… regresa al departamento con Berenice —solté en un susurro mientras decidía acercarme a la reja de entrada.—¿Estás loco? Son muchos —susurró como si tuviera miedo de que se dieran cuenta de que estábamos ahí.—Tienes razón… tal vez estoy loco —contesté con melancolía y posé mi mano en su hombro—. Este fue mi hogar por muchos años y ellos fueron mi fami
DEREK MAGNANIMi brazo chorreando sangre no fue lo peor que pudo provocar Jonathan al disparar, la bala solo me había rozado, pero el hombre que me había entregado el hacha se había desplomado ante la mirada absorta del resto de los pacientes. Un disparo en el pecho no fue suficiente para arrancarle la sonrisa, lo malo es que si le había arrancado la vida. La rabia en mi pecho se reencendió y no solo la mía. Pude ver la mirada iracunda de todos los que estaban ahí. Habían matado a uno de los nuestros, su sangre corría escaleras abajo. Jonathan había cometido un grave error, uno que pagaría con sangre. Di el primer paso dentro de su oficina, pero los demás entraron como una estampida. Jonathan intentó disparar, principalmente contra mí, pero sus disparos lastimaron la carne de inocentes que se interponían entre él y yo. Las balas no fueron suficientes cuando su arma terminó descargada y entre gritos tuvo que pelear contra las miles de manos que intentaban agarrarlo.—Pensaste que podr
BERENICE SPOTICuando estaba arrullando a la pequeña Aurora fue cuando escuché un par de golpes en la puerta. Mi sangre se heló, dejé a la niña junto con los demás bebés y caminé con paso tembloroso hasta la puerta. Me asomé por la mirilla y me encontré con el rostro de Carla casi de frente. ¿Que creía que estaba haciendo presentándose de esa manera tan cínica del otro lado de la puerta? Era como si nada hubiera pasado y solo estuviera visitando a unos viejos amigos. Tenía una actitud despreocupada y una sonrisa de maldita.Corrí hacia los niños, Mario y Brian todavía estaban fuera de su habitación en el pasillo, jugueteando, mientras los trillizos se ponían sus mamelucos dentro del cuarto. —¿Qué ocurre tía Berenice? —preguntó Mario, siendo el más receptivo. —Tienen que esconderse muy bien, tienen que quedarse callados y esperar. ¿Entendido? —dije mientras los empujaba dentro del cuarto, ante la mirada confundida de los trillizos—. No intenten salir hasta que yo les diga.—Pero… ¿p
BERENICE SPOTIPor un breve momento nos vimos a los ojos, haciendo que el silencio se volviera profundo y solo el llanto de los niños se escuchara. —Mario… por favor —dije sin desenganchar mi mirada de la de Carla. De inmediato mi sobrino corrió hacia la habitación donde estaban los bebés—. Brian lleva a los trillizos a su cuarto, todo ya está controlado. —¡No! ¡Esa mujer tiene que pagar! —gritó Leonardo iracundo, era como ver a Eliot en miniatura. Tan feroz como su padre, como sus tíos, como un Magnani debía de ser. —Y pagará… —dijo Luca al entrar y pasear la mirada por cada rincón, parecía analizar cada detalle. Supuse que si le explicara lo que en verdad había pasado, no lo creería—. ¡Niños! A su habitación. Les habló con más firmeza de la que jamás había usado. A regañadientes, los niños entraron a la misma habitación donde estaban los bebés y cerraron la puerta con recelo. Lo último que vi fue el ceño fruncido de Leonardo. —Berenice… déjala en paz —soltó Luca tomándome por s