CRISTINA FERRERABajé mis manos lentamente por su piel, no con intención de acariciarlo, solo como un reflejo de mi cuerpo perdiendo las fuerzas, cuando mis dedos alcanzaron una cicatriz en su abdomen bajo que nunca había sentido antes. Agaché la mirada y entonces la vi, parecía una cortada como de unos veinte centímetros y bastante vieja. Si de algo estaba segura, es que eso no estaba ahí. —Quédate con la ducha, yo ya terminé —dijo tajante antes de dejarme sola bajo el agua y completamente confundida y aturdida.Después del baño que no planeaba tomar, salí de la habitación y noté cierta cotidianeidad en el ambiente, pero eran como esas imágenes que, entre más ves, más cosas extrañas encuentras. Todos estaban en la mesa, Berenice se había levantado temprano, en parte por las náuseas matutinas, y en parte porque quería hacer algo especial para desayunar. Ya había terminado de poner cada plato con comida en la mesa, cuando noté la mirada profunda de Eliot sobre ella, jamás la había vi
CRISTINE FERRERAMi idea era llevar una plática civilizada en la cual ambos podríamos discutir lo que estaba pasando de manera pacífica en la mesa, tomando café y comportándonos como adultos, pero entonces recordé que Luca no actuaba como adulto.—Cristine… Yo… No sé de qué hablas… —dijo nervioso, rascándose la cabeza mientras retrocedía. —Incluso Berenice sabe que Eliot no se está comportando de manera normal y por tu actitud nerviosa algo me dice que sabes más de lo que creo —agregué con toda mi paciencia, pero él seguía con esa odiosa sonrisa y evitando mi mirada. —No sé lo que está pasando, pero prometo que investigaré y cuando sepa algo, te lo diré de inmediato —agregó encogiéndose de hombros. —Berenice, ¿puedes hacerme el favor de llevar a los niños a la escuela? No me gustaría que llegaran tarde —pedí con una sonrisa forzada y ella supo que las cosas se pondrían feas. —Ya escucharon a mamá, es hora de irnos, mis ositos lindos —dijo Berenice igualmente nerviosa mientras les
DEREK MAGNANISe veía… hermosa y al mismo tiempo casual. Su cabello recogido en una coleta, su rostro sin gota de maquillaje, salvo un delgado delineado, poco rímel y algo de color en sus labios. Usaba un vestido entallado de su cintura, pero holgado hasta la rodilla. Me sonrió con timidez mientras se acercaba, no con actitud seductora, más bien con la actitud de una niña pequeña que quiere hacer amigos. —Te ves cansado… —dijo en un susurro y me ofreció una sonrisa suave, gentil. Me quedé en completo silencio viéndola con atención, sin saber muy bien qué hacer. Había derrochado energía en intimidarla y hacerla sentir como basura, pero aquí estaba, con sus ojos llenos de cariño. Inspiré profundamente, dejando que su perfume inundara mis fosas nasales. —¿Qué haces aquí, Cristine? —pregunté frunciendo el ceño y apretando las mandíbulas. No tenía ganas de discutir con ella, tampoco me quedaban fuerzas para seguir intentando humillarla o molestarla. —Has estado muy estresado, no sé si
DEREK MAGNANI—Ya veo, no te agradan los sabores amargos —dijo Cristine notando mi desagrado y me ofreció su café—. Pruébalo, es de vainilla, mi favorito. Vi su vaso con desconfianza y lo tomé, su comportamiento era muy extraño, no me trataba como a su esposo, sino como a uno más de sus hijos. Probé el café y descubrí que tenía razón, era bastante agradable. —No es que resulte entretenido estar aquí, solo… es pacifico. A veces necesitamos algo de calma para ordenar nuestras ideas. El caos nunca deja nada bueno —agregó con un suspiro antes de recargar su cabeza en mi hombro—. Me alegra que nos tomemos un momento. Lo necesitábamos. ¿No crees?Una vez más comprendí por qué Eliot estaba con ella. No solo era hermosa, sino que irradiaba calma y serenidad. Además, desprendía un calor reconfortante, me hacía recordar esas mañanas de invierno cuando el calor de mi cama era tan cómodo y no deseaba salir de entre las cobijas. Divagamos un poco, ella me platicó de sus proyectos, de sus sueños
DEREK MAGNANISaqué del auto a Cristine en brazos y la llevé todo el camino en el elevador cerca de mi pecho, sintiendo su aliento. Cuando entré al departamento parecía completamente solo. La llevé hasta su habitación, depositándola gentilmente sobre la cama. Estaba dispuesto a dar media vuelta e irme cuando ella entreabrió los ojos, retorciéndose con pereza. Entonces levantó sus manos hacia mí como si esperara un abrazo. —Este es tu hogar… —susurró y me sonrió—. Ven, hay espacio para todos. Me sentía como un cachorro abandonado bajo la lluvia siendo rescatado. Me acerqué con duda y me recosté a su lado. Me sonrió una vez más antes de tomar mi mano y cerrar sus ojos.Al principio no pude pegar los párpados, estaba esperando a que Cristine cayera completamente dormida para irme, pero la comodidad de la cama y su calor me retenían, ni siquiera me di cuenta cuando caí profundamente dormido.Al abrir los ojos, ya había amanecido y ella no estaba a mi lado. Me levanté abruptamente y ento
DEREK MAGNANIGiré lentamente para encontrarme con Carla, quien avanzó con las manos en el regazo y viéndome con timidez. Su sonrisa era suave y se puso a mi lado, viendo en mi misma dirección. —Cristine es una buena mujer —dijo con un suspiro y agachó la mirada—. Últimamente he pensado que, si Luca no hubiera decidido romperme el corazón, de seguro hubiéramos terminado siendo muy cercanas, tal vez como hermanas. —No pretendo ofenderte, pero… ¿qué haces aquí? ¿No deberías de estar en tu trabajo cuidando de ya sabes quién? —En cuanto volteé hacia ella apreté los dientes. Acerqué mi mano hacia su cuello, donde habían aparecido nuevas marcas violáceas. La mano de su esposo estaba perfectamente dibujada en tonos rojos y morados—. Te volvió a tocar. Carla agachó la mirada y las lágrimas cayeron por sus mejillas. Noté como sus dedos se enredaron en sus mangas y dio un paso hacia atrás. Con dificultad subió el cuello de la blusa que llevaba debajo de su filipina de enfermera. —Solo querí
DEREK MAGNANI— Me alegra ver qué las circunstancias no te depriman —dije con una suave carcajada—. En mi caso no puedo más que decirte que estoy enteramente feliz de estar con tu familia, Cristine es… fascinante, y los niños son un encanto, ni siquiera parecen tuyos.—¡No los toques! —gritó furioso, perdiendo el control, esforzándose por alcanzarme, adhiriéndose a los barrotes con tal de llegar más lejos.—¿Sabes? Llegué a la conclusión de que tanto Cristine como yo merecemos algo mejor. Sloane me dio la espalda, tú trataste como basura a Cristine. Seamos sinceros, no la mereces —agregué mientras caminaba de un lado a otro—. Es demasiada mujer para ti y yo soy un hombre que necesita amor y comprensión después de todo lo que he pasado. —Aléjate de ella… —siseó importante, sabiendo que no podía protegerla. —Esta es mi mejor oferta, Eliot, tomar tu vida en vez de destruirla. ¿Qué prefieres, que lastime a Cristine o que la haga feliz como tú no puedes? ¿No es un ganar-ganar? Tú recibes
LUCA MAGNANI—Luca… Si Derek quisiera torcerme el cuello, ya lo hubiera hecho —refunfuñó Cristine y torció los ojos. ¡Creía que hacer que Derek se convirtiera en un buen chico sería tan fácil como lograr que Eliot superara sus traumas de la relación anterior!, pero no se daba cuenta de que los problemas de Derek eran más grandes. Salvas al perro con la pata rota, no al que tiene rabia. —¡Cristine! Muchas veces las personas se vuelven peores en la cárcel. El encierro y la crueldad pueden trastornar a cualquiera. Tal vez fue un santo, pero no podemos asegurar que lo siga siendo ahora —agregué desesperado por hacerla entender, la tomé de los hombros, clavando mi mirada en la suya, buscando un poco de entendimiento. —Es tu primo, es el hermano de Eliot y el único que nos puede facilitar las cosas para recuperar a Eliot y que no lo lastime —contestó tajante y mi corazón se hizo pedazos—. Tengo que intentarlo, quiero que recuerde que antes de todo esto fue una persona capaz de sentir amo