Capítulo tres

“Si me hubiesen dicho que el matrimonio sería tan genial, me hubiese casado hace mucho tiempo… Aunque en realidad sigo viviendo mi vida como soltera, la diferencia es que ahora debo actuar frecuentemente  frente a un público: Nuestras familias y amigos ¿Será igual con todas las parejas de casados?”

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               Awa

Cuatro meses después

Estoy cansada, abrimos la cava de vino los sábados porque es el día en el que mejor nos va y nos turnamos cada fin de semana y en este, me ha tocado a mí trabajar, lo detesto, porque llego tan cansada que no tengo tiempo de nada y ya no tengo vida social.

Aunque para el mundo soy la señora Gaillard desde hace cuatro meses, mi vida no ha cambiado nada, ni siquiera tengo sexo.

— ¡Oh, siii! ¡Eres como un toro! — Dejo las llaves en la entrada del apartamento y me quedo de pie sin saber qué hacer, ante el grito y la escena que se desarrolla frente a mí.

En todos mis años de amiga con Vico, lo había encontrado en situaciones incómodas y un poco gráficas, pero en ninguna actividad tan carnal como esta.

No sé qué hacer o cómo reaccionar, Vico está realmente entregado al arte de la lujuria y el erotismo, con un chico que se mueve como un contorsionista, mientras él está del que dele ¿Qué hago? ¿Me tapo los ojos? ¿Me voy?

Las luces están tenuemente iluminadas, así puedo ver todo a mi alrededor, me tapo los ojos con una de mis manos e intento pasar sigilosamente hacia mi habitación, pero como era esperarse, me golpeo contra una estantería que hemos puesto la semana pasada ¡Mierda!

— ¿Awa? — Me quedo quieta, estática, helada y sin respirar ¡No es posible! — ¿Podrías darte prisa? Me estás cortando el rollo — Corro al escuchar la voz agitada de Vico y entro en mi habitación sin poder creer lo que acaba de suceder, lo peor es que ellos siguieron en lo suyo como si nada extraordinario hubiese pasado.

Me acuesto en mi cama y me tapo los oídos, esto es inaudito, estoy avergonzada por ver al que legalmente es mi esposo con un desconocido en mi sofá mientras acabo de llegar de mi trabajo, completamente agotada ¡Qué asco! Voy a cambiar el sofá.

— ¡Lo siento! — Vico entra en mi habitación veinte minutos después, yo sigo mirando hacia el techo, estoy un poco traumatizada — Has cerrado temprano — Me reprocha y yo lo miro con la boca abierta, ahora resulta que es mi culpa.

— No es verdad, creo que se ha pasado el tiempo entre una cosa y otra; ¡Si papi! ¡Eres como un toro, papi! ¿El chico era latino? — Vico se acuesta a mi lado y me abraza.

— ¡Qué asco! Todavía hueles a sudor y a sexo, ve a bañarte — Le digo y me hago hacia un lado.

— No es verdad, me acabo de duchar y sí, creo que me dijo que era de algún país de Latinoamérica, pero no recuerdo cuál — En realidad huele a limpio, a gel de pomelos, pero en mi mente todavía sigue esa imagen perturbadora y seguro que tendré impregnado ese asqueroso olor durante horas en mi pobre nariz.

— ¿Recuerdas el nombre del chico? — Vico me mira como si estuviera hablándole en clave.

— ¿Papi? — Me dice y se acomoda en la cama y me abraza, me estremezco del asco — Ha llegado esto del centro de reproducción y no somos actos para acceder a un programa de fertilidad, porque como es evidente, somos muy fértiles — Hemos intentado entrar en el programa de fertilización del estado, que es gratuito, pero no somos una pareja elegible o no por el momento, cuando hay personas con verdaderos problemas de infertilidad.

— Entonces, ¿Qué vamos a hacer? — Le pregunto un poco desesperada.

— ¿Un rápidito? — Me dice, con una tonta sonrisa y lo golpeo con fuerza.

— ¡Qué asco, Vico! — Sus padres nos han estado presionando para que les demos un nieto y él, que es un hijo abnegado y que en realidad adora sus padres, a pesar de que no ha sido capaz de decirles la verdad, quiere darles la dicha de ser abuelos.

En realidad, quiero ser madre, para restregarle en la cara al idiota de Iván de que, sin él, también puedo alcanzar mis sueños. Aunque hasta el momento, eso no sea verdad, siempre quise ser madre y fue Iván quien me dijo que no y bueno, el tiempo ha pasado y he decidido que no puedo enamorarme, porque con mi personalidad, voy a volver a pasar por lo mismo y no vale la pena.

He luchado mucho contra mis demonios, como para recaer, el amor está prohibido para mí, pero eso no tiene por qué impedirme que quiera ser madre.

— Vamos a pagar, he encontrado los datos de una clínica, nos pueden ayudar con los cromosomas y así asegurarnos de que sea un niño — Esa es una buena idea, estoy impresionada de que eso se pueda hacer. El problema es que no tenemos mucho dinero.

— ¿Hacemos un préstamo? — Creo que empezamos a exagerar, pero quizás esta sea la única forma de lograrlo.

— No es necesario, con lo que tenemos ahorrado podemos hacerlo, al parecer no lleva mucho tiempo y no es doloroso ¿Lo intentamos?

Sigo mirando hacia el techo y me imagino a un hermoso bebé parecido a Vico, ¡es que es lindo el condenado! 

Pero luego, pienso en los pañales, en que no podremos dormir, en la guardería, la escuela, las tareas del colegio, el examen de preparatoria y la entrada a la universidad. Luego se irá de casa o tal vez nunca se irá o tal vez consuma drogas y se la pasará teniendo sexo desenfrenado hasta que se contagie de una ETS y nos llamará para pedirnos dinero o que seamos sus garantes cuando quiera alquilar un lugar donde vivir y tendrá que buscar trabajo y comprenderá que la vida no es fácil y empezará a tener problemas existenciales y nos dirá que somos los peores padres  y nos reprochará haberlo traído al mundo como un pollito, encubado en un huevo y, seguramente nos odiará para siempre y nos hablará porque se sentirá obligado y  cuando no desee hablarnos,  no va a contestarnos al teléfono mientras Vico y yo nos moriremos de la preocupación, pensando que podría estar desaparecido, en la cárcel o muerto ¡Oh Dios mío!

— ¡No puedo ser madre! — Exclamo — Es mucha carga para mí, no puedo con mis problemas existenciales ¿Cómo voy a poder con los de mi hijo adulto? — El pánico me embarga ¡No puedo!

— ¿De qué diablos estás hablando? Para eso nos casamos, Awa — Me dice Ivo y recuerdo que fui yo quien tuvo la brillante idea ¿Qué voy a hacer ahora?

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