Capítulo dos

“Puedes hacer de tu vida una comedia o un drama, como si estuvieras en un reality show… Solo que el mío no tiene mucho rating, pero tiene a mis padres y a mis hermanas … ¡Y con ellos es suficiente!”

                                                                                                                                                                Awa

— ¿Estás segura de que estás enamorada? — La verdad es que no entiendo por qué todos no paran de preguntarme eso.

A Vico no le gustan las mujeres y yo pensaba que todos lo sabían, pero al parecer para nuestro círculo social, solo existe una duda no confirmada y ahora todos están felices porque vamos a casarnos, bueno, todos menos mis dos hermanas que son un incordio.

— Lo estoy, ¿no ves que me salen unicornios y corazoncitos por todas partes? — Le digo parpadeando deprisa y repetitivamente. Mi hermana me mira a través de la imagen del espejo y me da un tortillazo en la cabeza — ¡Bruta! ¡Pero si casi me descogotas! — Me sobo con delicadeza mi cabecita.

— ¿Quieres que te felicite? Eres una persona obsesiva, Awa ¿Sabes lo que significa? Pero si tienes un diagnóstico y has estado obsesionada con Iván y con Vico desde hace años, sabe Dios que no dejas respirar al pobre hombre — Me quedo mirando a mi hermana a través de la imagen del espejo y retoco un mechón de mi cabello que no ha peinado bien ¿Qué quiere decir?

— No te entiendo — Respondo muy seria.

No es momento de hablar sobre estupideces, en menos de dos horas debo estar en la alcaldía donde vamos a casarnos Vico y yo y no puedo llegar tarde. 

— Siempre has estado pegada a él y con lo absorbente y obsesiva que eres, el pobre más o menos detesta a las mujeres — ¿En serio eso piensa? ¿Qué es mi culpa?

— No estoy pegada a él, solo que no puedo dejarlo solo porque es capaz de dejarnos en la ruina — Aunque eso lo hice yo con mis entradas y salidas de las estaciones de policía — Además, Vico no detesta a las mujeres, soy mujer y me ama y vamos a casarnos — Le muestro mi anillo de compromiso y le sostengo la mirada.

— Ustedes dos están locos, se están equivocando, entre Vico y tú no hay nada, ni siquiera una chispa perdida de atracción. Sabes también como yo que Vico es gay, ama a los hombres ¡Que lo has visto con media Niza masculina! Y ahora vienen a decirnos que están enamorados — Mi hermana es extraña. Me ha creado un alto nivel de ansiedad con sus tontas preguntas del amor y todo eso, para decirme luego que sabe que Vico es gay.

— Estamos enamorados, muy enamorados. Tú no puedes ver nada aunque te golpee en la cara — Sé que tiene una duda o no estaría preguntándome, así que continuaré con mi teatro, porque no puedo dejarla que sepa todo, porque seguramente va a ir a decirle a todo el mundo y luego los padres de Vico no van a ayudarle y mis padres estarán decepcionados de mí y van a aislarme y si me hacen eso, moriré como una flor marchita a la sobra de los olmos y … Ella es una comunicadora nata, no debe saberlo —  Puedes decir lo que quieras, Vico y yo estamos enamorados. Punto final y su anterior vida sexual no me interesa, él no juzga la mía — Continúo maquillándome, ya que Litia, mi hermana mayor, ha dejado de hacerlo y tengo un ojo en una tonalidad más clara.

— ¿De qué vida sexual me hablas? ¡Pero si no tienes! — Exclama Litia mirándome con seriedad — Te has acostado como con tres tipos en toda tu vida y con dos de ellos lloraste, con el primero porque te dolía y con el otro porque no era Iván, así que no me vengas con tus mamadas de vida sexual ¡eso no es tener vida sexual! — Me dice y me quita la crema hidratante de las manos y me gira con brusquedad, para concentrarse en mi maquillaje.

— Tengo una vida sexual con mi novio — Digo con boca chiquita.

En realidad, tengo una panorámica muy próxima de la vida sexual de Vico, vivimos juntos y lo he pillado en unas de padre y señor nuestro, pero hasta ahí.

¡Qué me la paso actuando! Vico y yo solo nos damos pequeños besitos frente a la gente y luego cuando volvemos a casa, se lava los dientes durante cinco minutos, renegando porque ha tenido la desdicha de besar a una mujer ¡Él muy desagradecido!

— ¿Has dicho algo? — Mi hermana continua con lo suyo e ignora mi respuesta, mientras la miro con mucho odio.

Siempre ha sido así, desde pequeñas. Siempre fue la hermosa, delgada, alta, con un cabello afro, espectacular y manejable, con sus ojos oscuros que tienen un brillo especial, no como los míos que son bien normalitos y para completar, responsable e inteligente.

Es la sabelotodo de la familia, la que tiene la razón, a la que todos piden una opinión mientras que yo siempre he sido la obsesiva y compulsiva hermana del medio, a la que todos olvidan hasta que sucede algo que les recuerda mi enfermedad y de paso a mí; ya sea porque me he comido todo el chocolate de la nevera sin dejar un rastro, he comprado todos los vestidos vaporosos en las rebajas o intentando dejar las cosas claras sobre alguna decisión, he hecho cien veces la misma pregunta a mis padres desde ángulos y perspectivas diferentes, hasta que obtengo la misma respuesta sin variaciones que me generen ansiedad.

Siempre he creído que mis padres son responsables de que yo padezca este trastorno, porque me ignoran y no me responden a tiempo, o no me toman en cuenta y pues desde pequeña adopte medidas drásticas para hacerme escuchar.

Volviendo a mi hermana, en definitiva, es un poco antipática y detestable, me he pasado los primeros veinticuatro años de mi vida intentando descubrir si la quiero o la odio y tengo veintiséis.

— He traído tu vestido, así que vemos a ponértelo y a comenzar el espectáculo ¡Luces, cámara y mucho vino! Que hay que digerir el mal rato — La persona que acaba de hablar es Aisha, mi hermana pequeña, es igual o más hermosa que Litia, y parece menos sabelotodo, aunque en ocasiones pienso que es más inteligente y observadora.

— Aisha, no digas eso. Esto es un matrimonio de verdad y no vayas a tomar mucho vino, que sabes que cuando eras pequeña te caíste y te golpeaste la cabeza muy fuerte y Litia dijo que por eso hacías tantas locuras — Litia frunce el ceño y tira de mi cabello.

— No entendí nada de lo que dijiste, lo único que sé es que este matrimonio es un teatro, bien montado, pero al fin y al cabo teatro — Se cruza de brazos y se queda mirándome retadora.

— No es una farsa — Le digo todo lo segura que puedo.

— Claro que sí, pero da igual. Así podrás tener dinero cada vez que tengan que pagarte una caución por seguir a Iván, sus padres le han dicho a papá y mamá que su esposa casi tiene a su bebé prematuro por tu culpa — Mis padres siguen siendo amigos de los padres de Iván, algo que no he logrado entender, por solidaridad deberían cortar todo tipo de relación con ellos.

Además, es una exageración de esa mujer de los infiernos; me la encontré en el supermercado por casualidad, juro que no la estaba siguiendo, es más, a penas la vi, intenté no coincidir con ella, pero por cada pasillo que me metía, ella aparecía como por arte de magia y por supuesto, no fue mi culpa que me encontrara precisamente en el compartimento de venenos para cucarachas ¿Qué hacía ella allí?

Al verla, me estresé muchísimo y me imaginé que iba a gritar como loca, que llegaría la policía y ya no podría salir de la cárcel y no podría asistir a mi propia boca, así que estaba comprando veneno para exterminar todas las cucarachas que estaban jodiendo mi vida. Y la pobre empezó a correr y a gritar y por estar tan pesada, porque creo que ha triplicado su peso, resbaló y se cayó y a mí que no vengan a joderme la vida, porque ni la toqué.

Les juro que fue una coincidencia, pero claro, ella, con lo cucaracha que es, hizo que tuviera que pagar de nuevo una caución.

— Fue una coincidencia — me pongo de pie — ¿Me van a ayudar o no? Por una vez en mi vida hago algo primero que ustedes dos y no hacen más que criticarme porque voy a casarme y ustedes no tienen a nadie — Las chicas me miran, niegan con la cabeza y luego me ayudan a vestirme.

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