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𝟸0 𝚍𝚎 𝚎𝚗𝚎𝚛𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟼𝟾

𝙲𝚑𝚊𝚛𝚒𝚜

No hizo falta que su mayordomo me guiara porque el aroma a licor mezclado con nicotina ahoga la sala. Donde más estaría, sino ahí.

Es el quinto día en un lugar tan acogedor. Las paredes de madera tienen un precioso color perla que hace relucir los cuadros al igual que la alfombra violeta. Como Abel aseguró, es un lugar tranquilo. Cinco cuartos, dos baños, una cocina y la sala que conservan con mucho cuidado. Unos cuantos jarrones y un telégrafo le dan aire de una máquina del tiempo de marfil. Es más de lo que pedimos. Me recuerda al hogar que compartí con Damian cuando Alethia era solo un bebe.

La noche llegó y entre la oscuridad solo puedo vislumbrar su figura hacerse más y más grande con cada paso que doy. Sentado en un sofá de perfil, acompañado con una copa con

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