La última vez que Zafra había estado en las Terrazas de la Matria fue cuando recibió la medalla de los honores,en reconocimiento por su insuperable labor como capitana de las Persefones al aniquilar un levantamiento de los "Gorilas" en el barrio Mercedes Sosa,el cual quedaba en la ladera de la montaña central.
"Una masacre. Las Persefones acabaron con los varones rebeldes, él último bastión de rebeldía que quedaba. Arrasaron a estos malditos, su sangre se derrama aún en las laderas rocosas." Titulaba uno de los diarios digitales.
"Volver a la normalidad. La capitana Zafra y su grupe de soldades liquidan a los pocos varones anti sistema que quedaban"
"Tal como la generala San Martina liber&oacut
Mario aceptó la advertencia de Matute, aunque notó cierto recelo en sus palabras. En los últimos años notaba ese odio interno que consumía a algunos de sus mejores compañeros, y mejores soldados.Un odio profundo, que se asemejaba a una llama interna, que flameaba y que siempre se avivaba en los momentos más inesperados.Esa llama de odio consumió a muchos, llevándolos a cometer alguna que otra tontería, como a Derticya, uno de los que falleció en la última batalla contra las Perséfones.Derticya odiaba a las Perséfones, pero lo que realmente lo consumía era su odio a las mujeres. Las veía como otra raza, como el enemigo. Hablaba cosas terribles de ellas.
Media hora después, Mario y los 5 mejores soldados, los capitanes, estaban reunidos, alrededor de una mesa con un plano extendido sobre ella.Sócrates, Barba Blanca, Josué, Arator y Cáceres.Todos mayores de 60 años.Cada uno de ellos está parado sobre una historia de sufrimiento,luchas y sacrificio. Duras cicatrices dibujan sus cuerpos, pero solo distraen de las verdaderas cicatrices, las que no se ven con los ojos. Las que más duelen. Desprecios, engaños, exilio, duelos.Todos padres. Todos habían perdido hijos e hijas gracias al Régimen.Sócrates, una columna de casi dos metros, de mirada tan dura como el fuego, músculos t
Aquella tarde el sol de verano elevó la temperatura por sobre los 40 grados centígradosUna verdadera locura.El ventilador de casa proporcionaba la única oportunidad de refrescarse, por lo que, tanto ella como su madre, estaban congregadas alrededor de él.Fue en esa misma tarde cuando se formó la tormenta.Y fue esa noche, cuando comenzó a caer con tal fuerza sobre la ciudad, que parecía que el fin de todas las cosas se manifestaba.El poder de los truenos retumbaba en cada rincón de la casa, sacudiendo incluso las paredes. La agresividad de los rayos que iluminaban la oscuridad con una luz que enceguecía, dibujaban venas el
-¿Y cómo pensás llevar a cabo tu plan?-Por empezar, cuento con vos. Es el inicio del plan.-Ay, Sacerdotisa…¿usted sabe que puedo detenerla por traición?-Mi querida Zafra, lo podrías haber hecho hace tiempo ya, cuando vos quieras lo podés hacer. Cuando salimos de Terrazas, e insinué lo que insinué. Lo que me motiva es el por qué no me detuviste, porque no reaccionaste con sentimiento matriota. ¿Sabés lo que pienso?Zafra pasó una mano por sobre la estatua de Asera.Se sentía intrigada, y hasta fascinada por las palabras que estaba escuchando.-¿Qu&eac
-Han pasado algunos días desde que tu hermana llegó al campamento.Reynaldo tomó nuevamente el fusil en sus manos. Lo observó con paciencia, le dio unas vueltas, y luego le introdujo algunos cartuchos.-Si…¿qué tiene que ver eso con el fusil?Matute acomodó su fusil. Le pasó el puño de su camisa cuadros para sacarle un poco de brillo al negro metal. Le gustaba que brillara.-En realidad...nada. Solo fue un pensamiento que cruzó por mi mente. Solo eso. Hace varios días que está acá y no hubo ningún incidente.-¿Esperabas alguno?-Si. Lo esperaba. Esperab
Papas fritas.Gaseosas.Sandwich de miga.Muchos.Demasiados.Lo suficiente como para engordar casi 40 kilos en los últimos diez meses.A finales de octubre, Betiana pesaba unos 120 kilogramos, aproximadamente.Pasaba las horas, después de su jornada de trabajo, mirando televisión, comiendo y dando órdenes al inútil de su hermano varón.Un inservible. Un protegido que es una carga, solo eso, una carga molesta.Había días en los que la comida se transformaba
-¿Quién habla?-¿No reconocés mi número? Soy la Regente Umha…-¡Umha! Perdón, ni siquiera miré quien llamaba…-¿No me tenés agendada?-¡Si, si! Lo que pasa es que ni miré la pantalla para verificar…-Está bien. Te creo. Prestá atención. Es importante.-Soy toda oídos.-Zafra.-¿Qué pasa con la capitana?-Quiero que deje de serlo.-¿Qué?
Rambo…-¿Rambo? ¿Qué nombre es ese?-Es un nombre. Así se llamaba un personaje de ficción del siglo pasado, del siglo 21.-No escuché nunca. ¿Y por qué te vas a llamar así?-Me siento identificado. Rambo era un soldado, fibroso, hábil en las armas, preparado para el combate. Yo quiero convertirme en eso, un soldado...un guerrero.Ella se echó a reír.-¿Vos, soldado? ¡Nunca viste de cerca un arma!-Te equivocás, Bety...desde que llegué que conozco las armas. Ellos me están enseñando todo: cómo dispar