Dos semanas después de lo ocurrido en el hotel donde se hospedaban Max y los demás cuando vinieron a Italia, todo volvió a la normalidad. O así podría decirse.Seguí entrenando pero con mayor intensidad junto al entrenador que Arturo me había recomendado, las clases van bien, ya empiezo a poder mover bien los músculos y dar algunos golpes. No soy la mejor pero he avanzado mucho estos últimos días.Además de eso, también él se ha encargado de regañarme después de no haberle dicho en el momento lo que había pasado esa tarde. Fue muy preciso al dejarme claro que cuando algo así sucede, no puedo hacerme la heroína.—Terminaras con una bala en la frente—dijo cuando estuve en su oficina, con tanta naturalidad que logró asustarme un poco.Eric no ha vuelto a aparecer, no sé si debería tomármelo como algo bueno o malo, pero por el momento no volvió a dar indicios de su terrible existencia. El terror que me recorrió el cuerpo ese día todavía es difícil de superarlo, no puedo negar que tengo pe
—¿Segura que tienes todo?—Ya es la tercera vez que me lo preguntas—me reprende Chiara mientras rueda los ojos.Emito su expresión y me quedo en la acera del aeropuerto mientras veo como arrastra su segunda maleta con fuerza una vez el taxi que nos trajo reanuda su marcha. No puedo evitar sacudir la cabeza con negación. Menos mal que decidí salir tres horas antes para poder hacer los trámites con tranquilidad, porque de ser por ella...Me cuelgo el bolso en el hombro.—Si te diste cuenta que llevas dos maletas, ¿verdad?Le doy un vistazo rápido mientras entramos. La gente con boletos de avión en sus manos nos reciben por todas partes. —Si, ¿y?—¿Piensas matar a alguien allí y esconderlo en una?—alzo una ceja mientras abro mi botella de agua. Ella bufa y añado:—Es que joder, Chiara. No quiero ser aguafiestas, ¿sabes? Pero solo será una semana y tú parece que te mudas.Sacude la cabeza con fingida indignación.—Tal vez encuentre a algún viejo verde que quiera mantenerme de por vida y
No sé que diablos debería decir.El silencio que hay entre todos incomodo menos para la mujer que tengo enfrente, que no ha desistido de su sonrisa en un solo puto segundo. Hay una gran ola de sentimientos rondando dentro de mi, no sé como debería sentirme, pero claramente no debería ser de esta forma: acorralada.Quiero hacer miles de preguntas, saber el porqué de su regreso y como es que Max no dijo ni una sola palabra después de todas las veces que hemos hablado. No tendría que sentir desconfianza, pero lo hago.Quito la mano que ella me tenía aferrada y de manera poco disimulable paso la palma por mi pantalón, quitando de alguna manera su rastro.—Un placer conocerte—hablo entonces. La voz me sale un poco ronca. Ella me vuelve a sonreír y se corre a un costado, dejando a los demás ahora parte de la conversación.—No tenía idea de que llegabas hoy, Max apenas me había comentado. ¿De donde vienes?Nada en su tono de voz ni en su forma de hablar parece sincera. La miro a los ojos de
El clima se ha vuelto tenso de repente.Por un lado, Liv, Loan y yo parados en la barra de la cocina. Por el otro, Lily y Max separados por la distancia que impone el último.Y yo no sé como sentirme al respecto. Desearía que Chiara estuviera aquí. Sin embargo, la pequeña punzada en el estomagó me hace saber que no me termina de agradar que esa mujer comparta mesa conmigo está noche.Lo único que atino a hacer es volver a levantar la mirada hacía el rubio, quién tiene la suya clavada en mi. Me remuevo incomoda pero consigo entonces respirar hondo, enderezarme y pasarme las palmas de las manos por los vaqueros.Livia es la primera en romper el silencio.—Lily, que bueno volver a verte—dice mientras se seca las manos en el delantal—No sabía que estabas en la ciudad.La rubia le regala una sonrisa cerrada.—Llegué hace unos días—responde. Vuelca sus ojos en mi—Italiana... Que placer volver a vernos.Asiento lentamente.La verdad es que no. —Lo mismo digo.—¿Que vas a querer para cenar?
—Vaya, pensé que me recibirías de una mejor manera. Ya sabes, un café, un trago, ¿un “¿como estás, cuñadito?” “que bonito volver a verte”? —sacude la cabeza en negativa y estira su cuerpo con flojera.Le doy una mirada incrédula.—Te metiste en mi apartamento a la fuerza.—Si lo dices de esa manera, haces que parezca que soy un ladrón.—Ladrón, matón, mafioso. No hay mucha diferencia.Él sonríe para luego acercarse hasta la cocina como si se tratara de su propia casa y abre la nevera, sacando una botella de cerveza. Me echa una breve mirada antes de abrirla y darle un trago.—Tantos años han pasado, Samita y no has cambiado—señala. Se apoya contra la barra de desayuno—Me temes pero antes muerta que decirlo, ¿cierto? Me agrada.—Lo único que me apetece ahora es lanzarte la botella por la cabeza—gruño rodando los ojos. Me cruzo de brazos, estos mismos se encuentran con la piel de gallina—¿Me vas a decir que haces aquí?¿Donde está mi prima?Lo escucho bufar, tira la cabeza hacía atrás y
—Pero... Pero—tartamudea Chiara, aunque las palabras no le terminan de salir. Mira con los ojos como platos a ambos y sacude la cabeza, consternada.—Chia...—comienzo.—¡Pero serás!—aúlla entonces con su mirada verdosa echando fuego. No a mi, sino a mi compañero, quién la mira con el ceño fruncido sin mutarse.De un momento a otro el pequeño cuerpo de mi prima está saltando hacía él, quién lo toma por sorprendido y ambos terminan cayendo al suelo. Vuelvo a escuchar a la colorada decir algunas exclamaciones incoherentes mientras Eric intenta frenar sus golpes tomándola de las muñecas aunque aún así termina recibiendo algunos.—¡Chiara, no!—exclamo alto mientras la tomo de la parte baja de los brazos y la arrastro lejos—¡Maldita sea, cálmate!—¡Hijo de puta!¿¡Que demonios te crees que haces aquí!?¿Como has entrado?—farfulla removiéndose de mis manos. La sostengo con mayor fuerza cuando comienza a patear hacía Eric—¿Que ibas a hacer?¿Secuestrar a mi prima?¡Oh, claro que si, porque eres u
El móvil vuelve a sonar, haciendo que la pantalla se encienda sobre la mesa. No necesito inclinarme a ver para saber de quién se trata.Estiro el brazo y la rechazo con el botón de bloqueo.—¿Seguiras haciendo la ley del hielo?Miro a Loan y me encojo de hombros. Él niega con la cabeza y se lleva su taza de cafe a la boca. Hoy el día no ayuda para nada debido a que hay fuertes tormentas, por eso ambos decidimos venir a una bonita cafetería a hablar. Hacía tiempo que no compartíamos algo los dos solos y lo agradezco, extrañaba a mi amigo.Vuelvo a mirar a la ventana que tenemos al lado de la mesa.—¿Y que supones que haga?—No lo sé, pero no podrás ignorarlo por siempre.—En algún momento se cansara.—Hablamos de Max—dice con un tono burlón—Él nunca se cansará si se trata de ti. No sé como es que todavía apenas quieres darte cuenta.Suspiro sonoramente.—No es que no quiera darme cuenta...—¿Realmente lo que te preocupa es Lily?Agarro mi taza con ambas manos y le doy una mirada cautel
Los rayos del sol son los que me obligan a abrir los ojos la mañana siguiente.Mi ceño se frunce al primer contacto de la luz con mis ojos y tengo que parpadear unas cuantas veces para acostumbrarme mejor. El cuerpo se siente pesado, sobre todo las piernas, y en cuanto imágenes de la noche anterior aparecen en mi cabeza, un leve estremecimiento recorre mi piel.Escondo una sonrisa tonta contra la almohada.El colchón del otro lado se siente vacio y lo compruebo cuando me doy la vuelta. Así que tomo el móvil que dejé en la mesita de noche para mirar la hora; las nueve de la mañana.Lo primero que hago es estirar el cuerpo sobre la cama, removiendo las sábanas un poco más y después de bostezar, consigo sentarme.El clima afuera está estupendo teniendo en cuenta que ayer afuera era un barrial por donde quisieras pasar, el sol está fuerte e ilumina los demás edificios de una manera cálida. Me entretengo unos minutos con esos pequeños rayitos dándome en el rostro y sintiendo como cada uno