—Pero mira quién se ha dignado a venir.Le muestro el dedo del medio a Loan mientras avanzo por la sala principal de la empresa. Este ríe y sacude la cabeza, teniendo unas carpetas encima de lo que antes fue mi escritorio. Ver este último hace que una parte muy pequeña de mi reconsidere la oferta de Max, pero la quito del medio enseguida. No por ahora.—¿Que haces?—Necesitaba unos archivos del departamento de cobranzas —explica.Alzo una ceja.—¿Pero no eras tú el contador acaso?—pregunto con burles.Él me da una mala mirada.—Claro que si y el mejor, para que lo sepas—asegura—Pero no tengo todos los archivos en la oficina, chistosa o terminaría ahogado por tantos que hay—dice con exasperación. Sonrío y mientras toma las carpetas entre sus manos, vuelve a mirarme—¿Buscas a tu príncipe?Hago una mueca.—No le digas así—protesto—Es tétrico ese apodo. Me da miedo.—Cierto.—Pero si, vengo a verlo también—digo.—Pues lamento decirte entonces que está en medio de una reunión ahora. No tar
—¿Sam?¿Me estás escuchando?—la voz de Max que parece lejana hace que levante la cabeza del móvil entre mis manos.No se cuanto tiempo pasé así y espero que no haya sido mucho para poder disimular, aunque los dos océanos que me estudian con preocupación me confirman que ha sido bastante. Abro la boca para decir algo, pero las palabras apenas salen. Se me traban en la garganta. No consigo pensar con claridad y tengo que cerrar los ojos fugazmente para controlar los nervios que provocan que mis manos empiecen a sudar.Es entonces cuando encuentro fuerza de algún lado remoto para responderle.—S-Si—digo, mi voz sale débil y entrecortada. Respiro hondo—Es Chiara. No se siente muy bien y me ha pedido que vaya con ella.Max frunce el ceño ligeramente. Mi pulso se acelera aún más cuando no responde y comienzo a pensar que tal vez se ha dado cuenta de que le estoy mintiendo, pero eso queda descartado cuando asiente entonces.—Déjame que le diga a Carl que te alcance—propone al final.No digo
Algo pesado en mi cintura es lo que me despierta la mañana siguiente.Frunzo el ceño sin abrir los ojos todavía e intento desplazarme mejor en el colchón, pero de nuevo eso me lo impide. Doy un gran bostezo mientras parpadeo con pesadez. La tela de mis pantalones al rozar las sábanas me hace acordar que dormí con ropa, me reniego mentalmente por ello.Tomo una respiración onda mientras me doy vuelta lentamente, para encontrarme a un grandote rubio durmiendo al lado. Apenas se percata de mis movimientos pero su brazo se mantiene firme en mi cadera como temiendo que quiera irme en algún momento.Eso me hace sonreír con los labios cerrados.Tomo el móvil a las tantas con una de las manos y me fijo la hora. Todavía es temprano, aunque me resuelta curioso que él no esté despierto para ir a trabajar ya. ¿Debería levantarlo...? Dudo mientras con la yema de los dedos recorro su mejilla y barbilla, donde habita la barba ya incipiente. Sin embargo, no le queda mal. Nunca fui amante de ellas, pe
—¿Que carajos fue eso?Levanto lentamente la cabeza para encontrarme con la mirada confusa y asustada de la castaña. No deja de mirarme, intentando encontrar una respuesta que todavía no le otorgo.Mi respiración es pesada, no me he levantado del suelo aún. Mi cuerpo se ha quedado estático, paralizado, igual que todo dentro de mi. Me tiemblan las manos y el frío que ha empezado a hacer, me avisa que ya está llegando la madrugada. Y que somos las únicas paradas ahí en la calle.—Debemos irnos—habla Chiara.Ella se acerca a paso decidido donde estoy, apoya sus manos bajo mis axilas y tira de mi para ayudarme a levantar. Se la dejo fácil. Ni siquiera reprocho.—Vayamos al departamento—ofrece Jess, mientras toma mi bolso del suelo y ayuda a Chiara a ponerme de pie. Su voz es débil y traga saliva, intentando parecer segura—Loan tiene un botiquín de primeros auxilios, debemos ponerle en la rodilla...—No—suelto casi como un aullido. Ambas me miran sorprendidas por mi actitud. El cuerpo me m
La semana pasa en un abrir y cerrar de ojos.Después de la vuelta de Chiara a casa, todo ha estado demasiado tranquilo. El drama parece haberse esparcido y abandonado por un rato la vida de nosotros. No puedo no admitir que aún siento ese vació en el pecho cuando entro en el nuevo departamento donde estoy quedando y no la encuentro, haciéndome saber que no la veré hasta no sé cuando. Solo espero poder hacerlo rápido.Sin embargo, hacemos videollamadas por las noches donde me muestra a la nona aunque está parece todavía no entender que no soy un robot detrás de la pantalla. Eso me hace reír y olvidar todo por un rato.Le cuento también sobre mis días. Sobre los chicos, sobre Jess, quién ahora se ha venido a vivir al departamento de Loan y por fin ha puesto punto final a la situación tensa con su padre. Se la ve más feliz.Me pregunta por Max y le digo que casi todas las noches he ido a escabullirme entre sus sábanas. No digo en voz alta que ahí en esa cama pasan muchas cosas, cosas que
El corazón me bombea contra el pecho.Me tiemblan las piernas y me he quedado nula. ¿Habré escuchado bien? No. Tiene que ser una bendita broma. Esto no debería de estar sucediendo, yo no debería... Tiene que ser un maldito sueño.Una corriente helada que me cruza por la baja espalda me hace saber que esto no es una alucinación mía. Que esto que acabo de oír es cierto.Totalmente verídico.Joder...Tengo que salir de aquí.Pero cuando eso intento, mis pies, que parecen no recibir la orden correctamente de mi cabeza, se trastabillan contra unas cajas que nunca se han movido de ese sitio. Y ahora mismo no parezco darme cuenta de que seguían ahí. Me sostengo contra la pared antes de caer de bruces al suelo. Tengo la mirada puesta en la cerámica y quiero que alguien me entierre en este instante.Hay silencio después del ruido que hago. Dura poco hasta que escucho unos pasos lentos. Unos tacones, a decir verdad. Cierro los ojos con fuerza y me enderezo.No termino de hacerlo que siento unas
Cuando bajo a la recepción y salgo a la calle, noto que Carl no está parado esperando por mi llegada ni la camioneta que usan habitualmente para transportarse. Sino que ahora una figura imponente y atractiva, la misma que provoca que tenga que tomar una respiración honda, está parada delante de un coche negro que conozco bien. Es el mismo que usó aquella noche de bar para traerme a casa.Su mirada se encuentra con la mía. La veo brillar. Le doy una sonrisa ladina mientras me acerco.—Hola, Ken—digo con burles. Él sonríe y rueda los ojos.Antes de responder, sus ojos miran con descaro mi atuendo. Mi cuerpo. Y siento que tiemblo algo nerviosa. Recorre lentamente toda mi figura, deteniéndose unos minutos en mis piernas descubiertas. Se moja los labios en un acto inconsciente y yo tengo que tragar saliva.Sus faroles azules se vuelven hacía arriba. Están dilatados y llameantes.—Te ves...—¿Me queda mal?—aproximo a decir, aunque mi voz sale entrecortada.Siento que hace calor aquí. Demasi
—Dios... Es hermoso.Le sonrío a la castaña mientras ella no deja de admirar el anillo que ahora ocupa su dedo. Ve embelesada los pequeños diamantes que brillan a medida que lo va moviendo. No ha dejado de tener esa mirada vidriosa desde que aceptó.—Me alegro mucho por ustedes. Se lo merecen—le digo suavemente, tomando un sorbo de mi copa nueva de vino.Ella entonces me mira directamente. Suelta una pequeña sonrisa culposa.—Lo siento, estoy quedando como una maldita egocéntrica—se aproxima a decir. Le doy una mala mirada y ella respira hondo, rebosando de felicidad—Todo esto es hermoso. No puedo creerlo. ¿Tú estabas al tanto?Asiento, dando una mirada breve a la gente que ahora está afuera en el jardín. Muchos se han sentado. Falta poco para la cena.—Loan solamente me pidió que lo ayudara con el anillo. Lo de esta noche fue entre Max y él.—Escogieron bien—admite—Ha sido casi un milagro que viniera.No necesito intentar entender, porque sé que está hablando de su padre. Ambas lo mi