Eric. —Tienes que descansar. Esto no es sano...—No necesito dormir.—No servirá que lo evites, ¿sabes?Suelto un resoplido.—¿De verdad piensas que te haré caso?—Estás actuando como un idiota—recalca, con notoria molestia.—Chiara...—asevero entre dientes.—Eric.Cierro los ojos con debido cansancio y tiro la cabeza hacía atrás, apoyándome contra el cabecero del asiento del auto. Esta misma me palpita a tal punto que parece que va a estallar. No sé cuando fue la última vez que dormí ocho horas, pero parece lejano.—Solo...—suspiro—, deja de intentarlo.—No, no lo haré. ¿Te crees que es fácil para mi decirte esto? Porque estás jodidamente mal de la cabeza si piensas eso. Es mi familia, Eric, por el amor de Dios. Ni siquiera sé si está muerta o viva y mentiría si dijera que eso no me está carcomiendo la cabeza, pero estar así... No llegarás a buen puerto—termina diciendo casi con nostalgia—Y todos necesitamos estar bien para cuando la encuentren.—¿Crees que fue él?—pregunto, desvian
Dos personas besándose. Una cabaña. Boston. Un arma. Cabello negro. La voz de Jessica. —¡Sam!Unas ruedas chillar.Ahogando un grito, abro los ojos como platos y mi cuerpo se impulsa hacía delante de manera automática. Busco aire, mis pulmones me comprimen a tal punto que duelen.Respiro entrecortadamente. ¿Que sucedió...? Parpadeo, confundida, acostumbrando a mis ojos a la poca luz que hay. Junto las cejas y mi cabeza comienza a palpitar dolorosamente, causando punzadas. Frunzo los labios. Todo a mi alrededor gira y tengo que sostenerme con fuerza a lo que sea que tenga a los costados. Creo que es una manta.Estoy en una cama.Siento mi cuerpo temblar casi por inercia, mientras intento recomponerme. ¿Porqué me cuesta tanto orientarme?¿Porqué siento mi cuerpo como si lo hubiera arrollado un camión? Me encuentro pesada. Mis extremidades están como gelatinas.Hasta me cuesta poder respirar hondo.Yo no...Intento tener abierto los parpados lo más que puedo, veo destellos blancos a
Jessica.Corro por la recepción de la entrada con la mayor rapidez que mis pies me permiten.Consigo esquivar a los demás empleados con varios empujones, sin atreverme a pedir disculpas. Ahora no es el momento.Ahora ni siquiera puedo frenar y ponerme a pensar.Con la respiración hecha un desastre y miles de lagrimas empapando mis mejillas, demasiado acaloradas en este momento, tecleo una y otra vez el botón del ascensor. Casi que dejo mitad de mi uña ahí dentro, pero es que necesito llegar cuanto antes...Joder. Suelto un sollozo involuntario mientras mi pierna se mueve con impaciencia.Casi que me largo a llorar nuevamente cuando llega y se abren las puertas para mi.Me meto en un segundo y pulso el botón al piso de mi mejor amigo.Rezo más de una vez para que se encuentre aquí. No lo he podido localizar. Intenté llamando a Liv, pero lo único que pudo decirme es que Max no estaba en sus mejores días.Y en verdad, ¿quién lo está realmente? Todo esto es un lío tremendo.Y ahora aún má
Estoy corriendo. Persigo a alguien...No. Alguien me persigue a mi. Me aferro a unos barandales de hierro, la estructura donde me encuentro se balancea, haciendo que pierda la estabilidad por unos segundos. Casi que ahogo un grito. Creo... Creo que es una casa. No. Esa idea se me quita enseguida, cuando me inclino sobre el mismo hierro y aunque chilla, miro hacía abajo. La altura es demasiada. No hay ningún salón, ninguna cocina, nada. Solo es vacío. Ni siquiera se puede ver que hay allí. Todo allí abajo es negro. Me recorre un estremecimiento. Escucho pasos acercándose. Vuelvo a retomar el camino, está vez sin correr y teniendo cuidado de no tropezar. De solo pensar que pueda caerme hace que se me acelere aún más el corazón. Respiro entrecortadamente. Las palmas de las manos me sudan, se resbalan, me invitan, de alguna forma retorcida, a dejarme caer. Ellos me encontraran. Ellos van a matarme. De repente, todo se vuelve negro y reaparezco segundos más tarde en un pasillo. Un
Pasa tiempo desde que los gritos dejan de traspasar las paredes y mis lagrimas dejan de correr como locas por las mejillas. Apenas siento mi propia respiración, ni las extremidades, las cuales comienzan a dolerme por pasar tanto tiempo en el suelo de rodillas.Todo se ha calmado menos mi interior. Menos el miedo que me recorre las malditas venas. La desesperación que tengo de saber si Eric está bien. De saber qué hace aquí. De saber como me encontró. ¿Por qué se arriesgó?O si también fue una jugada de Jack.Todavía no puedo sacarme de la cabeza sus gritos de dolor. Cierro los ojos con fuerza y paso una de mis manos por estos, queriendo en vano quitarme esos pensamientos.De solo saber que le estuvieron haciendo daño por mi... Por venir a mi.Hace que me entren más ganas de llorar.No debería ser así. No debería sufrir él. ¿Porqué no me golpean a mí?¿Porqué no dejan a todos en paz de una vez por todas y acaban conmigo?Yo soy lo que quieren. ¿Porqué se empeñan en ver sufrir a los demá
Espero a que se haga la hora en la que la rubia vuelva a la habitación.Estoy decidida. Voy a hacerlo.Me convenzo todo el maldito rato de que es lo mejor.De que tengo que arriesgarme.Aprovecho para oír el silencio. Todo es tan extraño... Ni siquiera se escucha nada del otro lado de las paredes. Son fuertes.No oigo a nadie hace horas, desde que la rubia vino. Cierro los ojos con fuerza. De solo imaginar lo que le hicieron a Eric, me estremezco. Se me encoje el corazón.Tengo ganas de vomitar.Pero no siento miedo... No tengo miedo ahora mismo. Lo único que siento es rabia. Rabia contenida. Furia palpitandome las venas. Recorrerme la sangre y calentarme el cuerpo.Debería sentir que esta es la puta tortura, pero no. No siento absolutamente nada. Solo paz y tranquilidad, las mismas que vienen antes de la tormenta.Mantengo la mirada puesta en un punto fijo. En el ropero mugroso y podrido de la esquina. Ese que seguramente lleva años aquí escondido. ¿Habrán pasado mas personas por aqu
Capítulo sesenta y uno.No espera mi respuesta, sino que se frota las manos contra los pantalones y con un leve asentamiento de cabeza hacía el tipo que sigue parado aquí en la sala, pero en otra puerta distinta de la que entró, este último sigue su indicación. Se da la vuelta y abre de par en par las dos puertas de roble que están atrás suyo.Miro con atención y confusión hacía el lugar en concreto. Entra demasiada luz, tengo que entornar los ojos y acostumbrarme a ella. Me da de lleno en el rostro.Oigo el ruido del motor de un auto. El corazón me bombea con fuerza.Es tanto lo mareada que me siento que no me doy cuenta de que Loan me está desposando. No espera a que diga algo, aunque tampoco haya qué decirle, y me levanta de un movimiento brusco. Obliga a mi cuerpo a caminar hacía delante, hacía la luz.No me toca pero lo siento pisarme los talones.—¿Dónde estamos yendo?—pregunto.Miro sobre mi hombro, de repente queriendo volver ahí dentro y que me sienten. El estremecimiento qu
Dos años después. Max. ¿Cuántas veces decimos te quiero?¿Cuántas veces amamos? ¿Y cuántas veces dejamos de hacerlo? Sus flores favoritas eran los tulipanes.Nunca se lo pregunté.Ese pequeño detalle, que no había hecho más que crecer con los meses, se me había pasado por alto.Ese detalle ahora cubre casi toda su lapida.15 de Septiembre del 2019. Samantha había muerto en mis brazos el quince. Y hoy se cumplen dos años de su partida.Tomo una respiración honda mientras me hinco y quito las flores ya podridas. Son flores hermosas pero su duración... No es la mejor. Paso una mano por la piedra que lleva grabada su nombre, quitando así el polvo. Releo una y otra vez las palabras grabadas en dorado.Elegí una de las mejores.Sabía que, aunque no la volvería a ver, seguía mereciendo lo mejor. Y lo mejor que podía darle era esto.Dejo el nuevo ramo fresco en uno de los pequeños floreros que hay al costado. Lo tuve que volver a llenar de agua porque la anterior se había secado. Lo acom