Dos años después. Max. ¿Cuántas veces decimos te quiero?¿Cuántas veces amamos? ¿Y cuántas veces dejamos de hacerlo? Sus flores favoritas eran los tulipanes.Nunca se lo pregunté.Ese pequeño detalle, que no había hecho más que crecer con los meses, se me había pasado por alto.Ese detalle ahora cubre casi toda su lapida.15 de Septiembre del 2019. Samantha había muerto en mis brazos el quince. Y hoy se cumplen dos años de su partida.Tomo una respiración honda mientras me hinco y quito las flores ya podridas. Son flores hermosas pero su duración... No es la mejor. Paso una mano por la piedra que lleva grabada su nombre, quitando así el polvo. Releo una y otra vez las palabras grabadas en dorado.Elegí una de las mejores.Sabía que, aunque no la volvería a ver, seguía mereciendo lo mejor. Y lo mejor que podía darle era esto.Dejo el nuevo ramo fresco en uno de los pequeños floreros que hay al costado. Lo tuve que volver a llenar de agua porque la anterior se había secado. Lo acom
En cuanto las puertas del ascensor se abren, salgo al pasillo y entro al piso de las oficinas. En la recepción me saluda Julia, y le doy un saludo con la mano.—Tu prima está en una reunión con un empresario así que me avisó que te dejó unos archivos en tu escritorio.Asiento.—Esto parece más un desfile de hombres trajeados con relojes Rolex que un bufet de abogados—digo. Ella ríe y asiente a mi favor. Entonces acomodo mi bolso y sigo de largo—. Gracias Julia.—¡No hay porque, cariño!—exclama ella.Mi oficina, que es una de las más pequeñas aquí dentro, está a dos puertas de la entrada principal, mientras que la de Chiara se encuentra directo al fondo. Y como ella se ha encargado de ser una de las mejores es esta agencia, tiene todo a su favor. Lo cual no me molesta, al contrario, fui testigo de como mi prima lloraba por los extensos exámenes y los intensos casos donde temía equivocarse porque no quería que la tomaran por idiota. Una simple colorada con buen cuerpo.Eso no era ella.
—¿¡Que rayos pasa contigo!?—alzo la voz.Chiara cierra la puerta tras ella, una vez entramos a mi oficina. Verifica que nadie está ahí en recepción para escuchar mis últimos gritos. Luego se gira para mirarme de frente, puedo ver esa mirada... No, maldita sea. ¡Lo esta haciendo de nuevo!Me ha sacado de mis casillas.—Dejame que te explique...—¿Que quieres explicarme? Creo que has sido demasiada especifica al respecto—indico alterada—. ¿Como se te ocurre decirme algo así sin apenas consultarme? ¡Y adelante de esos dos!—Lo sé, pero es que necesitaba decirlo cuanto antes.Río con sarcasmo.—¡Ya lo veo!—¡Por el amor de Dios, Samantha, deja que pueda meter más de dos palabras!—exclama entonces perdiendo los estribos. Me cruzo de brazos, muda, esperando su siguiente discurso:—Lamento que lo dijera así como si nada, entiendo tu molestia y pido disculpas por ello. Pero la verdad es que... Max vino hasta aquí porque hace unas semanas me ha pedido que buscara una buena asistente ya que la a
Una semana después, estoy sentada frente a mi prima en su mesa de mármol del departamento frente a la Piazza Santa Croce. Chiara vive aquí desde hace tres años. Quería mudarse lejos de la empresa y conseguir algo mucho más tranquilo, así que con ayuda de algunos clientes que trabajan en la rama de ventas y rentas de casas, consiguió este apartamento en Florencia.Siendo sincera, es un lugar hermoso para vivir. Todo aquí es mucho mas tranquilo, mas historico, el cual puede ser sencillamente comparado con como estar en casa. El departamento es grande. Demasiado grande, mucho más que el mío.Tiene una terraza al fondo del living que deja entrar toda la luz del sol y los ventanales de esté están cubiertos por cortinas de seda blanca y un rosa viejo. Donde está la mesa en la cual estamos sentadas hay un gran mueble símil madera que cubre una televisión de altas pulgadas en lo alto, mientras que a los alrededores hay algunos libros y en otros, hay adornos.Es un departamento bastante ampli
Hoy a las cinco de la tarde estaré tomando el avión sin regreso a New York.No sé como sentirme al respecto todavía. Me duele dejar todo esto sin saber cuando podré volver, y más aún, me da terror estar con alguien que no sé quien es.Con que tipo de persona voy a encontrarme.Meto el último sueter que me queda fuera en la gran maleta que está encima de mi cama. Toda la ropa que tenía ha entrado a la perfección, solamente falta que en cuanto esté allí, los muebles me lleguen.Lo que me resulta extraño es que todavía no he recibido ningún tipo de mensaje. Nadie me ha seguido ni hecho algún movimiento que lograra llamar mi atención. No lo entiendo. ¿Si quieren venganza, porqué no me están buscando?No logré quitar información a mi prima más de lo que me ha dicho, según ella, no quiere verme involucrada en ello y prefiere encargarse por si misma; el solo pensar que puede terminar en peligro me desconcierta.No deseo que ninguno de mi familia terminé mal por mi culpa.Sacudo la cabeza. Ne
Al día siguiente estoy con los tacones de aguja cruzando las puertas de cristal de la empresa.Me sorprende el movimiento que hay aquí dentro siendo tan solo las ocho y media de la mañana. ¿A que hora empiezan a trabajar todos? Mis ojos van por todos lados: sofás de cuero de color hueso, hombres y mujeres bien trajeados, lamparas de plata colgadas en lo alto del techo, el ruido de los ascensores que descienden y vuelven a subir, teléfonos sonando. Todo parece otro mundo puertas adentro.Sacudo la cabeza y me encamino hacía el escritorio con forma en U que hay en el medio del lobby, una chica rubia simpática me sonríe cuando me ve.—Buenos días. Mi nombre es Carla, ¿en que puedo ayudarte?—Buenos días, Carla—respondo con una sonrisa—Soy Samantha, y necesitaría hablar con el señor Well.Ella abre los ojos como platos pero luego sacude la cabeza. No puedo contener el que frunza el ceño.—Lo siento, Sam. El señor Well no permite reuniones sin antes ser agendadas—dice entonces con una dulc
Ocho de la mañana y la avenida principal de New York es un puto desastre.Lo único que pueden escuchar mis oídos son las bocinas de los coches atascados en medio del trafico que no se mueve, por ende, tengo que apurarme a cruzar al otro lado de la calle por medio de estos, intentando no recibir ningún tipo de insulto.Justo cuando piso con mi tacón el cordón, la fila desciende.Respiro hondo. El sol a esta hora da de lleno a mi rostro maquillado, haciendo que tenga que achinar los ojos en busca de no tropezar ni chocar con nadie.Así que, después de cinco minutos, y justo a unos pasos de la empresa, me meto en una cafetería pintoresca. La puerta hace sonar la campana que lleva cuando entro.Todo el local está decorado con colores pasteles, que varían del rosa viejo al celeste bebé. Tiene variedad de pasteles ubicados en una heladera que abarca parte del costado del mostrador, unos cuantos macarrones de colores bien organizados junto a galletas de todo tipo y puedo sentir mi estomago r
La expresión de terror que debo tener en estos momentos debe ser tan intensa y demostrativa que puedo ver por el rabillo del ojo como Loan oculta una sonrisa con su puño.Mierda.Es lo único que puedo pensar.Mientras tanto, no quito mis ojos del rubio. Apenas puedo pasar desapercibido que hoy se ha vestido más formal y elegante de lo normal; lleva un traje azul marino oscuro que hace conjunto con sus ojos ahora divertidos por la situación, y su cabello bien peinado aunque lo lleva algo alborotado, dándole un aspecto más natural.Él no ha dejado de mirarme tampoco y de igual forma, parece más encantado con la situación que yo.No necesito que se burle de mi.Si, necesito hacer un reclamo... De que eres un...Respiro hondo y sacudo la cabeza en negativa.—No, ninguno—abro la boca entonces. Incrusta sus auras en mi junto con su ceja levantada, luciendo aun mas egocéntrico—Volveré al trabajo. Nos vemos luego, Loan.Me levanto del taburete en cuestión mientras tomo la taza de café que ape