Una semana después, estoy sentada frente a mi prima en su mesa de mármol del departamento frente a la Piazza Santa Croce. Chiara vive aquí desde hace tres años. Quería mudarse lejos de la empresa y conseguir algo mucho más tranquilo, así que con ayuda de algunos clientes que trabajan en la rama de ventas y rentas de casas, consiguió este apartamento en Florencia.
Siendo sincera, es un lugar hermoso para vivir. Todo aquí es mucho mas tranquilo, mas historico, el cual puede ser sencillamente comparado con como estar en casa.
El departamento es grande. Demasiado grande, mucho más que el mío.
Tiene una terraza al fondo del living que deja entrar toda la luz del sol y los ventanales de esté están cubiertos por cortinas de seda blanca y un rosa viejo. Donde está la mesa en la cual estamos sentadas hay un gran mueble símil madera que cubre una televisión de altas pulgadas en lo alto, mientras que a los alrededores hay algunos libros y en otros, hay adornos.
Es un departamento bastante amplio, ya que tiene alrededor de tres habitaciones, pero mi prima todavía no convive con nadie así que para ella sola, es grotesco, a mi parecer. Todo alrededor es blanco con pequeños tonos distintos de colores nudes. Esta todo bien organizado y todo ambientado en minimalista, al tal punto de que parece una casa de película.
Vuelvo la vista hacía Chiara que sigue mirando en su tableta.
—¡Lo tengo!—dice entonces, con una sonrisa victoriosa y dando pequeños aplausos.
Niego con la cabeza. Hemos estado dos malditas horas intentando conseguir un departamento para mi en New York. Fue un trabajo duro ya que todos, o eran demasiados pequeños, o demasiado costosos.
¿Quien paga mil quinientos dolares por un mono ambiente?
La pelirroja me da la tableta para que lo vea. Lo tomo entre manos y hecho un vistazo.
Parece bastante comodo. No tiene habitación por lo que la cama está en el living también, pero eso no es algo que me moleste. Mi departamento de aquí es igual.
Tiene un pequeño cuarto donde uno puede guardar su ropa, la cocina es bastante amplia y al parecer, está renovada y tiene una gran terraza donde caberia si quisiera una pequeña mesa con sillas; me agrada.
—Me gusta—admito dejando el aparato en la mesa.
—La búsqueda ha valido la pena. Además, se encuentra a unas dos cuadras de la empresa así que no tendrás transporte y allí los horarios son mucho mas flexibles. A las seis de la tarde estarás en tu casa de nuevo.
Asiento.
—Me costará adaptarme.
Chiara me mira a través de sus lentes compungida y toma mi mano sobre la mesa.
—Sabes que si pudiera dejar todo aquí por ti, lo haría. No hay mayor deseo que querer estar contigo y no dejarte sola—admite.
—Tú no tienes que dejar tu vida aquí por mi, Chia—digo y niego con la cabeza—. Estoy segura de que terminaré queriendo la ciudad en algún momento. Pero, mientras tanto, voy a tratar de estar bien...
Ella asiente.
—Podrás llamarme cuando quieras. Quiero tu seguridad, Sam y si esa es irte lejos de aquí, entonces estaré de acuerdo aunque ya no pueda joderte los ovarios todas las mañanas—señala con diversión. Río con ella. Prosigue:—No, pero en serio. Será distinto sin ti aquí.
—Lo será también allí sin ustedes. Prometeme que si algo anda mal, me lo harás saber.
Puedo sentir mis ojos llenarse de agua pero parpadeo un par de veces para obligarlas a quedarse allí. Esto es nuevo para mi. Nunca lo había hecho y mucho menos, imaginé que en algún momento iba a suceder. Alejarme de mi familia es totalmente inesperado. Algo que no quiero pero debo hacer, por el bien de todos.
Aunque espero que ellos no sufran las consecuencias. No quiero que por mi culpa algo les pase.
Chiara respira hondo. Hemos intentado no hablar de este tema después de mi ataque en la oficina. A lo que le pedí disculpas todos los días siguientes, ya que me siento apenada por ello. No estaba en mi y eso tampoco está bien. No es correcto.
Ella me ha abierto las puertas para que pueda trabajar allí y hacer eso, sin sentir una pizca de remordimiento, no es digno de mi.
—Aquí no va a ocurrir nada, te lo prometo. Una vez tú no estés más podré ocuparme con mayor facilidad. Ya no sabrán donde fuiste y es mejor así por el momento. O por lo menos, hasta que podamos encontrarlos—explica con determinación.
—De acuerdo—acepto en un murmuro. Decido cambiar de tema—¿Que tanto conoces a este tipo, Max?
Se levanta de la silla y mientras camina hacía la cocina, para poner el agua a calentarse en la hornilla, responde:
—Hace varios años él y yo nos conocimos por un duro momento en el que Max estaba pasando. Necesitaba con urgencia una abogada que pudiera gratificarle seguridad, y el padre de Loan, Federico Miller, justo le habló de mi—explica ella de espaldas a mi. La sigo con la mirada mientras toma dos tazas de la alacena—. Yo en ese momento era mucho menos experta, recién apenas un año hacía que terminaba la carrera y aunque era buena y gané juicios, fue todo un reto para mi.
Tomo una goma de pelo y me lo ato en un moño desordenado.
—¿Era un caso complicado?
—Un poco—admite viniendo hacía mi y dejando una taza de café humeante delante. Se sienta nuevamente—Su padre estaba en problemas... Bastantes jodidos. Y todos los abogados que él ya conocía no querían aceptarlo; al parecer, William Well es el tipo más jodido de la ciudad.
Alzo una ceja frunciendo los labios, recordando el momento con el tipo rubio.
—Tal palo tal astilla—suelto. Mi prima se ríe y niega con la cabeza.
—Max no es así—la miro incrédula—. Lo sé. Sé que contigo se ha portado como un idiota egocéntrico, pero no es lo que parece. Ya lo verás cuando puedas conocerlo aún más a fondo. Él no es nada igual a su padre, todo lo contrario, ha hecho cosas por su familia que nunca hizo ninguno y se ha llevado humillaciones de parte de William que pudo soportar. En la familia Well hay más secretos de los que puedas imaginar.
Resoplo, provocando que los pocos mechones que sobresalen de mi flequillo ya largo, se muevan a los costados. Me quito los lentes guardandolos en el estuche.
—Solo puedo decir algo al respecto: las personas pueden disimular muy bien la m****a que en realidad son.
Chiara ríe con una gran carcajada sonora y niega con la cabeza, mientras busca un cigarro en su centro de mesa. Se levanta, y al prenderlo, me desacomoda el moño. Revoleo los ojos. M*****a sabandija... Sabe que eso me molesta.
—Algo me dice que volverás como nueva de ahí.
Hoy a las cinco de la tarde estaré tomando el avión sin regreso a New York.No sé como sentirme al respecto todavía. Me duele dejar todo esto sin saber cuando podré volver, y más aún, me da terror estar con alguien que no sé quien es.Con que tipo de persona voy a encontrarme.Meto el último sueter que me queda fuera en la gran maleta que está encima de mi cama. Toda la ropa que tenía ha entrado a la perfección, solamente falta que en cuanto esté allí, los muebles me lleguen.Lo que me resulta extraño es que todavía no he recibido ningún tipo de mensaje. Nadie me ha seguido ni hecho algún movimiento que lograra llamar mi atención. No lo entiendo. ¿Si quieren venganza, porqué no me están buscando?No logré quitar información a mi prima más de lo que me ha dicho, según ella, no quiere verme involucrada en ello y prefiere encargarse por si misma; el solo pensar que puede terminar en peligro me desconcierta.No deseo que ninguno de mi familia terminé mal por mi culpa.Sacudo la cabeza. Ne
Al día siguiente estoy con los tacones de aguja cruzando las puertas de cristal de la empresa.Me sorprende el movimiento que hay aquí dentro siendo tan solo las ocho y media de la mañana. ¿A que hora empiezan a trabajar todos? Mis ojos van por todos lados: sofás de cuero de color hueso, hombres y mujeres bien trajeados, lamparas de plata colgadas en lo alto del techo, el ruido de los ascensores que descienden y vuelven a subir, teléfonos sonando. Todo parece otro mundo puertas adentro.Sacudo la cabeza y me encamino hacía el escritorio con forma en U que hay en el medio del lobby, una chica rubia simpática me sonríe cuando me ve.—Buenos días. Mi nombre es Carla, ¿en que puedo ayudarte?—Buenos días, Carla—respondo con una sonrisa—Soy Samantha, y necesitaría hablar con el señor Well.Ella abre los ojos como platos pero luego sacude la cabeza. No puedo contener el que frunza el ceño.—Lo siento, Sam. El señor Well no permite reuniones sin antes ser agendadas—dice entonces con una dulc
Ocho de la mañana y la avenida principal de New York es un puto desastre.Lo único que pueden escuchar mis oídos son las bocinas de los coches atascados en medio del trafico que no se mueve, por ende, tengo que apurarme a cruzar al otro lado de la calle por medio de estos, intentando no recibir ningún tipo de insulto.Justo cuando piso con mi tacón el cordón, la fila desciende.Respiro hondo. El sol a esta hora da de lleno a mi rostro maquillado, haciendo que tenga que achinar los ojos en busca de no tropezar ni chocar con nadie.Así que, después de cinco minutos, y justo a unos pasos de la empresa, me meto en una cafetería pintoresca. La puerta hace sonar la campana que lleva cuando entro.Todo el local está decorado con colores pasteles, que varían del rosa viejo al celeste bebé. Tiene variedad de pasteles ubicados en una heladera que abarca parte del costado del mostrador, unos cuantos macarrones de colores bien organizados junto a galletas de todo tipo y puedo sentir mi estomago r
La expresión de terror que debo tener en estos momentos debe ser tan intensa y demostrativa que puedo ver por el rabillo del ojo como Loan oculta una sonrisa con su puño.Mierda.Es lo único que puedo pensar.Mientras tanto, no quito mis ojos del rubio. Apenas puedo pasar desapercibido que hoy se ha vestido más formal y elegante de lo normal; lleva un traje azul marino oscuro que hace conjunto con sus ojos ahora divertidos por la situación, y su cabello bien peinado aunque lo lleva algo alborotado, dándole un aspecto más natural.Él no ha dejado de mirarme tampoco y de igual forma, parece más encantado con la situación que yo.No necesito que se burle de mi.Si, necesito hacer un reclamo... De que eres un...Respiro hondo y sacudo la cabeza en negativa.—No, ninguno—abro la boca entonces. Incrusta sus auras en mi junto con su ceja levantada, luciendo aun mas egocéntrico—Volveré al trabajo. Nos vemos luego, Loan.Me levanto del taburete en cuestión mientras tomo la taza de café que ape
Hoy puedo decir que es un día atareado.Mi escritorio es un terrible caos, lleno de papeles y archivos encima hasta del teclado de la computadora. La mesa era bastante grande para poder mantenerme cómoda pero creo que me he equivocado al pensar eso; ya no entra un papelito más.Suelto un suspiro frustrado mientras busco los documentos que mi jefe me está pidiendo desde el otro lado del planeta: Australia.Hace una semana partió a un viaje de negocios así que hice mi deber de trabajo y le busqué las mejores condiciones para alguien como él. Reservé un hotel frente a la vista de la ciudad, claramente que equipado con las mejores cosas, y luego de sorprenderme al saber que también tiene un avión privado, me salté el paso de escogerle un boleto de avión.Hoy ya es viernes, solo unas horas más y podré irme al departamento. El fin de semana no trabajo a menos que Max lo decida urgente. Que rezo para que así no sea. Necesito descansar mi cabeza. Toda la semana ha sido un terrible y completo
Los labios de este hombre se mueven contra los míos de una forma suave pero salvaje a la vez. No sé que diablos estoy haciendo pero la sensación de tenerlo cerca está haciendo que la tensión que siento haya abajo se vaya incrementando.Una tremenda locura, ¿verdad?No debería de estar haciendo esto seguramente, pero ya no he podido parar. Además, ¿porqué debería? Nadie aquí conoce de mi existencia salvo Jess y Loan. Pero las luces siguen apagadas y cuando vuelvan a su estado normal, ya no estaré aquí.Buen plan, ¿cierto?Él es quien me conduce, después de aferrarse las manos a mi cintura, contra un rincón. O es lo que supongo que es. Doy gracias que no me he tropezado con nadie. Mi espalda queda estampada contra la pared fría y siento que se me erizan los vellos. Aprovecho para recorrer su cabello corto y suave, donde mis dedos casi que resbalan. Me separo unos segundos para poder volver a recuperar el aire, vaya, su olor inunda mis fosas nasales, y es entonces cuando comienzo a senti
—Alguien ha tenido una buena noche el viernes, eh.Fulmino con la mirada a Loan, quien se acerca a mi después de entrar a la cocina de la empresa. Lleva una sonrisa socarrona en el rostro.—Por favor, no me lo recuerdes...Aprieto los dedos contra mi frente, suspirando.Si, todavía me sigo repitiendo que he sido una idiota irresponsable.—Oh, vamos, Sam. Tienes veinticuatro años, tampoco es que has matado a alguien—dice él. Sirve su café en la taza que sostiene. Hago una mueca de disgusto y ríe—¿Tan malo fue?—No—respondo aunque no añado los detalles de que no me he acostado con el tipo, ahora Valentín—Pero es que... Nunca he hecho algo como eso. Por eso no es de mi agrado tomar más de la cuenta. Siempre termino metiendo la pata hasta el infierno.Asiente, y sé que me entiende. Supongo que en algún momento él lo ha hecho. Me lleva cinco años arriba y no parece un hombre reservado de los que se esconden en la alcoba sin que hablar con nadie.Loan es todo lo contrario.—No te preocupes
Los siguientes días después fueron bastante... movidos.Al final pude enfrentar a mi prima y hablar del tema. Al principio no quiso contarme al respecto por miedo a que me diera otro ataque, pero después de repetirle mil veces que estaba mejor y lista para escucharlo, soltó la información.El fiscal la llamó después de que Eric escapara de la carcel penitenciara donde estaba hace hacía tres años. No se sabe como es que logró su cometido pero le aseguró que estaban haciendo allanamientos y buscandolo con las mejores fuerzas de la policia. Hasta él sabía que no se estaban enfrentando a alguien... normal.Eric es mucho menos normal.Y es por eso que Chiara me aconsejó que no ande sola y que en cualquier momento que sienta que algo anda mal, le avisé. No quiso expresarlo directamente pero supe enseguida que lo que me estaba diciendo es porqué es muy probable que se dirija hacía su nuevo objetivo: yo.Solo pensar en que ese hijo de puta anda suelto hace que esté aterrada hasta los pelos. D