Las puertas del ascensor se abren ante mi, dejando a la vista el salón a penumbras.Avanzo lentamente por él esperando ver alguna señal de alguien despierto. Ya es casi medianoche y la fiesta de compromiso de Loan y Jess terminó hace un buen rato.Veo su saco estirado encima del sofá. No hace mucho llegó. Giro a la esquina para entrar a la sala de estar y me llevo una sorpresa cuando veo a Liv parada en la cocina, sirviendo algo en una taza.Da un respingo al verme. —¡Cariño! Santo cielo, me has dado un susto de muerte—admite, dejando la tetera a un lado y llevando una mano a su pecho. Luego me sonríe y se acerca a donde estoy, rodeando la barra—Max no me dijo nada que venías...—Lo siento. No sabía que estabas despierta aún—le explico con cierto grado de culpabilidad. Ella hace una seña con su mano de que no es nada. Agrego:—No. No iba a venir... Pero necesito hablar con él. ¿Está aquí?Parece captar la urgencia en mi voz, así que niega con la cabeza.—Está en la piscina de natació
—Es suficiente—determina Eric mientras enciende de nuevo el motor del auto.Lo miro y frunzo el ceño.—¿A donde crees que vas? No acordamos esto.—No. Acordamos que vendría a mostrarte y es suficiente.—¿Y qué se supone que haré con esta especie de tour? Ni siquiera he visto a nadie. ¡Es un maldito galpón vació!—exclamo. Me doy la vuelta en el asiento de copiloto para tomar la manija de la puerta pero su mano es más rápida y le pone seguro. Le regalo una mirada rabiosa—¡Eric!Ni siquiera me mira cuando arranca.—Estás actuando como una cría, Samantha. Y a mi no me gustan los críos, así que por ende, no les tengo paciencia. Deberías empezar a entender eso—dice con cierto tono de desagrado— Estar aquí es peligroso.Respiro hondo. Sacudo la cabeza en negativa.—¿Entonces porqué me trajiste?—Porque, de lo contrario, serías un maldito grano en el trasero. ¿Querías ver? Pues aquí tienes. No es un centro comercial esto. No puedes quedarte el tiempo que necesites, como haces cuando compras r
Miles de lagrimas inundan mi rostro.Y no las puedo frenar. Es como si por fin pudieron ser liberadas después de tanto tiempo siendo contenidas con toda la fuerza que me fue necesaria. Odio llorar. Lo detesto. Hace que me sienta débil, sensible y... Llorar no entra en las clase de cosas que suelo hacer cuando algo me duele.Pero tal parece que está vez me traicionaron. No las culpo.Porque me duele. Me duele muchísimo.El agujero que todo estos días estuvo ahí, presionándome, ahora parece hundirse. Hundirme. Y me marea. Me deja atontada.Me llevo la mano al pecho de forma instintiva. Me lo quiero arrancar, su presión es dolorosa y no lo soporto. No soporto sentirme así. Duele respirar, así que trago saliva, en busca de que el aire de afuera consiga entrar en mis pulmones y no dejarme al borde de la desesperación.Joder, nunca me había sentido tan así. Nunca me sentí tan traicionada como esta noche.Mi parte racional quiere darme la cabeza contra la pared y hacerme entender que esto s
Loan. —Cariño, relajate.Mi prometida parece no escucharme. Sigue caminando de un lado a otro, mordiendo sus uñas en un impulso nervioso, mientras con su otra mano libre sostiene el móvil contra la oreja. Espera unos segundos y luego vuelve a bufar.Creo que es la cuarta vez en diez minutos que lo hace.—Jess...—vuelvo a insistir.Ella ahora capta mi voz. Me mira a los ojos. En ellos centella la preocupación.—No responde. Nadie responde—sacude el aparato frente a mis narices con urgencia. Suspira y se pasa una mano por la frente—Ya ha pasado más de una hora, Loan. Y no sé donde demonios está, ni con quién, ni como carajos fue a parar a Boston. Voy a asesinarla.Me levanto de la silla y me aproximo hacía donde está. La tomo por los hombros en un intento inútil de darle seguridad.—Ella está bien—determino cada una de las palabras. No sé si para que ella se sienta más segura o para que yo no dude tampoco. No deseo asustarla con mis preocupaciones—Si fue hasta allí, será por algo. Sabe
Jessica. ¿Qué...? Por inercia, doy un paso hacía atrás.Las palabras del morocho quedan revoloteando a nuestro alrededor como un maldito remolino.¿Por qué...? ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no confió en mi?Parpadeo, incapaz de poder procesar todo al mismo tiempo. La cabeza me da vueltas. Me sostengo del brazo de Liv, pero fracaso en el intento porque ella está igual que yo; ambas perplejas.—No...—consigo decir en un hilo de voz. Suena fatal y hasta doloroso. Frunzo el entrecejo—Ella no... Ella no nos mentiría. Estás manipulando la situación... Yo no—sacudo la cabeza con frenesí. Miles de recuerdos me vienen a la cabeza y solo quiero gritar de frustración. No me dejan pensar con claridad. Eso y el jodido sueño del que me despertó mi imbécil prometido al meterse en una pelea—¿Cómo sé que no estás mintiendo?Eirc parece notar mi preocupación. Niega con la cabeza y la tira hacía atrás, en un intento de mantener la calma también. Me detengo a observarlo mejor. Si qué ha cambiado bas
Jessica.Tomo una respiración honda mientras cierro la puerta detrás.Trago saliva al pasar las manos sudorosas por mis prendas y las piernas me tiemblan, pero estoy segura de que no es por lo ocurrido allí dentro. Son nervios.Los malditos nervios que delatan que la he cagado.He metido la pata hasta el fondo.El único sonido que escuchan mis oídos es el de los tacones contra el suelo. Ya es casi de madrugada, y nadie, a menos que sean las enfermeras, se encuentran por estos lados.Apoyo una mano contra la pared para intentar controlar mi respiración y cierro los ojos, soltando el aire acumulado.Sé que la he embarrado. Sé que eso fue una... maldita locura, pero no estoy del todo arrepentida por haberlo hecho. Vi la única oportunidad que nunca más volveré a tener y la tome. La tome sin importar como me sentiría después.Y la verdad es que ahora me siento como la mismísima mierda.No por mi. No por lo que acabo de cerrar para siempre. No por haberle dicho adiós a mi primer amor.Sino
Jessica.—¿Como diablos fue posible?—ruge mi amigo rubio, apoyando ambas manos sobre la mesa con determinación. Me sobresalto en el asiento—¿Dónde estuvo la seguridad en todo ese tiempo?Miro directamente a los dos oficiales que están parados detrás de las sillas. Ni siquiera se sorprenden con la reacción de Max. Frunzo el ceño de manera instintiva y sacudo la cabeza.Hemos estado así, sentados y escuchando a Max casi morirse de la desesperación e ira, hace más de dos horas. Según los agentes, la policía todavía no ha podido dar con el coche que se llevó a Sam. Nadie del hospital ha visto algo. Todos parecen no haberse dado cuenta de que se estaban llevando a una persona en coma con el total riesgo de morirse.Y siento que estoy más confundida que antes.Ni siquiera abrí la boca. Incluso cuando quisieron preguntarme, apenas solté una palabra. Mi cuerpo y yo estamos paralizados todavía. El miedo se me aferró como garrapata.—Eso queremos investigar, señor Well. Todos estamos buscando l
Jessica.En cuanto la puerta se cierra detrás de mi´, suelto todo el aire acumulado.Sacudo la cabeza y cierro los ojos con fuerza. Idiota, idiota, idiota. ¿Haberme acostado con él?¿En qué carajos estaba pensando?Joder, que no puede estar sucediendo esto.Mis extremidades tiemblan de pies a cabeza.¿Y si abre la boca?¿Y si dice algo de lo que pasó?No. Eso no podría pasar. Él no es así... Me separo de la puerta de mala gana y apoyo mis caderas contra la vajilla. Llevo una mano a mi frente, intentando dar pequeños masajes. Siento de nuevo la punzada dolorosa en la parte de la herida, recordándome que esto no va a terminar.—¡Maldición!—murmuro.Unos suaves golpes me sacan de mis cavilaciones. Me pongo rígida.Que no sea él, que no sea él...Y al abrirse, compruebo que la que está del otro lado es Chiara. Me da una sonrisa culpable antes de entrar por completo a la cocina. Parece entender que necesito espacio, porque vuelve a cerrar la puerta.Me obligo a respirar.—Lo siento, no sab