El clima se ha vuelto tenso de repente.Por un lado, Liv, Loan y yo parados en la barra de la cocina. Por el otro, Lily y Max separados por la distancia que impone el último.Y yo no sé como sentirme al respecto. Desearía que Chiara estuviera aquí. Sin embargo, la pequeña punzada en el estomagó me hace saber que no me termina de agradar que esa mujer comparta mesa conmigo está noche.Lo único que atino a hacer es volver a levantar la mirada hacía el rubio, quién tiene la suya clavada en mi. Me remuevo incomoda pero consigo entonces respirar hondo, enderezarme y pasarme las palmas de las manos por los vaqueros.Livia es la primera en romper el silencio.—Lily, que bueno volver a verte—dice mientras se seca las manos en el delantal—No sabía que estabas en la ciudad.La rubia le regala una sonrisa cerrada.—Llegué hace unos días—responde. Vuelca sus ojos en mi—Italiana... Que placer volver a vernos.Asiento lentamente.La verdad es que no. —Lo mismo digo.—¿Que vas a querer para cenar?
—Vaya, pensé que me recibirías de una mejor manera. Ya sabes, un café, un trago, ¿un “¿como estás, cuñadito?” “que bonito volver a verte”? —sacude la cabeza en negativa y estira su cuerpo con flojera.Le doy una mirada incrédula.—Te metiste en mi apartamento a la fuerza.—Si lo dices de esa manera, haces que parezca que soy un ladrón.—Ladrón, matón, mafioso. No hay mucha diferencia.Él sonríe para luego acercarse hasta la cocina como si se tratara de su propia casa y abre la nevera, sacando una botella de cerveza. Me echa una breve mirada antes de abrirla y darle un trago.—Tantos años han pasado, Samita y no has cambiado—señala. Se apoya contra la barra de desayuno—Me temes pero antes muerta que decirlo, ¿cierto? Me agrada.—Lo único que me apetece ahora es lanzarte la botella por la cabeza—gruño rodando los ojos. Me cruzo de brazos, estos mismos se encuentran con la piel de gallina—¿Me vas a decir que haces aquí?¿Donde está mi prima?Lo escucho bufar, tira la cabeza hacía atrás y
—Pero... Pero—tartamudea Chiara, aunque las palabras no le terminan de salir. Mira con los ojos como platos a ambos y sacude la cabeza, consternada.—Chia...—comienzo.—¡Pero serás!—aúlla entonces con su mirada verdosa echando fuego. No a mi, sino a mi compañero, quién la mira con el ceño fruncido sin mutarse.De un momento a otro el pequeño cuerpo de mi prima está saltando hacía él, quién lo toma por sorprendido y ambos terminan cayendo al suelo. Vuelvo a escuchar a la colorada decir algunas exclamaciones incoherentes mientras Eric intenta frenar sus golpes tomándola de las muñecas aunque aún así termina recibiendo algunos.—¡Chiara, no!—exclamo alto mientras la tomo de la parte baja de los brazos y la arrastro lejos—¡Maldita sea, cálmate!—¡Hijo de puta!¿¡Que demonios te crees que haces aquí!?¿Como has entrado?—farfulla removiéndose de mis manos. La sostengo con mayor fuerza cuando comienza a patear hacía Eric—¿Que ibas a hacer?¿Secuestrar a mi prima?¡Oh, claro que si, porque eres u
El móvil vuelve a sonar, haciendo que la pantalla se encienda sobre la mesa. No necesito inclinarme a ver para saber de quién se trata.Estiro el brazo y la rechazo con el botón de bloqueo.—¿Seguiras haciendo la ley del hielo?Miro a Loan y me encojo de hombros. Él niega con la cabeza y se lleva su taza de cafe a la boca. Hoy el día no ayuda para nada debido a que hay fuertes tormentas, por eso ambos decidimos venir a una bonita cafetería a hablar. Hacía tiempo que no compartíamos algo los dos solos y lo agradezco, extrañaba a mi amigo.Vuelvo a mirar a la ventana que tenemos al lado de la mesa.—¿Y que supones que haga?—No lo sé, pero no podrás ignorarlo por siempre.—En algún momento se cansara.—Hablamos de Max—dice con un tono burlón—Él nunca se cansará si se trata de ti. No sé como es que todavía apenas quieres darte cuenta.Suspiro sonoramente.—No es que no quiera darme cuenta...—¿Realmente lo que te preocupa es Lily?Agarro mi taza con ambas manos y le doy una mirada cautel
Los rayos del sol son los que me obligan a abrir los ojos la mañana siguiente.Mi ceño se frunce al primer contacto de la luz con mis ojos y tengo que parpadear unas cuantas veces para acostumbrarme mejor. El cuerpo se siente pesado, sobre todo las piernas, y en cuanto imágenes de la noche anterior aparecen en mi cabeza, un leve estremecimiento recorre mi piel.Escondo una sonrisa tonta contra la almohada.El colchón del otro lado se siente vacio y lo compruebo cuando me doy la vuelta. Así que tomo el móvil que dejé en la mesita de noche para mirar la hora; las nueve de la mañana.Lo primero que hago es estirar el cuerpo sobre la cama, removiendo las sábanas un poco más y después de bostezar, consigo sentarme.El clima afuera está estupendo teniendo en cuenta que ayer afuera era un barrial por donde quisieras pasar, el sol está fuerte e ilumina los demás edificios de una manera cálida. Me entretengo unos minutos con esos pequeños rayitos dándome en el rostro y sintiendo como cada uno
—Pero mira quién se ha dignado a venir.Le muestro el dedo del medio a Loan mientras avanzo por la sala principal de la empresa. Este ríe y sacude la cabeza, teniendo unas carpetas encima de lo que antes fue mi escritorio. Ver este último hace que una parte muy pequeña de mi reconsidere la oferta de Max, pero la quito del medio enseguida. No por ahora.—¿Que haces?—Necesitaba unos archivos del departamento de cobranzas —explica.Alzo una ceja.—¿Pero no eras tú el contador acaso?—pregunto con burles.Él me da una mala mirada.—Claro que si y el mejor, para que lo sepas—asegura—Pero no tengo todos los archivos en la oficina, chistosa o terminaría ahogado por tantos que hay—dice con exasperación. Sonrío y mientras toma las carpetas entre sus manos, vuelve a mirarme—¿Buscas a tu príncipe?Hago una mueca.—No le digas así—protesto—Es tétrico ese apodo. Me da miedo.—Cierto.—Pero si, vengo a verlo también—digo.—Pues lamento decirte entonces que está en medio de una reunión ahora. No tar
—¿Sam?¿Me estás escuchando?—la voz de Max que parece lejana hace que levante la cabeza del móvil entre mis manos.No se cuanto tiempo pasé así y espero que no haya sido mucho para poder disimular, aunque los dos océanos que me estudian con preocupación me confirman que ha sido bastante. Abro la boca para decir algo, pero las palabras apenas salen. Se me traban en la garganta. No consigo pensar con claridad y tengo que cerrar los ojos fugazmente para controlar los nervios que provocan que mis manos empiecen a sudar.Es entonces cuando encuentro fuerza de algún lado remoto para responderle.—S-Si—digo, mi voz sale débil y entrecortada. Respiro hondo—Es Chiara. No se siente muy bien y me ha pedido que vaya con ella.Max frunce el ceño ligeramente. Mi pulso se acelera aún más cuando no responde y comienzo a pensar que tal vez se ha dado cuenta de que le estoy mintiendo, pero eso queda descartado cuando asiente entonces.—Déjame que le diga a Carl que te alcance—propone al final.No digo
Algo pesado en mi cintura es lo que me despierta la mañana siguiente.Frunzo el ceño sin abrir los ojos todavía e intento desplazarme mejor en el colchón, pero de nuevo eso me lo impide. Doy un gran bostezo mientras parpadeo con pesadez. La tela de mis pantalones al rozar las sábanas me hace acordar que dormí con ropa, me reniego mentalmente por ello.Tomo una respiración onda mientras me doy vuelta lentamente, para encontrarme a un grandote rubio durmiendo al lado. Apenas se percata de mis movimientos pero su brazo se mantiene firme en mi cadera como temiendo que quiera irme en algún momento.Eso me hace sonreír con los labios cerrados.Tomo el móvil a las tantas con una de las manos y me fijo la hora. Todavía es temprano, aunque me resuelta curioso que él no esté despierto para ir a trabajar ya. ¿Debería levantarlo...? Dudo mientras con la yema de los dedos recorro su mejilla y barbilla, donde habita la barba ya incipiente. Sin embargo, no le queda mal. Nunca fui amante de ellas, pe